Maca
Me senté en la cabecera de la mesa y la observé caminar desde el baño hasta la silla en el puesto a mi lado.
Sus movimientos cuidadosos dejaban la huella de anhelar una segunda oportunidad que yo no sabía si estaba dispuesta a otorgar, de querer comenzar la conversación decisiva y al mismo tiempo temer de su resultado. Entrelazó los dedos, luego los separó y llevó las manos a su cuello, las bajó hasta la mesa, volvió a juntarlas.
Ya empezaba a perder la paciencia.
—¿Vai a decir algo o querís que estemos toda la noche acá?
Salió en un tono más desagradable de lo que esperaba, aunque mi intención tampoco era ser amable. No sentía tristeza pura ni enojo, sino una fusión de emociones colmándome el cuerpo, apretándome los puños. Era desilusión; me miraba y sabía que podía ver lo desilusionada que estaba de ella, porque no era capaz de convencerme de que la Jacinta que me acompañó durante todos esos años, era la misma que se hallaba ahora en mi departamento.
—Maca, te juro que mi intención nunca fue hacerte daño.
—Se nota —respondí en seco.
—Mira, cuando supe que el Benjamín estaba con la Rubí y empecé a conectar los puntos, lo primero que pensé fue en contarte. De verdad. Pero no sabía cómo ibai a reaccionar y no quería que siguierai sufriendo por ella, si el primer año fue súper difícil para ti po —tomó una pausa para mirar sus pulseras con aire apenado y continuó—. Maca, yo pensé que te estaba protegiendo. En serio que solo quería protegerte.
—Y cuando supiste que la Rubí se acordaba de mí, ¿también queríai seguir protegiéndome o no queríai que me fuera?
Su silencio fue otorgante.
Levantó la vista y me encontré con sus ojos. Oscuros, profundos, llenos de inquietud; tal vez por tratar de hacerme entender, por estar arrepentida o porque se estaba exponiendo en esa noche de viernes.
—¿Qué tanto tenís contra la Rubí? —hablé de nuevo—. Siempre hay algo malo con ella; que no es para mí, que puedo encontrar a alguien mejor, que me va a lastimar... Pensé que de verdad te queríai a tomar el tiempo de conocerla, pero supongo que eso también era mentira.
—¿Cómo esperai que me dé el tiempo de conocerla, Maca? Si siempre quise que me mirarai como la mirai a ella.
Sus palabras retumbaron en las paredes por lo alto que las dijo. De inmediato noté que se arrepintió, aunque yo ya lo sabía. Lo comencé a sospechar cuando regresé a Santiago, sin querer convencerme de que era cierto, y terminé de sacar conclusiones en esos últimos días.
—¿Entonces fue por egoísmo?
Ella meneó la cabeza. Se cubrió el rostro con las manos y dejó salir pequeños ruidos de llanto.
—Fueron muchas cosas —replicó—. Sabía que ibai a volver con la Rubí y, pucha, estaba más chica po, pensaba que en algún momento, si te quedabai, podíai llegar a sentir lo mismo, que podíai quererme como yo te quería.
—Jacinta...
—Fui tonta, ya sé. Perdón —se descubrió los ojos para intentar limpiarse las lágrimas antes de que cayeran, pero le fue imposible—. Ya sé que siempre vai a volver a ella.
Me levanté en silencio a buscar la caja de pañuelos en mi pieza. Se la dejé en frente, esperé que se recompusiera y continué a escucharla.
Su llanto era algo pocas veces visto. Quizá por eso decidí creerle, confiar en que al menos esa parte de su ser estaba siendo sincera; pero dejar de lado la decepción y la molestia no fue suficiente para encontrar la forma o el tacto para consolarla, así que solo esperé.
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Siempre tú | Rubirena |
Fiksi PenggemarRubí se olvidó de Maca. Años después se reencontraron, pero Rubí ya no estaba sola.