nuevo rumbo

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La nave llega a la siguiente baliza.
Silencio, no solo por el mareo, sino por el absoluto sentimiento de pequeñez en cada uno de los tripulantes después de ver la flota.

No sólo las humanas que no estaban acostumbradas al espacio, sino también los curtidos viajeros alienígenas.
Los simuladores de instinto del Markie no dejaban de hacer cálculos rápidos.

-Son... Demasiados-Dice el Acidiano-No había visto algo tan grande ni durante la migración del sistema 37-12-44.

-las fuerzas de los rebeldes han mejorado mucho, y muy rápido, parece que las fuerzas de los piratas espaciales se les sumaron-Dice Markie- Sin Archet a la cabeza, se unirian a quien les de más libertades, y esos serian los rebeldes.

-Entonces esto... ¿Es porque matamos a Archet?-Samanta se lleva las manos a la cabeza-¿Símil?

Símil no responde.

-Oye, Símil-Samanta de pica el centro del pecho como suele hacer para llamar su atención-Responde.

No hay respuesta.

-¿Esta dormido?-Pregunta Eirene.

-No creo...-Contesta Samanta-Sinceramente aún no termino de entender cómo funciona.

-Genial, el es nuestro navegante. No tenemos dirección-Dice el Acidiano desde los controles.

-de hecho...-Samanta va hasta los controles-Simil dijo que había una biblioteca de la federación, ¿Podríamos tenerlo como destino? Digo, entre más cerca de la federación, más lejos de esos otros, ¿no?

El Acidiano con ayuda de Markie empiezan a trazar una ruta.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

En un silencio enorme, la conciencia de Simil despierta.

Se sentía como cuando se intentaba extender demasiado, pero era diferente.
Era más como aquella vez, donde el fue absorbido por Archet.
Sin control de su cuerpo, sus masa y células bajo el dominio de otro ser.
Estaba muy, muy relajado, sería tan fácil dejarse llevar y desaparecer, la idea era tentadora.

Simplemente descargar su memoria a la mente de... ¿Cual mente?

Unos golpecitos lo regresan a la realidad.

Los sentía en el pecho, su pecho, el pecho que compartía con Samanta, el pecho de Samanta.
Poco a poco abre los ojos en el plano de los despiertos.
Parece que el salto lo había desconectado de la realidad por unos momentos.

Recobra la conciencia justo para asomarse lentamente como una babosa por sobre el hombro de Samanta, quién había hecho un nuevo intento por llamarlo.

-¿Dónde estamos?-Pregunta Simil, adormilado.

-Un baño, o eso creo. Pregunté a Aqvus si habia uno y me dijo que este era.

-¿Aqvus?

-El Acidiano, se llama Aqvus, y el Viriano es Markie. Eirene insistió en que debíamos conocer nuestros nombres si íbamos a viajar juntos.

-Ya veo...

Con los sentidos algo más despiertos, Simil podía más allá del vapor. Estaban en algo similar a una bañera, en un líquido muy parecido al agua, era tibio y cómodo a traves de la piel de Samanta.

La masa gris empieza a cubrir a Samanta, mientras ella se hunde en el líquido.

-Yo no hice eso-Dice Simil.

-Lo se, lo hice yo-contesta la mujer mentalmente-Cuando estás inconsciente, tengo que manejar yo nuestro cuerpo. Y pensar que en un inicio nisiquiera podía mantener firmes las piernas

La chica se ríe en su mente.

-Parece que estás de buen humor- Bromea el Asilian.

-Lo estoy, nos estamos alejando de la flota rebelde, y eso me relaja.

-¿Alejándonos?

Samanta la explica el nuevo rumbo a Simil.

-mmm... Es una buena idea, podría recuperar algo del conocimiento perdido, sinceramente, tuviste una muy buena idea.

-Si, y Aqvus nos propuso algunos lugares seguros dónde podríamos escondernos de la flota en los territorios Acidianos, después de que consigas algo en la biblioteca, podríamos establecernos ahí un tiempo, ¿No crees?

-¿Tan pronto quieres dejar el viaje espacial? Creí que te gustaba la idea de ver otros mundos.

-Si, pero... -Samanta se sale del liquido-No se, el ver la flota... Me dio miedo, ¿Sabes? Hacía tiempo no lo sentía, tu evitas que lo sienta casi siempre, y aún cuando no, sentía que siempre podríamos salir de cualquier cosa trabajando juntos. Pero esto... Me sentí pequeña, como si fuera un fósforo en la punta del mástil de una barca vieja en medio de un enorme Tifón, que en cualquier momento me apagaria.

-Samanta-Dice calmadamente simil.

-¿Eh? Lo siento, me deje llevar un poco

La mujer siente algo en su mano, algo que crece y se forma.

Poco a poco eso va tomando forma, una forma que ella conoce.
Algo que no veía hace mucho.

Una cámara.

-A ti te gusta documentar cosas, ¿no es así? Tenías esto contigo cuando nos conocimos por primera vez.

-Simil...

-Te prometí conocer el universo, y nadie se va a poner en medio, ni la federación, ni la flota, ni nadie. Si llevo siglos evadiendolos solo, no serán un problema ahora que somos el doble de fuertes, ¿No?

Samanta abre el visor de la cámara, no era como ella la recordaba.

-Me di el lujo de mejorarla, tu también me habías dicho que los nombres eran importantes. Así que decidí llamar esta cámara "El Ojo de la Tierra"

-Es un buen regalo, ¿No esperaras algo a cambio?-Samanta dijo eso con ciertas intenciónes.

-No, la verdad, simplemente quise darte algo.

Samanta suspira.

-Ni leyendo mi mente captas indirectas.

-Si ni hombres ni alienígenas más captan, ¿no será que el problema no somos nosotros?

-Yo creo que... Espera, pensaste ese chiste, así que si lo entendiste.

-si, solo te estoy tomando el pelo.

Samanta se ríe un poco.

-¿desde cuándo tienes sentido del humor?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Unidades de la flota bajan al planeta selvático, las plantas ya se habían calmado.
Pero el desastre que había ahí no podía ser sanado tan rápido.
Las unidades exploradoras habían dejado la búsqueda y ahora escaneaban y estudiaban los grandes daños.
Sea lo que fuera que había provocado eso, era poderoso, mucho.
Y el líder de la flota rebelde que veía las imágenes desde varias galaxias de distancia lo quería.
Lo necesitaba.
Si tenía lo que haya hecho algo así, su incursión contra la federación sería un éxito.

Mientras tanto, el arma que tanto codiciaba el líder de la flota golpeaba con insistencia la puerta del baño para hacer popó.

GALAXIA SIMILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora