✟ Capítulo 09 ✟

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Engañosas son esas palabras que se dicen de frente.


El mal no siempre triunfa, puede que a veces gane pero por encima de eso de algún modo el bien sale a la luz.

Ellos llegaron a mi vida y pese a que no son buenas personas fueron esa luz que alumbraron el mar de oscuridad que yo advergaba; pero aunque cambié una parte de mi sigue sintiéndose indefensa y en la necesidad de sentir consuelo.

—Maya se volvió a ir —le informo a Rinaldo cuando escucho la puerta ser abierta.

Luego de que ella insistiera en que estoy loca por la decisión que tomé decidió marcharse para no ser participe de mi "estupidez", la llamé cobarde como siempre y vine a mí habitación donde aún me mantengo observando a estos tres hombres, porque si, ya dejaron de ser chicos, el tiempo pasó y ahora frente a mi pese a que están dormidos sus facciones han madurado y se convirtieron en hombres.

—No irá muy lejos, ya no hay más misiones —avisa—, al menos no por ahora.

—Como sea —hago un ademán—, haz que él despierte —señalo uno de los tubos.

No dice nada, tomo su silencio como un si y camino al baño no sin antes sostener un pijama de dos piezas que consiste en un short negro y una blusa de tirantes roja.

Las paredes el baño son espejos pero triangulares lo que hace que mi reflejo se vea distorsionado, acaricio mi cabello corto antes de sostenerlo en una colega.

Tarareo una canción al azar en lo que flexiono un poco mi cuerpo ya que lo siento un poco entumecido y luego de despojarme de la ropa me doy una ducha larga que hace que todos mis músculos se relajen.

Acaricio con delicadeza mi cuerpo dandome el cuidado necesario antes de salir y colocarme el pijama, con una sonrisa abandono el baño la cual no permanece por mucho tiempo al verlo ahí.

Su cabello está tan largo que logra llegar hasta sus hombros, un camino de barba recorre su mandíbula y permanece sin camisa sentado en mi cama, evaluó mi alrededor notando que no hay rastro de Rinaldo.

—Hola —susurro volviendo a sonreír.

No voltea a verme simplemente se queda ahí sin hacer o decir nada por lo que me pongo un poco incómoda.

Con pasos torpes camino hacia el y sostengo su mano, lo miro a los ojos aún sin borrar la sonrisa de mis labios y al ver que no pone resistencia camino con el hacia el baño.

—La barba te sienta muy bien pero si no la quieres te la quito —hago que tome asiento en un sillón.

—Quitamela —pide con voz grave.

Cuanto extrañé su voz, quiero dejar de sonreír pero resulta imposible; tenerlo de frente es algo que desee durante mucho tiempo.

Busco una rasuradora eléctrica y la crema de afeitar en los cajones del baño, vuelvo a acercarme a él, tomo asiento en sus piernas y enciendo la máquina antes esparcir la crema por su rostro para comenzar a remover los bellos de su rostro.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Cinco años —murmuro concentrada en lo que hago— no te muevas puedo lastimarte.

Sostiene mi mano con un poco de brusquedad y me mira a los ojos.

—¿Por qué decidiste despertarme a mi? —entrecierra los ojos.

—Veo que estos cinco años no sirvieron para cambiar tu temperamento —sigo sonriendo.

—Recuerda que te odio Eloísa —deja ir mi mano.

Ryche. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora