iv. Mandrágoras bebé

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CAPÍTULO CUATRO
Mandrágoras bebé

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AL DÍA SIGUIENTE, DIANNE ESTABA de mal humor, puesto que tendrían su primera clase de Defensas Contra las Artes Oscuras con aquel profesor tan extraño

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AL DÍA SIGUIENTE, DIANNE ESTABA de mal humor, puesto que tendrían su primera clase de Defensas Contra las Artes Oscuras con aquel profesor tan extraño. Bajo el techo encantado, que aquel día estaba de un color gris algo triste, las cuatro mesas correspondientes a las casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos de huevos con beicon. Theo, Blaise y Draco se sentaron en la mesa de Slytherin junto a Dianne y Daphne, esta última tenía abierto su ejemplar de Viajes con los vampiros, apoyado contra una taza de leche. La rubia no lo leía porque la forma de narrar de Lockhart la ponía de los nervios.

—El correo llegará en cualquier momento—comentó Astoria, sentándose al lado de su hermana mayor—, me pregunto si mamá nos mandará algo.

Daphne se encogió de hombros, siendo su forma de decirle que no tenía ni la menor idea.

Dianne estaba concentrada en su tostada de confitura cuando un centenar de lechuzas penetraron en la sala con gran estrépito, volando sobre sus cabezas, dando vueltas por la estancia y dejando caer cartas y paquetes sobre la alborotada multitud. La menor de los Malfoy acarició la cabeza de la lechuza de su madre cuando esta le dejó un pequeño paquete en la mano, de forma mucho más elegante que el resto de las lechuzas.

—¿Qué es eso? —le preguntó Daphne, con curiosidad.

—Los pendientes que me regaló por mi cumpleaños —respondió Dianne, luego de rasgar el papel que envolvía la cajita y mostrándole a su amiga el contenido—. Me los había dejado en la mansión para no perderlos, pero se ve que mi madre no piensa igual...

Mi pequeña Dianne,

Procura no meterte en demasiados problemas, aunque teniendo en cuenta con quien compartes sangre, no creo que eso sea posible...

Ah, y no temas en perder los pendientes. Son especiales, como tú, y siempre volverán a ti.

Te quiere,

Mamá.

—¡Son preciosos! —exclamó Astoria, sacando a la joven rubia de sus pensamientos. La chica Greengrass observaba los pendientes con los ojos brillando con emoción —. ¿Qué es ese extraño emblema?

—Es el escudo de la Antigua y Noble Casa de los Black—respondió Draco, con tono de chiste.

—Hermano—lo regañó Dianne, golpeándolo levemente en el brazo. Luego, dirigió su atención a la hermana menor de su amiga y le explicó —: Es el escudo de nuestra familia materna, los Black. Simplemente, ignora el comentario de mi hermano.

Dianne y la cámara secreta² ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora