Capítulo 44

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Al llegar al salón saludo a los chicos dándole los buenos días y camino hacia la cocina. Agarro una taza y una cápsula de café para colocarla en la cafetera, dejo la taza en ella y le doy el botón para que el café empiece a prepararse y salga.
Me quedo frente a ella esperando, mientras que me mantengo la mente en blanco y con aún sueño en todo el cuerpo.
A los pocos minutos el café está listo y detengo la cafetera, saco la taza y le echo azúcar después. Camino con la taza hacia la isla y me siento en uno de los taburetes, dándole vueltas con una cucharilla mientras que me centro en el líquido moverse.

He dormido bastante bien, aunque anoche al final entre una cosa u otra me fui a dormir a las seis y media de la mañana. He dormido bien, pero me hubiera gustado dormir por más tiempo. Aún tengo muchísimo sueño.

Escucho detrás de mi una voz masculina ronca y familiar saludar, y después, escucho pasos de alguien caminando por la cocina y pasando por mi lado.
Alzo la mirada para ver de quién se trata esperando a que sea alguno de los chicos, cuando me doy cuenta, de que se trata de Kian. Noto cómo me mira de reojo pero sigue hacia delante, llegando hasta la cafetera para hacerse un café.






—Vaya horas os habéis despertado los dos.
–habla Tai de repente, mientras que entra a la cocina y agarra algo de la nevera.






—Tampoco es tan tarde.
–respondo encogiéndome de un hombro.






—Son las doce y media de la mañana. ¿Os fuisteis juntos de fiesta anoche o qué? –ríe– os habéis despertado más tarde que los demás.






Cierra la puerta de la nevera y aparece con una botella de agua en su mano y con su mirada puesta en ambos.

Alzo la mirada para buscar la mirada de Kian, quien se gira hacia mi con disimulo y ambos nos miramos a los ojos fijamente, dándonos una mirada cómplice.
Desvío la mirada después hacia Tai, quién nos observa a ambos esperando una respuesta de nuestra parte.

Niego con la cabeza y después llevo la taza hacia mi boca para darle un trago.







—No. Solo ha sido casualidad que nos hayamos despertado tarde los dos.
–me encojo de hombros.









Tai entre cierra los ojos y nos mira a ambos con aires de sospecha. Ignoro su mirada y alargo mi brazo hacia el paquete de galletas que está en medio de la isla, saco un par para romperlas y echarlas al café para deshacerlas y comerlas así.

Miro después hacia Kian, quién está espaldas a mi con su espalda al descubierto dejando ver su buen trabajada espalda y cuerpo. Solamente va vestido con unos pantalones de chándal negros cortos.
Retiro la mirada de él cuando noto que Tai me mira y después la vuelvo a desviar hacia Kian nuevamente; veo cómo agarra su taza de café y después se dirige a la despensa para agarrar unos cereales de muesli.
Camina hacia la isla para sentarse y desayunar y se sienta en el otro extremo de la isla lejos de mi, aunque solamente hay una distancia de tres taburetes. Ambos nos quedamos enfrente de Tai y cada uno desayunando a su rollo.








—Bueno... yo solo os digo que las paredes son muy finas y se escucha todo. Tened cuidado.






—¿Qué quieres decir?
–pregunto confundida.







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