En conclusión, me parecía que todo había sido una pérdida de tiempo, que me había equivocado el camino y que debía buscar nuevas metas. La enfermedad de mi padre y los apuros económicos me obligaron a tomar una decisión radical. Papá necesitaba ayuda, y yo era la única que podía dársela.
Necesitaba un trabajo, necesitaba dinero, y ambas cosas lo antes posible.
La secretaria, después de mantener una breve conversación, colgó el teléfono y se puso en pie.-El señor Smith la recibirá ahora, señorita Morris.
Seguí a la secretaria y, antes de entrar en el despacho, recé todas las oraciones que sabía pidiendo que Daniel Smith no se acordase de mi y mi desastrosa visita. Haciendo acopio de sangre fría, me dirigí con paso tranquilo hacia él, que se había puesto en pie nada más verme entrar. Curiosamente, parecía asombrado.
-Seguramente no me recordará usted, señor Smith dije mientras le tendía la mano. Soy Michelle Morris
Daniel Smith me la estrechó, y me miró con una chispa de ironía.
-Todo lo contrario, Michelle; te recuerdo muy bien. Eras una niña bastante... inolvidable.
Yo sonreí, sorprendida por su sentido del humor.
- Es muy amable. No me habría extrañado nada que dijera insoportable en lugar de inolvidable.
-Siéntate, por favor.
-Le he traído mi currículum le informé - sacando un sobre del bolso.
-Tu parecido con tu madre es asombroso - comentó después de un largo silencio - Ella era italiana, ¿verdad?
-Mis abuelos eran italianos, efectivamente, pero mi madre nació aquí.
-Eres su vivo retrato, salvo en el pelo. El tuyo es mucho más claro y luego, - ojeando el currículum añadió. - Tu madre era toda una belleza.
Yo me removí en mi asiento, inquieta por el tema del que estábamos hablando. Resultaba desconcertante que después de su fría actitud catorce años atrás, ahora me dijera que mi madre le parecía guapa. Nunca hubiera imaginado que opinaba así.
Mientras Daniel leía el currículum, yo le observé detenidamente. Era un hombre que, a pesar de superar los cincuenta años, resultaba todavía atractivo. El paso del tiempo había sido amable con él, y apenas había dejado huellas, a excepción de las canas que surcaban sus cabellos. Mirándole desde mi nueva perspectiva de adulta, ya no me parecía el tipo orgulloso y engreído que había visto siendo niña, sino un hombre distinguido y amable con una buena dosis de humor.
-Aunque tu expediente universitario es muy bueno, comprenderás que la especialidad de música no sirve de mucho en el mundo de los negocios - dijo.
-Lo sé - respondí. Estudié música porque me encantaba, pero ahora me he dado cuenta de que no tengo ningún futuro en ese campo.
A continuación, le expliqué brevemente las circunstancias que me habían obligado a abandonar su carrera como pianista, haciendo especial hincapié en la salud de mi padre y en la precaria situación económica que atravesábamos
Daniel me escuchó atentamente, y después volvió a revisar mi currículum.
-Aquí dice que empezaste un curso de comercio en la universidad.
-En efecto, no lo terminé, aunque me faltó muy poco.
-Y mientras asistías a la universidad trabajaste a media jornada como secretaria... y también en verano - añadió Daniel con actitud pensativa. - Tu padre no me lo contó cuando hablamos por teléfono. ¿Es cierto lo que pone aquí de que sabes mecanografía y taquigrafía?
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Mentiras, Traición y Amor.
Roman d'amourMe llamo Michelle Morris, tengo 23 años y mi historia comenzó cuando mi padre estaba muy enfermo y yo tenía que conseguir trabajo como fuera. Después de aliarme con Daniel Smith parar entrar en la empresa de su mayor competidor, me enamoré perdidam...