Capitulo 8

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Desde que ninguna de las dos somos personas realmente sociables, siempre nos encontramos en el parque cuando está agradable, o si necesitamos quedando adentro, está esta cafetería que carece de un nombre popular al cual los chicos de la secundaria Hillcrest puedan asistir.
El parque es enorme, con una zona para practicar patineta, baseball y todas esas cosas, y con una pequeña área circular con un pequeño lago, patos y un par de miradores. Increíblemente, nunca hay muchas personas. De vez en cuando, los fines de semana nos encontrábamos con alguna fiesta y teníamos que pasar, pero usualmente solo está llena por un puñado de personas aquí y allá. Probablemente, otros marginados como nosotras.
Llego allí temprano y me dirijo hacia nuestro mirador preferido, cerca del lago dónde solemos alimentar con pan a los patos.

-Hola. -Emily se sienta a mi lado, usando su característico negro, otra de las razones por las cuales mi mamá se burla de ella. Es diferente al tipo de negro que yo uso. A Emily, este la cubre de pies a cabeza. Ella no es gótica ni nada de eso, pero no la vez usando otro color muy a menudo. En vez de hacerla lucir más delgada, creo que espera que la haga desaparecer.
-Hola, tú, -digo, codeándola cuando noto que tiene su cabeza hacia abajo.

Me vuelve loca cuando hace eso. Lo entiendo con otras personas, pero no hay razón alguna para que intente esconder su marca de nacimiento de mí. Es raro como puede ser tan fuerte, y aún así tan vulnerable al mismo tiempo. Como dije, si alguien me lanza una mirada fea, Emily rápidamente saltará hacia ellos, pero ella tiene problemas para hacer contacto visual por ella misma.

-¿Trajiste el pan?
-Sip. -Ella saca la mitad de una hogaza de pan de su bolso antes de colocar un mechón de su castaño cabello detrás de su oreja. Es gracioso lo rápido que se anima cuando está solo conmigo. Ella no haría eso con cualquiera, porque te da un vistazo de primera mano de su exageradamente grande marca de nacimiento en la mitad de su cuello, y lado de su rostro. Solo me toma un segundo olvidarla.
Suena loco, pero es así.

-¿Cómo estuvieron las clases, señorita hiper-competente? -Es la cosa más ridícula que podría decir.
-Sí, porque yo soy la hiper-competente de nosotras dos. Puede hacer lo que quieras, Bell, y ambas lo sabemos.

Pienso en el gimnasio. Por alguna extraña razón, eso me hace pensar en Samuel. En como corrió conmigo porque lo necesitaba.

-Estás sonriendo. ¿Por qué estás sonriendo?

Cogí algo de pan de Emily y se lo lancé a los patos. -No estoy sonriendo.
¿Estaba sonriendo? ¿Por qué sonreiría ante la tortura que son el gimnasio y Samuel?

-Sí, lo estabas.

De pronto, me sentía muy culpable por no contarle sobre todo aquello.
Se lo voy a otorgar a mi miedo por el fracaso. ¿Qué tan típico es que alguien intenté perder algunos kilos y falle? Pero el hecho es, que si alguien lo entendería, sería ella. Aún así, tendría que escuchar lo tonto que es, que estoy bien de la forma que soy, y si ella viera a Samuel, habría terminado. Ella no confía en nadie, e incluso cuando ni yo mismoa confío en él, mi gran barrera de sarcasmo tiene mucho que envidiarle a la de ella.

-No sé por qué estoy sonriendo, Emily.

Lo cual es cierto, no estoy mintiendo.
Afortunadamente, Emily se rinde, algo que usualmente no hace con facilidad. Pasamos el rato, asegurándonos que los patos bebés coman más que los adultos, y entonces ella saca su laptop de su bolso y nos disponemos a descargar algo más de música a nuestros iPods. Soy un poco más cuidadosa que ella con el dinero porque tengo que pagarle a Samuel, y si gasto demasiado estaré arruinada o tendré que pedirle dinero a mis padres. No es la gran cosa, porque ellos me lo darían, pero no soy del tipo de chica que gasta un dineral así que ellos se preguntarían en qué lo estoy gastando.
Estamos allí un tiempo más, hasta que decidimos afrontar mi hogar. Si llegamos antes que mamá, normalmente puedo sacar a Emily sin arriesgarme a tener una confrontación monumental. Estamos recogiendo nuestras cosas cuando escucho una risa familiar en la distancia.

-Hace un calor del infierno ¿y aún así estás vestida de negro y llevas una sudadera? No me digas que vas a ser uno de esos chicos que aparecen en la escuela con un arma.

Billy caminaba junto a otros chicos de la secundaria. Los demás no decían mucho, pero tampoco lo detenían.

-Eres tan idiota -se burló Emily.

Billy se ríe, propinándole un golpe en el brazo a Patrick, el cual hace que este también ría. Supongo que necesita permiso para hacerlo.

-Las chicas emo son graciosas. -Billy tropieza un poco.

Ah, así que de eso se trata. Están borrachos. Había escuchado que ellos venían por aquí y tomaban debajo del puente, pero imaginaba que lo hacían a la noche.

-Y tú eres un imbécil.

Billy la ignora.

-¿Qué tal tú, pastelito? ¿Es ese tú plan, también? O espera, apuesta a que detendrías una bala por mí, ¿cierto? El amor hace que las personas hagan cosas estúpidas.

Siento cómo mi rostro se vuelve rojo. Es una mezcla de ira y vergüenza. No estoy segura cual emoción es más fuerte. Cualquiera sea, me dejó en silencio. Nada de lo que diga iba a importar. No te amo, ni siquiera me gustas. Bueno, claro que no me gusta, pero todo eso solo me haría lucir aún más patética. La chica gorda en negación.

-Piérdete, idiota. La única persona que te ama, eres tú mismo. Deja de intentar conquistar a __(tn). Se está volviendo patético.

Quiero abrazar y golpear a Emily todo al mismo tiempo. Es increíble que ella me defienda, pero por otro lado, ¿De intentar conquistar a __(tn)? Acaba de ponerle en el lugar perfecto para que los chicos sigan burlándose de mí.

Billy cae al suelo de la risa. Esta vez, Patrick no necesita que lo codee para unírsele. Pronto, todos ellos se ríen de mí. Emily sostiene mi brazo y me arrastra con ella.

-¡No se alejen enojadas! ¡Simplemente aléjense! -Billy grita mientras se ríe.-Pobre pastelito y marca de nacimiento. Nunca llegarán a nada, pero no dejen que eso las afecte. ¡Al menos se tienen una a la otra! -Su voz hace eco mientras nos alejamos. Aún la escucho, una y otra vez.
-Apestan. -Dice Emily cuando estamos cerca de nuestros vehículos.
-Sí. -Y yo también. Estoy enojada conmigo misma por dejarlos afectarme, y no defenderme.
-Todos los chicos apestan. No confíes en ellos. ¿A chicas como nosotras? Siempre van a terminar lastimándonos.

Sus palabras me sorprenden un poco. Emily ha sido siempre un poco pesimista, pero nunca la había escuchado hablar sobre chicos de esa forma, cómo si alguien la hubiese lastimado. En ese momento, no tengo tiempo para pensar en eso. Todo en lo que puedo pensar es en que tiene razón. Y lo mucho que eso apesta.

ENTRENADOR PERSONAL; Vegetta777 -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora