DESCONOCIDOS

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ALLISON

Estoy muy cansada no debí de quedarme hasta tarde viendo esa serie en Netflix, pero debo de admitir que estuvo buena, la trama y el suspenso me impulsaron a seguir viéndola y fue inevitable terminar de verla en una noche, además es sábado, me lo merezco. Al caminar por mi habitación solo me dan ganas de seguir durmiendo pero ya son las dos de la tarde y supongo que debo de desayunar algo, lo peor de todo es que no tengo ánimos de cocinar , mejor saldré a comprar algo, un batido de melón por ejemplo.

Toda mi ropa está mojada y no se que ponerme para salir, optare por ponerme este vestido, es perfecto, hace calor y este me mantendrá fresca pero no me cubrirá del sol, no importa de todos modos necesito broncearme un poco y trataré de ir por donde de más sombra, las llaves están en la mesa y mi cartera debe de estar en mi bolso junto los cuadernos. Listo creo que tengo todo.

No puedo creer el calor que hace por las tardes, al entrar al local lo primero que me recibe es un aire fresco y música suave es como el paraíso en medio del infierno, al acercarme al mostrador pido mi favorito de melón con mucho hielo, la chica del mostrador parece ser amable y comprensible o solo esta fingiendo serlo, en todo caso debo de admitir que hace muy bien su papel.

– Su pedido estará listo en unos minutos –dice la chica detrás del mostrador, mientras me devuelve mi tarjeta.

– Muchas gracias, estaré sentada por acá –digo mientras guardo mi cartera y camino hacia una de las mesas libres. 

– Se lo llevaremos cuando esté listo –escuchó decir a la chica, mientras me dirijo a la mesa junto a la ventana. Es increíble el calor que está haciendo ahí afuera, por suerte acá adentro hay aire acondicionado.

Al centrarme notó que solo estamos cuatro personas, un abuelo, una madre y su hijo que no para de llorar y también está un chico, no puedo evitar mirar que a su lado hay una maleta grande de color negro, ¿acaso se irá de viaje?, mmm no, lo dudo, por su forma de vestir y apariencia creo que no es de por aquí, ¿de donde será? y lo más importante ¿por qué no para de mirarme?, me estoy sintiendo realmente incómoda.
 – Aquí tiene.

– Gracias –, contesté –, pero yo no pedí un batido de Mora –le dije mientras miraba el batido en mi mesa.

– ¿En serio?.

– Sí –contesté mientras la miraba con indignación.

– Discúlpenos pero se nos acabó el melón.

«¿Y por qué rayos no me dijeron eso cuando estaba ordenando? ».– pensé.

–  En ese caso puede dejarlo aquí – Me pasé las manos por el cabello.

– Muchas gracias y que lo disfrute.

«Dile eso a alguien que no le gusta la Mora y de seguro te lo tirá en la cara» –, no digo nada y dejo que se retire  y mientras que lo hace veo como el chico sale del lugar jalando de su maleta, yo siendo él no saliera al infierno que lo espera afuera, mucho menos con ese suéter que trae puesto.

No puedo creer que ya sean las cinco p.m., si lo único que hice fue tomar un batido luego ir a comprar unas cosas para la merienda, aunque creo que será para el desayuno de mañana. Mientras voy caminando por el parque  que queda por mi departamento veo a lo lejos al mismo tipo con la maleta sin saber a dónde ir, no cabe duda que está perdido, lástima por él, solo pasaré por su lado sin decir nada.

 – Hola, disculpa.

«Me está hablando a mí, no, de seguro debe de ser a alguien más».

– Disculpa –, al darme vuelta confirmó que es hacia mí a quien se dirija.

– Hola, dime ¿cómo te puedo ayudar? –dije mientras lo miraba que se pasaba la mano por el cabello.

– Sé que va a sonar algo ridículo pero, estoy perdido y no encuentro un edificio, ¿podrías ayudarme? –no puedo evitar identificar un ligero acento español.

– Puedes utilizar tu celular –lo digo mientras que observo su maleta.

– Lo sé, pero mi móvil murió y olvidé empacar el cargador.

– ¿Tienes la dirección? –sé que es una mala idea ayudarlo, porque puede ser una trampa para secuestrarme pero no puedo evitar sentir lástima, es inevitable verlo con el cabello revuelto y su suéter empapado por el sudor y no sentir algo de lástima.

 – En realidad no, pero se como se llama el edificio, se llama “ONett” –no puedo evitar sorprenderme al saber que ese edificio está justo al lado del mío.

– ¿Lo conoces? –pregunto. 

– Sí, creo que lo he visto –. Me recojo el cabello y lo pongo detrás de mi oreja.

– ¡En Serio!,¿ Podrías llevarme? –no puedo evitar ponerme nerviosa frente a tanto entusiasmo.

– Porque mejor no vas en un taxi –sugiero.

– Lo haría, pero –hizo una pausa incómoda, como si no quisiera decir algo que lo romperá en llanto.

– ¿Qué?, no me digas que olvidaste empacar tu billetera –bajo la mirada.

–Si te dijera que sí, ¿me creerías? –este tipo debe de estar bromeando.

– Ok, te voy a llevar pero a la primera señal de querer secuestrar te pateare.

– No te preocupes no pienso en secuestrarte –mientras decía esto pude ver que tiene una sonrisa muy linda que hace juego con el color avellana de sus ojos.

Después de unos minutos de incomodidad mientras caminábamos por fin se animó a iniciar una conversación. 

– Parece ser una ciudad muy tranquila –dijo mientras que no pasaba de ver en todas direcciones.

– Sí, diría que lo es, y ¿de donde eres? –agacho la mirada antes de contestar.

– Soy de Estados Unidos, específicamente de Canadá –no puedo evitar sorprenderme.

– En serio y, ¿por qué decidiste venir a Ecuador?.

– No lo pensé bien,  simplemente quería venir, además es la primera vez que estoy aquí.

– ¿Creciste en Canadá o tus padres viven en otro país?, digo porque hablas muy bien el español.

– Mi mamá es de España y mi papá es de Estados Unidos, ellos se conocieron mientras trabajaban –se detuvo por qué una de las ruedas se atasco en una grieta.

– Ahora entiendo como hablas muy bien el español –después de una breve pausa continuó.

– Además, por un tiempo viví  y estudié en España antes de mudarme a Canadá con mi padre.

– Valla, y vienes por trabajo o de vacaciones y por qué vienes solo –, pude notar algo de incomodidad en su rostro–, disculpa no quise incomodarte.

– No te preocupes, yo también tendría las mismas preguntas para alguien que viene con una maleta y no, no estoy aquí por vacaciones, trabajo, tal vez, y mi padre, supongo que aún no sabe que estoy aquí, no por ahora –agacho su mirada y seguimos andando.

– Y ¿tú mamá lo sabe? –intervine para tratar de terminar con este silencio incómodo.

– Sí, bueno supongo que sí.

– Entiendo, por lo general las madres son más comprensibles que los padres y mira, este es el hotel que buscabas, solo entra pregunta por la personas que estas buscando y ellos te dirán en qué departamento está.

– En serio muchas gracias,  si nos volvemos a encontrar te devolveré el favor.

– No te preocupes –mientras digo esto veo como estira su mano.

– Me llamo Auden.

– Y yo Allison –, nos estrechamos las manos mientras intercambiamos miradas –, bueno nos vemos luego Auden.

– Nos vemos y gracias por todo.

La maldición de la familia  ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora