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las puertas del tren se abren y varias personas bajan con caras aburridas cargando maletines.
apreto la carpeta contra mi pecho antes de entrar al vagón y sentarme en el mismo lugar de siempre, junto a la ventanilla, cerca de las puertas donde llega el aire fresco cada vez que se abren. suspiro ansiosa esperando a llegar a la siguiente estación para ver la cabellera negra del lindo chico del tren.
apoyo la cabeza en la ventana viendo los árboles pasar y dejando a que los pensamientos fluyan hasta escuchar el sonido de advertencia de que las puertas se abrirán.
igual que antes, montones de personas entran al vagón, logro distinguirlo entre la multitud e intento disimular la sonrisa que se quiere escapar. acomodo mi largo cabello con la esperanza de que quizás, por casualidad, voltee a verme.
la voz por el parlante da el nombre de la siguiente estación una vez que las puertas son cerradas. levanta la vista y lo encuentra en el lugar de siempre, mirando por la ventana apoyando la barbilla en la palma de su mano. suelta un pequeño bostezo al cristal, mis pupilas se inundan y no puedo evitar sonreír.
tal vez si fuera linda como esas chicas de revista o un poco más lista tendría el valor para cruzar el vagón hasta tu asiento y preguntarte "¿Quién eres?".
me siento tonta porque ni te imaginas que uso mi falda más bonita por ti mientras yo siento que muero con sólo verte.
de pronto me miras, te miro y suspiras, yo cierro los ojos tú apartas la vista, siento que apenas respiro, me encojo en mi lugar y siento mis piernas temblar.
suelto un largo suspiro, liberando mi pecho. siempre repetimos la misma rutina, van pasando los días, de lunes a viernes, nos sentamos uno frente al otro, el silencio va y viene.
y de pronto me miras, te miro y suspiras, yo cierro los ojos tú apartas la vista, siento que apenas respiro, me encojo en mi lugar y siento mis piernas temblar.
una y otra vez lo mismo, hasta que te levantas, las puertas se abren y me dejas sola con mis pensamientos con el último recuerdo de tu mirada sobre mí, antes de abandonar el vagón.
mis ojos se detienen en la carpeta que descansa sobre mis piernas, los claros resultados y las palabras del médico hacen eco en mi cabeza. me levantó con confianza, no quedan más que dos estaciones, ya no puedo dar marcha atrás.
me detengo frente a él, con la mirada en el suelo y las mejillas pintadas de rojo ardiente.
y entonces ocurre, despiertan mis labios, pronuncian tu nombre tartamudeando, seguro piensas "qué chica más tonta" y me quiero morir.
de pronto el tiempo se para, tu rostro frente al mío y las mejillas igual de coloradas que las mías, y te escucho decir.
— yo aún no te conozco y ya te echaba de menos. cada mañana rechazo el directo y elijo este tren.
todo a mi alrededor parece desaparecer, me siento en un sueño. de fondo se escucha la voz que suena a través del parlante anunciando la próxima estación. ya estamos llegando y mi vida cambió un día especial, un jueves 11 de marzo en el tren de la mañana en el que comparto viaje con el lindo chico de cabellera oscura y sonrisa brillante.
tu mano roza la mía con delicadeza y luego la toma, llegamos a un túnel que apaga la luz.
—❤︎—
los rayos del sol mañanero se cuelan entre las cortinas, iluminando la habitación. sobre la pequeña mesa junto a mi camilla hay un enorme ramo de flores que hanta dejó con cuidado.
el colchón se hunde de un lado gracias al peso de su cuerpo, estiro mi brazo encontrando tu cara gracias a mis manos, te atraigo a mí, me vuelvo valiente y te beso en los labios. una pequeña lágrima baja por tu mejilla e intentas callar tus sollozos, dices que me quieres y yo te regalo el último soplo de mi corazón.
