Babe

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Llamar a su pareja por bebé o papi, vaya trauma enfermizo, palabras que se usaban con la familia utilizadas para llamar a alguien que no lo es, debía sentirse tan asqueroso pensarlo mientras se besan o hacen contacto íntimo.

¿Bebé? ¿Papi?

Ve por ayuda.

Odiaba tener que estudiar después de clases por culpa de mi fastidioso maestro, Dios mío no nací para ser matemáticamente inteligente y puedo jurar que me esforzaba, el maestro solo quería joder mi calificación. Que se fuera a la mierda pero no podía decirle a mi madre que me faltaba poco para reprobar una materia, así que volví a darle otra leída a los malditos ejercicios.

Estaba más que molesta, frustrada, sentía que si alguien me hablaba podría escupirle.

—Disculpa nena ¿puedo sentarme aquí?—¿Nena? Joder quien rayos se creía al interrumpirme y utilizar ese apodo de mierda. ¿Necesito poner un cartel que diga estudiante ocupado? Seguro mi uniforme y el libro grueso en mi mano no son muy obvios.

Había estado tan concentrada que jamás escuché que las puertas de la biblioteca se abriesen y entrase alguien, quien sin conocer ya necesitaba que desapareciera.

—No creo.—Miré directo al idiota que me dijo nena, es que ningún mediocre lo haría, no maldita sea, nadie me llamará de esa forma.—Hay más lugares por allá.—Señalé las mesas más lejanas a mi estancia.

No estaba para lidiar con un supuesto galán de quinta, podría darse aires de lo que quisiera pero no aquí y menos conmigo. El ambiente era perfecto para estudiar el poco tiempo que me quedaba para los exámenes, mañana en la primera clase debía estar preparada para la horca, por supuesto que quería estar en mi habitación durmiendo lo que no he podido, enrollada entre las sábanas y un par de almohadas.

—Lo se, solo quiero sentirme acompañado.—Que gusto, me llamo me vale un carajo. ¿Este tipo no sabe leer el rostro? Porque mi mandíbula se apretó en cuanto habló y la distancia entre mis cejas estaba disminuyendo.

—Lo siento estoy estudiando para un examen, sinceramente preferiría estar sola.—Crucé las piernas y volví al libro dando por finalizada aquella incomoda y extraña conversación. Sin embargo movió la silla delante mío y se sentó justo ahí, el tipo debía escuchar mal o sencillamente era un estupido. Apuesto por lo segundo.

Decidí ignorarlo por completo, no merecía que le regalara de mi valiosa atención, necesitaba calcarme en la memoria cada página que sin querer leía con poca precisión por la nueva presencia. Me estaba observando, lo sentía y tampoco estaba disimulando su escudriñadora mirada. Comencé a inquietarme ¿qué tanto mira?

—Que lindas.—Dijo con los ojos puestos en mis piernas, que coño, volví a mirarle y el descarado no hizo más que lamerse los labios.

—¿Disculpe?—Pregunté con cierta repugnancia, no quería que pensara que había logrado una reacción en mi, porque no se la daría, conociendo a la perfección a ese tipo de hombres que un no les sabe a sí. Idiotas.

Aún así no pareció molestarle mi tono, incluso vi que una sonrisa ladina se asomó por su comisura izquierda, la cual deshizo con sencillez al responder de inmediato.

—Las pegatinas de tu bolso, son muy lindas, lamento interrumpirte.—Era cierto mi bolso estaba debajo de mi silla justo detrás de mis piernas, relajé mi ceño, jodido maestro si no me hubiese puesto tres no andaría tan enojada mal interpretando cualquier cosa.

Habló con amabilidad, no coqueto, por lo que sentí culpabilidad, ni siquiera sabía quién rayos era. ¿Podía compadecerme por un insignificante desconocido?

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2022 ⏰

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