Capitulo 2

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Las habilidades de rastreo de Arturo son consideradas como una de las mejores de todo Camelot. Merlín por otro lado, difícilmente era alguien cuidadoso como adulto, y ahora como niño, realmente era alguien fácil de rastrear. El cómo se las había arreglado para llegar tan lejos tan rápido seguía siendo un misterio, uno que Arturo tenía la intención de abordar con su vago sirviente tan pronto como tuviera su tamaño adecuado.

Hunith se había quedado un poco atrás debido que el grosor de la maleza se enredaba en su falda con más frecuencia que en los pantalones de Arturo, por lo cual llegó primero a Merlín y al claro. Había esperado ver al chico acurrucado en una bola apretada, llorando a cantaros, pero la imagen de un Merlín dando vueltas por el claro, con flores silvestres y algunas malas hierbas apretadas con fuerza en ambas manos diminutas, lo sorprendió.

Saliendo de la maleza, se aclaró la garganta. - ¿Merlín? -

El niño saltó levemente, pero cuando vio a Arturo, su carita se iluminó. - ¡Arturo! - Corrió, casi tropezando dos veces con el dobladillo de su enorme túnica, y se arrojó a las piernas de Arturo con la fuerza suficiente para desequilibrar al rey.

Arturo puso una mano tentativa sobre la cabeza de Merlín, ahora no más alta que su muslo. - ¿Estás bien? -

Merlín asintió y, para alivio de Arturo, soltó el abrazo mortal en sus piernas. Le entregó al rey una de las plantas, con las raíces aún adheridas. - Esta es para ti, el resto es para mamá porque ella es una niña. Y mi mamá -

Arturo tomó la flor entre dos dedos. - Um, ciertamente pareces tranquilo. -

- Oh, sí - Dijo Merlín. - El dragón me explicó todo y dijo que debería confiar en ti y en mi madre porque no es tu culpa que seas nuevo y ella sea diferente, porque sigue siendo mi madre. Y eres agradable. -

- ¿Continua? - Bueno, ahora sabía que la rareza de Merlín era claramente un rasgo con el que había nacido.

- El dragón me dijo que necesita tu ayuda y la de mamá para hacer que el mundo ya no sea diferente. -

- ¡Merlín! - Hunith se estrelló contra un arbusto final y se lanzó hacia adelante. Ella tomó al niño en sus brazos y le plantó un beso en la frente. - ¡Me asusto! -

Las flores cayeron olvidadas al suelo cuando Merlín se retorció y se secó la frente, con la mirada fija en Arturo como si temiera lo que el rey diría sobre la muestra de afecto. Arturo reprimió una sonrisa. Eso no fue nada adorable.

- Lo siento - Murmuró Merlín finalmente. Dejó caer la cabeza sobre el hombro de Hunith, le rodeó el cuello con los brazos y se relajó en ella. - El dragón me curó. ¡Mira! -

Merlín le devolvió la sonrisa con toda su fuerza, la empujó hacia atrás y se giró ligeramente para poder mostrar sus palmas. Arturo esperaba diversión exasperada y besos más tiernos por la tontería claramente infantil, pero Hunith palideció y lanzó una mirada horrorizada a Arturo antes de poner a Merlín de pie y arrodillarse frente al niño.

- Merlín. - Dijo su nombre como una advertencia y juntó las manos. Merlín hizo un puchero e imitó su gesto.

- Guárdalo - Dijeron juntos.

Hunith movió las manos como si se lavara con jabón, y Merlín siguió imitando. - Envuélvelo bien. -

- Ponle un moño - Ella simuló atar un listón alrededor de sus manos. Merlín juntó las manos como si realmente estuvieran atadas, y Hunith las apretó ligeramente entre las suyas.

- Algo especial que solo Merlin y yo sabemos - Dijeron ambos, con el sutil cambio de "mama" por parte de Merlín

Un nudo se formó en la garganta de Arturo ante la visión íntima y hogareña, que le recordó los placeres simples que podría haber compartido con su propia madre si ella hubiera vivido. Otro pensamiento inquietaba en el fondo de su mente sobre la extrañeza del comportamiento de Hunith y Merlin y su reacción a las tonterías de Merlin, pero aparto ese pensamiento. Ahora necesita averiguar cómo iba a arreglar a su sirviente.

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