Capitulo 5

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  Las rejas de hierro se abrieron, detrás de ellas estaba una niña que lo llamaba.

-Hola Michael, ven a jugar con nosotros- decía con una tierna risita- ven, ven a las hamacas con nosotros.

  El muchacho quiso seguirla, pero apenas puso un pie en el umbral el rostro de la pequeña se desfiguró por completo, todas las flores del jardín se marchitaron de golpe, las risas de los niños pararon. Había sangre en todos lados, de repente un espectro sujetó sus manos y este despertó de golpe al escuchar de lejos que alguien gritaba su nombre.
  El joven despertó sudoroso y agitado, no entendía dónde estaba en ese preciso momento ni lo que había soñado.

-Muchacho, despierta- dijo la señora que ayudaba con el aseo del hogar dónde se hospedaba- el padre te está esperando en la puerta para desayunar.
-¿Qué día es hoy mi señora?
-Hoy es jueves querido, levántate, ya amaneció.
-Dígale que no me tardo, por favor.
-¿Estás enfermo muchacho? ¡Estás pálido y sudoroso!- exclamó con una voz maternal y procuró tocar su frente con gesto de preocupación.
-Estoy bien, no se preocupe. Sólo fue un sueño.
-¿Una pesadilla?
-Si, parecía tan real. Bueno, mejor no hago esperar más al padre, en un minuto estoy abajo.

  Marta bajó las escaleras y avisó a la visita. Era empleada del lugar hacia muchos años, era la hermana de la esposa del dueño. Dedicaba cada día a limpiar y acomodar todo para los huéspedes, había perdido a su familia por una enfermedad, su marido y su hijo habían muerto años atrás. Ella tenía que mantenerse de alguna forma. Por fortuna, su hermana la acogió dándole casa y trabajo, desde entonces era parte de ese hogar transitorio.
  El cura del pueblo estaba parado viendo el lugar, siempre se lo solía ver calmo, con su sombrero y sus trajes siempre impecables. Los lentes brillantes como los zapatos y su peinado intacto. El joven bajó las escaleras y saludo cordialmente al padre.

-Buenos días Padre, disculpe la demora.
-Buenos días hijo mío. No te preocupes, todavía podemos llegar a tiempo.
-¿A tiempo?
-Sí, verás muchacho, te llevaré a conocer a la familia más adinerada del pueblo vecino, me han pedido que les recomiende a un profesor para enseñarle a los niños. Ya verás, son magníficos.

  Se dirigieron a la mansión de la familia Bernard. Eran descendientes franceses, llevaban tres generaciones en el pueblo, y solían visitar cada vez que podían a House of Saints, eran amigos de la familia Green. Solían pasar las tardes tomando té, asistían a sus fiestas de aniversario y eventos importantes, cómo lo fue la de compromiso de Samantha y Thomas. Después del misterioso día en que la casa quedó en silencio y sólo había quedado el gran misterio, los Bernard dejaron de frecuentar el pueblo vecino, era la primera vez en mucho tiempo que solicitaban al cura para pedirle consejos y ayuda, la de un profesor para su hijo mayor.
  Nadie había mencionado antes el nombre de los Green desde la desaparición del cazador, los vecinos se limitaban a hablar de los que todavía quedaban vivos, decían que la mansión estaba embrujada, otros decían que si pasaban cerca de la gran casa escuchaban los gritos incesantes que provenían desde las habitaciones más altas.
  Michael, que era nuevo, no había escuchado jamás sobre esa familia, ni siquiera de la desaparición de cada uno de sus miembros, ignoraba completamente a dónde se dirigía y con quién se iba a encontrar.

Buenas Noches MichaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora