La noche de año nuevo siempre había sido su favorita; reunirse con amigos, beber un poco y despedir el año asqueroso que había estado tenido, sí, todo era maravilloso.
Era...
—¿Estás seguro de que podrás con tanto? —de brazos cruzados, observaba al joven alemán ir por su cuarto vaso de whisky.
—Tengo experiencia, tranquila —o quizá llevaba más de lo que ella había alcanzado a contar, ese tono tan coqueto no era común en la voz de Zemo, o al menos no con ella.
Si bien no le parecía segura la forma en que Helmut bebía, pues en esta había de todo menos control, ciertamente no tenía mucho por hacer; no se conocían hace tanto tiempo, incluso dudaba de si la relación que tenían podría contar ya como una amistad. Tomó su propia bebida y fue hacia aquellos con quienes, cuando menos, tendría tema de conversación.
[...]
—¿Has visto a Helmut recientemente? —la pregunta le sacó de su centro, en especial porque venía directamente de Yelena, su hermana menor.
—¿Por qué debería?
—James me envió un mensaje, dice que el alcohol ya se le subió
—¿Y...? —de cierto modo, esperaba que continuara y le diese una razón para que el tema fuese de su incumbencia.
—Nada, hacía conversación —así como inició, la rubia le dio fin abrupto a la pequeña charla, bebiendo para evitar cualquier pregunta de parte de la mayor.
Pero Natasha no era tonta, y conocía perfectamente a su hermana; si Yelena lo había mencionado, específicamente a ella, era por algo. Intentó fingir que no le importaba mientras seguía bebiendo y observando el ambiente, ya más animado, en general; para su mala suerte le era casi imposible distraerse de la idea, su pie golpeteaba impacientemente contra el suelo, como preguntándose en qué momento saciaría la peliroja aquella duda que tanto le cruzaba por la mente.
Respiró un par de veces para calmar su temperamento y se dispuso a dar una ligera vuelta por la casa en la que estaban todos. Al cabo de un par de minutos ya había recorrido prácticamente cada rincón del lugar y no había ni rastro de Helmut, por cada segundo que pasaba se convencía más de que había sido una broma.
—Si esto es una broma de Yelena... —no terminó la frase, porque no había realmente nadie que la escuchara, pero era una amenaza muy real.
Recordó que había un último sitio que aún no visitaba, pero es que era tan absurdo que ni siquiera le cruzó por la mente. Y de nuevo, lo absurdo ganaba en ese mundo que tanto disfrutaban sus amigos... a veces no entendía por qué era que los llamaba así.
—Te dije que no podrías con tanto, ¿qué rayos haces aquí? —bajo un par de abrigos, sentado en la oscuridad del armario, encontró a Helmut Zemo, quien le pedía silencio con una voz que denotaba ebriedad y su dedo índice temblando sobre sus labios.
—Buscaba tu abrigo —seguramente el alcohol hizo un gran estrago en su raciocinio, porque eso no tenía ningún sentido.
—De acuerdo... ¿y para qué lo necesitas? —sí, era tonto, pero no había caso alguno en intentar hacérselo ver, en el estado en el que estaba no lo entendería y seguramente para la mañana siguiente ya lo habría olvidado
—Eres hermosa —de nuevo, el tema no tenía hilo alguno, por más que ella intentase dárselo.
—Gracias, ¿para qué querías mi abrigo?
—Pero lo digo en serio, creo que jamás en mi vida había visto a una fräulein tan hermosa como tú —el sinsentido empezaba a fastidiarla, quizá incluso a provocarle un dolor de cabeza mayor al que cualquier alcohol podría.
—Gracias, también eres atractivo —realmente lo pensaba y, si para la mañana siguiente no habría registro alguno de que lo dijo, ¿por qué no?—. Pero intenta enfocarte, ¿mi abrigo?
—Ah, aquí lo tengo, querida —lo elevó con una sola mano.
Probablemente creyó que se lo estaría pidiendo al preguntar, pero de nuevo, ¿qué caso había en intentar explicárselo? Lo tomó y pudo notar una nota arrugada caer de la manga.
—¿Y esto? —se hincó para el trozo de papel y se mantuvo en cuclillas frente al sonriente alemán.
—No la leas todavía
—¿Por qué no?
—Porque no estoy listo
—¿Listo para qué?
—Para decirte lo mucho que me gustas —se cubrió la boca al instante con una mano, susurrando una maldición contra su palma.
Ya le había llamado hermosa, querida..., pero todo se lo atribuía al encanto natural y coquetería de Helmut; también al alcohol, que seguramente le había dejado sin inhibición alguna. No creía que nada de lo que dijera tuviese alguna base sobre lo que realmente pensaba.
—¿Puedo besarte? —rompió el silencio nuevamente, con una sonrisa y los ojos fijos en los suyos, con un ocasional vaivén entre estos y sus labios.
—Mañana te vas a arrepentir
—De lo único de lo que podría arrepentirme es de haberme acobardado. ¿Sabes cuánto bebí antes de venir? —se lo contaba con emoción, y de ahí pudo entender cómo es que había terminado en el suelo del armario con tal rapidez.
—Valor líquido... —habló por lo bajo, de cierto modo divertida ante la situación en general.
—¿Puedo...? —insistió, nuevamente con la mirada fija en su objeto de deseo por cortos segundos.
—Pregúntamelo mañana, si es que lo recuerdas —sonrió, algo dentro de ella realmente esperaba que tuviese memoria de ese momento después de la resaca.
Tomó la mano libre de Helmut y dejó en ella la nota, haciendo que la cerrara para después colocar las suyas encima con delicadeza. También había dejado un broche al que le tenía mucho aprecio, quizá así le sería más sencillo saber que cumplió su cometido; no de la forma que quería pero lo logró.
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Fʟᴜғғᴛᴏʙᴇʀ [2021]
FanfictionUn drabble/narrativa por día, todos con una pareja que se ha robado mi corazón y de la cual no he leído mucho, así que... WidowBaron supremacy. Los temas son de la página Es de fanfics (https://www.facebook.com/EsDeFanfics/) Los personajes son propi...