Alessia

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El rayo me atravesó, literalmente, como si fuera un espectro. Un alma que no pertenecía a ese mundo. Con los ojos entrecerrados por culpa del fuerte resplandor del rayo intenté mirar a mi alrededor.

Este, al chocar contra las aguas del lago, se desvaneció y, al volver a mirar al frente, abriendo por completo mis ojos, vi caer a Newén de rodillas al suelo. Al instante, corrí hacia él. Le agarré los hombros con mis manos y los apreté con fuerza.

-¿Estás bien? ¡¿Qué ha sido eso?! -Él, sin mirarme, solo murmuró.

-¿Por qué? ¿Por qué no ha funcionado? -Le sacudo para que me mire.

-¿El qué no ha funcionado? ¡Newén, mírame! -Levantó la vista. Sus ojos se encontraron con los míos.

-Alessia... Alessia, por favor, vuelve conmigo. -Mi ceño se frunció.

-¿Alessia? ¿Quién diablos es Alessia? -Abatido, soltó una especie de gruñido frustrado.

-Tú. Tú eres Alessia, nuestra esperanza, la bruja blanca que tenía que liberarnos. Pero ya no... Ya no... -Newén se dejó caer hacia delante mientras intentaba sujetarlo.

Hecho un ovillo, se acurrucó en la tierra húmeda del bosque.

Sentía como si varios ojos me observaran desde las alturas de los árboles. Me estremecí con la mirada puesta al cielo y me acurruqué contra él mientras el nombre de Alessia retumbaba en mi cabeza.

Las alas de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora