1. PROLOGO

618 70 50
                                    

La ciudad era ruidosa, entre el bullicio de la gente y el sonido de los vehículos motorizados que transitaban a toda prisa. La gente de la ciudad estaba acostumbrada a este ruido y lo ignoraban, o simplemente estaban tan acostumbrados a el que llegaban a no escucharlo. Un pequeño gato humanoide se encontraba de pie en medio de la calle observando hacia todas las direcciones totalmente asustado.

El joven gato humanoide media un metro setenta y cinco, y se mantenía erguido sobre sus dos patas traseras caminando como un humano. Los humanos lo ignoraban mientras caminaban a paso acelerado, obviando que el joven minino estaba perdido en el centro de la enorme urbe.

El joven era un gato, pelaje gris en su mayoría a excepción de unas marcas blancas en su estómago y patas. Aunque, las del estómago, no se podían ver por la ropa que llevaba. Una camiseta verde esmeralda que hacían juego con el color de sus ojos y un pantalón vaquero azul marino. Llevaba una mochila a su espalda que parecía abultada y pesada.

El minino suspiro pesadamente.

- ¿Qué debería hacer? Es mi primera vez en la ciudad.... y no sé dónde está el campus de la universidad - decía susurrando el joven - esto es muy diferente al pueblo donde vivía....

El joven intento pedir indicaciones a los transeúntes de la ciudad, pero, tanto los humanos como el resto de los humanoides, lo ignoraban centrándose en sus quehaceres. Al ser una gran ciudad la gente estaba demasiado absorta en sus obligaciones como para prestar ayuda al pequeño gato desorientado. Comenzó a caminar sin rumbo con la esperanza de que algún cartel o señal le ayudara a encontrar su destino, pero no fue asi y cuanto más caminaba, más difícil se le hacía al minino orientarse. Caminaba lentamente por las calles de la ciudad cuando, en uno de los callejones, una pequeña caja de cartón llamó su atención. No estaba seguro de porque se acercó a comprobar su contenido, pero como suelen decir, la curiosidad mató al gato. Al abrir la caja se quedó asombrado y anonadado al comprobar su contenido, una gran cantidad de dinero. Era tanto dinero que le parecía surrealista que alguien lo hubiera dejado allí por accidente, el pelaje se le erizó y un mal presentimiento se apodero de él. Volvió a cerrar la caja de cartón incorporándose, agarró su mochila con fuerza y dio la vuelta para volver a la calle principal cuando, dos sombras encapuchadas le cortaron el paso.

- Vaya, parece que tenemos un curioso – dijo uno de los encapuchados llevando su mano al bolsillo.

Los dos hombres eran altos, midiendo casi los dos metros. Iban vestidos con ropa elegante, un traje negro echo a medida junto a una corbata roja. El de la izquierda llevaba una máscara parecida a un lobo el de la derecha, en cambio, llevaba puesta la de un león. El hombre de la máscara de lobo se acercó al minino con aire amenazante, comenzó a crujirse los nudillos mirando con dos enormes ojos marrones a su contrario.

- Bien gatito, ¿a qué banda perteneces? – preguntó el encapuchado de manera amenazante.

- No se... de que me habláis, simplemente pasaba por aquí y me dio curiosidad la caja, pero al no ser nada ya me iba – respondió nervioso el gato tratando de continuar su camino.

El hombre detuvo al gato impidiendo pudiera rebasarlo. Lo miró seriamente mientras con una de sus manos agarraba al joven del cuello de la camisa levantándolo.

- No estoy para bromas, Acaso te manda ese idiota. No dudare en matarte si noto que mientes lo más mínimo – dijo sacando una navaja de uno de sus bolsillos - ¡Habla!

- No sé de qué hablas... acabo de llegar a la ciudad – las lágrimas brotaban de los ojos del pequeño – Solo buscaba el campus de la universidad lo prometo – suplicaba mientras rezaba porque esos matones lo dejaran en paz.

Un Diamante por tus pensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora