9. Mujer peculiarmente atrevida:

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5:34 p.m

Con las bolsas de compras del supermercado subo al ascensor que me lleva hasta el piso de mi apartamento, siento un ansiedad muy grande por lo que vaya a suceder, pero no podía quedarme con la incertidumbre de lo que estaba pasando, entro y el departamento estaba vacío, momento perfecto para cocinar en equilibrio con mi playlist favorita. 

7:20 p.m

Ya habían llegado sus amigos hace solo cinco minutos, estábamos en la sala acabando de halagarnos por como nos veíamos.

— Pasen a la mesa, creo que es hora de comer — cruzo los brazos y pregunto — ¿no tiene hambre? 

— ¿Ambientamos un poco? — Joss me mira con una ceja levantada — ¿Elvis Presley?

— Si los invitados están de acuerdo, sería excelente.

— Claro, luego nos ponemos algo como para — dice Dante mientras se levanta y empieza a dar unos pasos de baile dirigiéndose hacia la mesa — mover el cuerpo de Tutankamón que nos traemos.

— Si sigues diciéndote viejo — Marco señala a Dante — empezaré a creerlo.

— ¿A poco aún sigues joven? — pregunta Joss de forma algo sarcástica.

— Fresco como una lechuga, ustedes son los que ya no aguantan las copitas después del trabajo — Marcos hace señas de tomar un shot

— Ni que saliéramos todos los días, solo fueron cuatro veces este mes — Dante empieza a contar con sus dedos — exactamente cuatro, porque la cuarta llegué demasiado cansado a casa.

— Bueno caballeros — tomo a Joss por los hombros — me robo a su gran amigo unos segundos — sonrió y acaricio — Cariño, a poner la mesa.

— La jefa ya habló señores — se levanta y va tras de mi a la cocina.

— Anda no más, nosotros estaremos aquí criticándote.

— Denle — hace señas como si se resbalara algo por su cuerpo — sin miedo.

— ¡¡JOSS!! ¡AVANZA!

— Corre amigo, corre.

En la cocina, estaba sacando el jamón del horno para se colocado en una fuente para servir, al igual que las patatas y la ensalada. 

— ¿Jamón? Humm, huele delicioso — empieza a  destapar las ollas — ¿Será que supera mi receta?

— Créeme que — paso por su lado sonriente — con esta gano yo.

— Tendré que estudiar más mi receta para ganarte entonces — prueba la salsa — Dios mío, Kathlyn ¿De verdad querías ganarme? 

— Y veo que si lo logré — me agacho para buscara la fuente.

— Supongo que tengo que darte un premio — posa sus manos en mis caderas.

— Humm, claro, tengo algo en mente — muevo mis caderas, rozándolo.

— ¿Enserio? — pregunta el contrario interesado — ¿Podría saber qué es? 

— Claro — volteo, paso mis manos por su cuello, acaricio su oreja y le susurro — págame el viaje a Italia — me separo, para luego servir las patatas — gran premio.

— Oh Dios, juegas conmigo de una forma tan exquisita 

— Al igual que mi jamón en esta ocasión — le entrego la fuente — así que llévalo a la mesa

— Pero — recorre mi cuerpo con sus ojos — si tu jamón siempre estuvo bueno

— ¡JOSS! Te daré un poco de mi jamón si eres buen chico y vas a la mesa — lo empujo de espaldas — Avanza

— Voy, voy

Después de unos minutos, entre manoseadas en la cocina y llevar todo a la mesa, estábamos listo para empezar a comer, Hades, no entiendo como es que Joss aún no tiene cordura estando sus amigos presentes, se pasa la verdad, me gusta pero no se lo diría, alimentaría su ego y dejémoslo como ésta. 

— Nunca me decepcionas Kathlyn — acerca su nariz a la fuente — huele como si hubieran venido a comer los mismísimos reyes de Inglaterra.

— Confirmo — Marco habla entre mordiscos — creo que te equivocaste de carrera, la cocina te va muy bien.

— Fue mía primero, atrás halagos. 

— Aww, gracias chicos — piso a Joss — disfruten de la comida y tú — señalo a Joss — el premio que me prometiste, lo quiero a fin de mes. 

— Joss creo que estas en problemas — habla Dante — yo que tú lo dejo hacer la comida todo el mes.

— Sería muy poco — pongo mi mano en mi mentón haciendo seña de pensar — el aseo completo serviría como lección.

—Tengo una idea — alza la mano Dante — auméntale que te recoja del trabajo durante medio año.

— Gracias, consideraré sus opiniones luego tomaré una decisión con respecto al niño malcriado. 

— Vaya que todos se ponen de acuerdo para mi sufrimiento — Joss hace un palmada — que lindo complot.

— Yo lo llamaría, trabajo en equipo — menciona Dante, el de cabello chocolate — unidos por la misma causa.

— Verdad ¿Cómo les ha ido estos días en el trabajo? — pregunto con interés — ¿Algún cliente inusual? 

— ¿No le contaste? — dice para luego dar un bocado al jamón. 

— Cierto — expresa Marco, el cuál tenía los ojos marrones y cabello rubio —  te digo yo, pasa que hace un tiempo, para ser exactos, una semana, una clienta pidió personalmente hablar con Joss, le dijimos que es con cita previa, pero por ser una recomendación — corta un poco de carne — la pasamos directamente a su oficina. 

— ¿A sí? — tomo un poco de vino — ¿Qué pasó luego?

Dante expresa que cuando le dijeron que la cita era para el marte de la otra semana que venía, se apareció al día siguiente, pidiendo lo mismo, todos conocíamos a Joss por su alma de ayudar a los demás, así que al ver la situación atendió a la clienta normalmente.

— Que intensa — arrugo mi ceño — ¿Qué quería? 

— Un proyecto nuevo — responde el rubio — quería que diseñara su casa. 

— Dijo que específicamente quería que Joss haga los planos y sea el que dirija el proyecto.

— La envidia — el azabache hace la seña como si limpiara su hombro.

—  ¿Si lo harás? — volteo a verlo.

Joss claramente aceptó, como no podía hacerlo, pero en este caso puso una condición, solo si seguía sus reglas, ya que él tenía horarios de trabajo, teniendo en cuenta que las citas son pre programadas y el proyecto no lo llevaría solo él, porque no tenía el alcance de tiempo, obvio, lo llevaría uno de sus experimentados compañeros, aclaró que las personas que trabajan en su empresa son igual de responsables que él.

— Verdad, ahora estas con el asilo — tomo otro poco de vino.

— Exacto, no podía encargarme de esto, siendo un poco tedioso si quería alcanzar a realizarla bien hecha, y en conjunto a otro proyecto aún más grande, claro le dije que revisare el trabajo de vez en cuando. 

— ¿Aceptó? 

— No, incluso dijo que no sería perfecto el proyecto, se fue y no volvió, hasta — suena el celular de Dante — ¿Me disculpan un momento? Es Jessie

— Claro, ahí esta el balcón — señalo el lugar.

Era una clienta muy desesperada como para no aceptar el trabajo, esto es demasiado raro, pero lo que lo hace más sospechoso es que Joss no me lo haya contando, no es que llegue y me diga todo su día, pero fue un acontecimiento algo movido, me sorprende que no haya dicho ni una palabra acerca de eso. 

Our history of twoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora