–Esto no funciona, ¿lo sabes verdad? –Dijo Sara nada más cruzar la puerta.
–Pero... no sé de qué hablas... yo te quiero Sara, ¿qué ha pasado? ¿por qué estás enfadada?
–No estoy enfadada. –Se sentó en el sofá y me hizo un gesto para que yo también lo hiciera. –Te quiero. Te quiero más de lo que he querido nunca a nadie. Más de lo que pensé que podría querer a nadie jamás.
–Pues ya está –la interrumpí –no digas más, no hace falta más. Yo te quiero y tú me quieres. –Sonrió sin ganas y me dio un abrazo.
–No puedo dejarlo correr más. Me estoy engañando a mí misma y, si no lo remedio ahora, cada vez será más difícil. Te quiero tanto que he estado tratando de no ver la realidad, de no hacerle caso a mi cabeza y de dejar a mi corazón disfrutar... pero no puede ser, esto no va a ninguna parte. La diferencia de edad siempre va a estar ahí y nunca vas a superarlo del todo. Llevo mucho tiempo ocultándome, no quiero volver a eso. No quiero tener que esconderme para estar contigo, no quiero que te parezca algo malo o vergonzoso estar conmigo.
–Sara... yo...
–No, no digas nada, sabes que es verdad. No debería haber diferencia entre cómo estamos en casa y cómo estamos en la calle. No puedo seguir así. Te quiero con todo mi corazón y me parte el alma tener que separarme de ti, pero tengo que hacerlo, esto no va a acabar bien para mí me temo. Siempre te querré.
Me besó. Recogió sus cosas y se fue.
Habría intentado detenerla, pero lo cierto es que tenía razón. No podía volver a prometerle que iba a cambiar. Lo estaba haciendo por ella y yo eso no se lo podía negar. Ella tenía derecho a todo. Tenía derecho a que su novia fuera con ella de la mano, a que le presentase a sus padres, a que la besara sin importar quien estuviera mirando... ella merecía a alguien mejor que yo.
Un par de días después Sara se fue de la ciudad. Había solicitado el traslado y no habían tenido problema en concedérselo. Me despedí de ella con mucha pena, pero tuve que darle la razón en que estaría mejor sin mí.
Y volví a mi apartamento vacío.
Tardé muy poco en arrepentirme de ser tan imbécil, de no haber aprovechado la oportunidad de estar con la persona a la que más he querido desde que tengo memoria. Ella era maravillosa, especial, una entre un millón y yo... fui tan imbécil de dejar que lo que pensaran los demás arruinara mi felicidad. Pero no podía hacer nada. No podía pedirle otra oportunidad... ya le había pedido muchas y para qué, no sabía si iba a ser capaz de mandar todo a la mierda y dejar que el mundo supiera que estaba locamente enamorado de una adolescente...
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Este capítulo ha sido muy cortito. Es el fin de la relación y dada la relación que tienen los protagonistas, no creo que hubieran querido alargar mucho el drama.
Esta noche intentaré subir el último capítulo y poner fin a estar historia. Espero que os guste el final :*
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Mi joven empleada
RomanceLa llegada de una nueva empleada a la oficina pondrá patas arriba la vida de su jefe, que nunca se hubiera podido esperar todo lo que iba a descubrir de aquella chica y lo mucho que acabaría importándole. Todos los derechos reservados. No se permite...