🌸 죽을만큼 사랑해요 살려주세요 🌸

VI: 한

➠  Han ( 한 )

« Una idea tan amorfa como el amor o el odio: intensamente personal, pero transmitida colectivamente, una antorcha nacional, una insignia de sufrimiento templado por una sensación de
resiliencia. »

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« I can't touch your soul. »

24/12/2016 📍 Seúl

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Dido and Aeneas, Z. 626, Act 3 Scene 2: "When I am laid in earth".

02:12 ─〇───── 04:41
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Las palabras con Taeyang habían mermado día a día. Desde que no habían podido verse, Dae-Hyun estaba cada vez más alejado de él. Sabía que lo seguía amando, y que de hecho se lo recordaba cada día.

Pero el no poder verse nunca le estaba torturando. El pensar que ni siquiera podrían abrazarse o besarse aunque sólo fuera una vez, por dos segundos, le había vuelto loco y paranoico.
Jian intentaba que Dae-Hyun dejase de preocuparse; pero era prácticamente imposible hacerlo. Era odioso pensarlo, Jian lo comprendía y entendía más que nada en el mundo.

Sobre todo si Taeyang se había rendido y su amigo era el único que luchaba.

– Jiyu y yo vamos a hacer una fiesta de Navidad, ¿te vienes? Quizá podamos hacer algo juntos – Jian sonrió, recibiendo una desoladora mueca de su colega, que le robó la sonrisa casi a partes iguales.

No necesitó una respuesta.
Ya sabía que era una rotunda negación.

Suspiró.

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« Videochat incoming »
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– Hola, Taeyang. ¿Cómo te encuentras hoy?

Las ojeras y el rostro pálido de su amigo a distancia le decían que todo iba mal. Pero quería preguntar de todos modos. No entendía cómo alguien que vestía con aquellos tonos pastel ahora se había reducido a colores insanamente negros. Recibió una mueca y un encogerse de hombros.

Dae-Hyun estaba siendo paciente. Sabía que el choque había sido fuerte, ninguno de los dos podía explicarlo. Y era, lo que más despertaba su insomnio por las noches.

Pero aquel día después de algunos intentos, explotó.

– ¿Sabes? Creo que deberíamos dejar de hablar.

Recibió la atención de Taeyang por primera vez en días. Primero con un devastado brillo en sus ojos, después con un ceño fruncido. Y poco después un ademán y un fruncir de labios.

– Estoy agotado de ser el único que pone de su parte.

– No sé qué estás diciendo, Dae-Hyun.

– ¿Que no lo sabes? – alzó la voz, mirando al contrario con cierto enfado –, ¿cuántas veces has intentado animarme en lo que llevamos desde que no pudimos vernos? Antes me mandabas mensajes a cada hora.

– Las personas cambian. Acéptalo.

– No – sollozó, casi por la ira, recibiendo la completa atención del contrario –, no quiero...no quiero aceptarlo. ¡No puedes decirme que acepte que seas cruel conmigo, Taeyang!

– Dae-Hyun, yo...

– Adiós – musitó, rompiendo la llamada a medias.

Taeyang trató de hablarle. Dae-Hyun lo único que hizo esas horas fue borrar todo. Todo mensaje, toda foto de él, bloquearlo, sacarlo de su vida. ¡No era su culpa que estuvieran así! ¡No podía seguir en ese estado!

– Vete a la mierda – dijo, mirando el teléfono antes de apretarlo y llamar a Jian, limpiando sus lágrimas –, ¿dónde es la fiesta? Me apunto.

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Había mucha gente, pero precisamente, esa noche, Dae-Hyun se sentía más vacío que antes de conocer a Taeyang. Sus dedos picaban expectantes de un mensaje ajeno que jamás llegaría. Al final, se sentó en un sitio con Jian, a quien le acabó por contar todo. Éste negó, con una copa de cerveza en una de sus manos, y sonrió un poco.

– Hiciste lo correcto. Ya estaba agotado de que te hiciera sentir mal. ¡Alegra esa puta cara, venga! – golpeó la espalda ajena, sonriéndole.

Dae-Hyun también sonrió, riendo por primera vez en semanas, compartiendo bebida con él. Y por horas se olvidó de su obsesión. Taeyang pasó a un segundo plano, recubierto de oscuridad completa y soledad que se disipaba cada vez que se esforzaba demasiado por disiparla.

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Ya casi eran las once y media de la noche. Jian había sido secuestrado por Jiyu, y él se había quedado quieto en uno de los sofás del bar en el que estaban, mirando fotos de Taeyang que aún no se había atrevido a borrar, o capturas de sus conversaciones. Y por fin, su móvil vibró.

Su corazón se aceleró al ver un correo electrónico de hace horas. El único sitio donde aún no había bloqueado a Taeyang.

Y su dedo fue más rápido de lo que él pudo procesar:

« Lo lamento » – comenzaba, y las lágrimas de Dae-Hyun ya amenazaban con salir a flote –, « sé que he sido un mal amigo estas semanas. Siempre he intentado ser feliz para ti. Pero lo cierto es, que mi felicidad es falsa, y que realmente siempre estoy triste. La razón por la que yo vivo, es por ti. Desde que tú apareciste, mi vida se sentía aún más agradable. La tristeza moría cada vez que tú aparecías, y revivía mi alegría como un campo de flores antes marchito, hasta que tú apareciste.

No puedo expresar lo mucho que te amo, Dae-Hyun.

Y te escribo para decirte que te dejo. Y no porque hayas hecho algo mal. Sino porque este mundo es demasiado agrio para mi pequeño corazón.

Te amo, pero hoy, será el último día que oirás mi voz. » – el ceño de Dae-Hyun se frunció de golpe, mirando el teléfono –, « me voy a quitar la vida. »

En su vida Dae-Hyun jamás había sentido tanto miedo. Las pupilas se le contrajeron. Sus manos temblaron. Sus lágrimas cayeron más abundantes contra sus propios dedos y la pantalla del teléfono.

00:00

– ¡Feliz Navidad!

Dae-Hyun salió aprisa a la calle, tratando de llamar a Taemin, pero era en vano. Sonaba el contestador. Comunicaba. Lo llenó de mensajes, de likes, intentaba contactar con él, pero era incapaz.

Dae-Hyun se sintió morir, a las doce de la noche de un día de Navidad del año 2016.
Y lo último que pudo observar, es que se había quedado parado sin querer en medio de la carretera, y las luces de un camión se dirigían hacia su cuerpo.

Cerró los ojos, preparándose para un impacto abrasador.