I "Indicios"

522 59 14
                                    

La pluma con la que escribía fue soltada con delicadeza, el dueño, acostumbrado por esa pieza en su juventud ingenua bajo tutela española, era de los pocos que todavía gozaba escribir a la antigua, pluma y tinta, bajo la iluminación baja de una vela derretida y el calor y el silencio de la noche en vela.

¡Cuántos recuerdos le traía!

Sus labios se fruncieron en una baja sonrisa de melancolía.

Sin embargo, esos golpes persistentes volvieron a sonar con fuerza, rompiendo el silencio pero notando que no era demasiada a comparación de las primeras horas, al saber que era un buen momento de menguar ante todas las horas transcurridas.

Sus ojos color vino giraron de reojo al reloj de arena a un metro suyo, encima de la mesa cuando los últimos granos de arena terminaron cayendo puntuales.

Un grito ahogado fue un buen indicio de comenzar, guardó los papeles y la tinta, pensando terminar con la limpieza luego del alimento.

Tomó una bandeja de plata, encima ya tenía preparado comidas pequeñas, solo un pequeño plato suyo nacional y algo de tomar, estaba un poco frío pero nada de qué preocuparse. Al menos esperaba que esta vez sea aceptada, o sería condenado a otras horas más de hambre.
Aunque no le molestaba o aburría ver esa parte suya.

Los pasos resonaron ante la habitación avejentada y hecha de madera chillante bajo su peso, debería ser molesto al no usarlo y traerle recuerdos, pero no importaba demasiado siendo el lugar perfecto de pensamientos y sueños cercanos. Lo más especial era que las puertas fuesen lo suficientemente gruesas para sofocar los más grandes ruidos en el interior.

Parte esencial, cabe decir.

Llegó al lugar al terminar de bajar los escalones, la única puerta bajo esa vía dejó de resonar hace un par de minutos.

_ ¿Ahora estás de humor? _cuestionó con cautela, sofocando su gracia.

No hubo movimiento, tampoco algún comentario del interior.

_ Voy a abrir _avisó luego de sacar las llaves y continuar empujando la puerta, entrando al interior.

La iluminación que debería suceder desde una lámpara de combustible, bastante antigua pero acorde a la casa, fue tirada en su último intento de lucha, por suerte, no surgió un incendio ante su rápida reacción. Desde ese momento, consideró que permanezca a oscuras.

_ ¿Boli~? ¿Dónde estás, cariño? _ cantureo sin lograr ver por la oscuridad, levemente visualizó los muebles del interior por la luz de las escaleras, pero no más movimiento.

Extrañado, el peruano bajó la comida, no iba a insistir, pero deseaba que ingiriera alimento.

_ Te dejaré a solas un poco más, sé que debe de ser difícil pero sería mejor acostumbrarse que complicarlo. Hm~ creo que tu manera es más la última parte _rió levemente. Antes de pararse y girar de vuelta, una voz susurrante interfirió.

_ ¿P-por qué...?

El peruano se detuvo, sin expresión alguna o acomplejado, el menor no lo sabría, no podía ver su expresión.

En una esquina alejada, estaba ese pequeño país envuelto en temor e inseguridad de sus pensamientos.

Temblando por frío y soportando la leve asfixia que sufrió por su ineptitud al dejar caer la lámpara, solo esa pregunta era la que revoloteaba sus pensamientos y su constante negación que esto, era real.

Su hermano, su único amigo, su familia, la persona a quién trató con tanto cariño y siempre se juzgó por hacerle daño al abandonarle, al considerar un futuro diferente si hubiese pertenecido, en territorio, a él, como si fuese un hijo o hermano menor.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 25, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi Dulce Kantuta, Mi Dulce DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora