✟ Capítulo 08 ✟

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Si solo nos lamentamos no podremos salir del hoyo en el que nos encontramos.

Eloísa.

Me hace gracia ver los giros que da la vida, hace cinco años era libre podia ir a dónde quisiera y ahora estoy en una prisión de cristal, dónde tengo un límite para todo y no puedo ser quien soy.

Con añoranza los veo ahí, quietos, sin hablar ni abrir los ojos; solo respirando.

Durante cinco años han estado así, privados de la vida solo porque Rinaldo quiere mantenerme aquí y ellos me detienen.

Athan, Adrián y Andreus; ellos un día se sacrificaron por mi y se obligaron a cuidarme pese a que no se los pedí estaban dispuestos a dar todo por mi; y lo irónico es que me toca hacer lo mismo por ellos.

He cambiando, el tiempo me ha vuelto más fría y muchas cosas que antes no entendía con los días se volvieron más claras; me obligué a odiar y enterrar cosas de mi pasado y a dejar de limitarme en todos los sentidos, yo no soy un ave enjaula porque yo cree la jaula y puedo salir cuando me plazca aunque eso signifique dejarlos atrás.

—Nunca dejas de admirarlos.

—No es problema tuyo —murmuro sin mirarlo.

Me alejo de los tubos de cristal en los que se encuentran y vuelvo a mi cama.

—Nuestro padre quiere verte —indica. Escucho su voz cada vez más cerca y cuando siento que se va a acercar por completo me aparto.

—Es tu padre, no nuestro; deja de decir eso —lo miro mal—, iré en seguida ahora lárgate.

—¿Has pensado en lo que te dije?

—Rinaldo, deja de ser un maldito cobarde, ya te dije que no voy a embarazarme de uno de ellos —los señalo—, al menos no si no son concientes.

—Nuestro padre te espera —es lo último que dice saliendo de la habitación.

Cree que soy estúpida y no sé lo que planea, lo he observado y he convivido lo suficiente con el como para saber que quiere que me embarace porque planea algo, él es cruel y no le importa nada más que jugar a la familia feliz y que tiene el control de todo.

Me odio por seguirle la corriente pero es que si no lo hago me convertiría en su enemiga y a personas poderosas como él es mejor tenerlas de aliadas; además necesito ponerle fin a esa aberración que el está creando, ver cada día a grupos de niños de cada parte del mundo ser traídos aquí para su plan macabro me traen expectante ante lo que sea que hará con ellos los cuales son inocentes y ni tienen una sola idea de porque están aquí.

Salgo de la habitación no sin antes dedicarle una última mirada a ellos, se me ha hecho costumbre cuidarlos a pesar de que no les va a pasar nada mientras yo esté aquí.

La habitación de Hugo no está muy lejos de la mia por lo que llego de una vez y abro la puerta sin tocar.

—Hija mía —murmura con la voz enriquecida.

Ruedo los ojos y tomo asiento a su lado bajo el escrutinio de mi madre.

—No soy tú hija —le repito a este hombre.

Todo mal tiene su fin, por más poderoso que sea y por más cosas que alcance y puedo dar prueba de ello al ver a Hugo Ryche antes líder de la organización Ryche estar postrado en una cama con una enfermedad terminar, no tengo conocimiento de dicha enfermedad, solo sé que es algo así como una herencia de todos los que llevan la sangre Ryche, lo que significa que tarde o temprano Rinaldo la va padecer.

Ryche. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora