ᴏʟᴏʀ ᴀ ᴠᴀɪɴɪʟʟᴀ ʏ ᴘᴀɴ

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—ᴏʟᴏʀ ᴀ ᴠᴀɪɴɪʟʟᴀ ʏ ᴘᴀɴ

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🂱



























     En la segunda parte del asalto no habían incluido a Alcander, y está estaba muy agradecida, pues se sentía demasiado cansada para hacer algo más que comer pan y tomar un trago en la habitación que Kaz había alquilado.

Alcander se metió a la tina del pequeño baño, el agua fría golpeó con fuerza su piel y empezó a temblar del frío en cuestión de segundos. Por lo tanto metió sus manos al agua e hizo que el fuego se extendiera un poco, este calentó el agua en cuestión de minutos, asiendo que Alcander sonriera al sentir lo tibia que se había puesto el agua.

Estuvo en aquel lugar por horas, tomando un poco de cerveza y oliendo el olor de vainilla que el jabón desprendía. Estuvo todas las horas que los cuervos se habían tardado en la segunda parte del asalto.

Pensó en Kaz y en como se había apartado de ella tan bruscamente cuando intento tocar su mejilla. Negó con la cabeza, la impotencia la estaba comiendo viva, hablaría con Kaz cuando volviera.

Cuando el agua volvió a ponerse un poco fría, se levanto de la tina, se pasó una toalla por el cuerpo y al ver qué no había llevado la ropa dentro del baño se puso furiosa. Salió del baño lentamente, simplemente con una toalla atada arriba del agraciado pecho.

Cuando llego a la habitación, Kaz se encontraba en el lugar, únicamente el. Tenía la pierna mala estirada, los ojos cerrados y simplemente se encontraba con una camisa blanca de botones, los tirantes y el pantalón negro puesto.

Alcander trago fuertemente al verlo acostado en el sofá, Kaz era muy sexy y tal vez esa parte pícara le molestaba de ella misma. Alcander cerró la puerta con fuerza haciendo que Kaz abriera los ojos, se movío lentamente por la habitación, haciendo como si el ojiazul no se encontrará en el mismo lugar que ella en aquel preciso momento.

—Alcander— dijo Kaz y ella fingío unn sobresalto.

Volteo a verlo y cuando trato de fingir un sonrojo, realmente se sonrojo. Tal vez no había pensado bien el entrar desnuda a una habitación con Kaz Brekker como único invitado.

Kaz la miro de pies a cabeza, la examinaba con determinación. Alcander no pudo evitar soltar una risa nerviosa y abrazarse a ella misma, Kaz, el bastardo del barril si tenía hormonas después de todo.

—Podrias... Ya sabes, no ver— movío la mano en señal para que se diera la vuelta, esté se levantó, sentándose en la orilla del sofá, me hizo caso sin reproches —¿Qué haces aquí?— pregunto mientras se ponía la ropa interior.

—El plan termino, lo logramos.

—Me alegra saber eso— contesto mientras me ponía unos pantalones cómodos para dormir y para andar por la calle sin que las personas le vieran mal.

Alcander Donde viven las historias. Descúbrelo ahora