La caída de Knull fue inevitable cuando en un ultimo esfuerzo, los héroes de acabaron con la oscuridad encarnada en deidad; pero no fue el final brillante esperado, pues aunque el fin de aquella tortura llego, una nueva empezó al quedar sin control...
Rahne miraba hacia el exterior de la Mansion X a través de la ventana rejada del gran cuarto que en los días de oro fue uno de muchos salones de clases, más específico el salón de historia mutante. La joven portaba un suéter que le quedaba grande y esperaba con calma a que llegarán con su cargamento. Había pasado la noche en la mansión, y una leve lluvia había bañado los jardines de la misma la noche anterior; la nostalgia la invadió, aquellos días con los X-men y los New Mutants, pero aquellos recuerdos fueron interrumpidos por la llegada de su tarea.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Rahne, aquí está tu cargamento— decía un hombre algo robusto y de ascendencia latina —. Ya casi no pasas tiempo en la mansión...
—Si lo hago, solo tu sabes, me gusta un poco más la ciudad, hay más ruido y ya sabes, aventuras como Uber de salvación— declaró Rahne, mientras se acercaba a la caja y movía un poco las botellas de vino, pan, huevos y más víveres —¿Empacaste la carne de puerco?
—Hasta el fondo— contestó el chico
—Ah...— inicio Rahne con un suspiro alegre —, eres un ángel, Goldballs.
—Ya no me dicen así, Rahne— declaró sonriente el hombre, tallandose alegre el mentón
—Entonces prefieres Egg ¿O solo Fabio?— pregunto Rahne, mientras cargaba con casi nulo esfuerzo aquella caja
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Sólo Fabio, por favor— respondió Fabio, mientras acompañaba a Rahne por el pasillo hacia el sotano de la mansión —¿Seguro que no necesitas ayuda con eso?
—Fabio por favor, soy más fuerte que tu— le contesto Rahne con una sonrisa, mientras dejaba a Fabio abrirle la puerta para que pudiera bajar aquellas metálicas escaleras —, puedo con esta cajita.
—Solo trato de ser caballeroso con la "señorita exploradora"— bromeó Fabio, llegando ambos hasta un túnel, en el cual yacía una bicicleta con una especie de carrito detrás —¿Esta vez por que no fuiste a explorar?— pregunto Fabio, mientras veía a la joven subir la caja en aquel carrito
—Está vez nos tocó a mí y a Peter quedarnos, tal vez para la otra nos toque ir— añadió la joven mientras dejaba la caja y se giraba para ver a su amigo, cuya mirada era un tanto melancólica —¿Qué pasa?
