Capítulo 4

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-Llegamos. Habló o más bien gritó Rayan en forma de saludo al entrar.

Mi nuevo hogar, es… diferente, un poco más… moderno, lleno de porcelanato. Mi casa no era anticuada, solo un poco tradicional, con pisos de madera. 

Pero en algo si se parecían, ambas estaban colmadas de un ambiente acogedor, lleno de amor. 

Los niños corrieron a mi encuentro y me mostraron mi nueva habitación, dejándome ahí unos minutos.

Me tumbe en la cama y cerré los ojos, de inmediato imagine a mi familia observándome con una sonrisa en sus rostros, también sonreí, estaba listo para mi nueva vida.

– No los defraudaré. Afirme en un susurro, solo para mis oídos.

Bajé y todos se encontraban en la sala de estar, acomodados en el sofá para ver una película.

-Ahí estas. Me habló Bell, mientras dejaba las palomitas de maíz en la pequeña mesa de centro.

– Ven. Dijo haciendo un ademan con la mano. -Mira una película con nosotros, es un poco infantil por los niños, pero estoy segura de que te gustara.

-Claro. Me senté en el sofá abrazando a Lucy que estaba a mi costado, con esa sonrisa que la identificaba, le faltan los dientes superiores del frente, pero aun así es hermosa.

Vimos, Monsters Inc. una película divertida y una de mis favoritas.

Al terminar subí a Lucy en brazos, ya que se había quedado dormida, la dejé en su habitación y me dirigí a la mía, me di una ducha y deshice mi maleta, con la intención de buscarle un lugar a mis cosas en mi nueva habitación, al hacerlo me encontré con una foto familiar de hace algunos meses, en la que se mostraba a todos luego de un día hermoso jugando en la playa, la puse en el velador que se encontraba a un costado de la cama, junto a una lámpara y el despertador, en el cajón del mismo deje mis libros, la medicina y mi teléfono celular, el cual era muy importante, me recordaba la hora en que debía tomar el medicamento y  contenía los números a los que debían llamar en caso de emergencias.

Luego de poner todo en orden, me recosté con la intención de dormir, pero es imposible con tantas cosas en la cabeza, me siento cómodo en mi nuevo hogar pero extraño el antiguo, a mis padres, mis hermanos, a todo lo que vivimos juntos.

Muchas veces tomamos decisiones, y sentimos emoción por dar un gran paso, pero el trayecto es diferente, te sientes angustiado, frustrado y eso es lo que estoy sintiendo. No puedo imaginar una vida sin ellos, aún siento su presencia, siento que todo es un sueño, quiero despertar y que todo vuelva a la normalidad. PERO ES IMPOSIBLE. Molesto me levanté de la cama y me acerque a la ventana, la abrí y me senté en la superficie, miré al cielo, esperando una respuesta, un aliento, algo que me ayudara a seguir.

-¿Estás bien? Preguntó Rayan luego de entrar a la habitación

-Si, solo, estaba pensando. Respondí con una sonrisa, agradecido por su preocupación.

-Sabes. Se acercó más a mí. - Eres una de las personas más fuertes que conozco.

-¿A que te refieres?. Pregunté algo extrañado por su comentario. Tomo una bocanada de aire mirando al exterior y continuo.

-Lo digo porque, con todo lo que te paso, aún le sonríes a la vida, y vez todo de la mejor forma posible. Es raro escuchar, o ver, que algún chico de tu edad, se comporte tan maduramente con una situación como la que estás viviendo. Muchos adolecentes luego de perder a sus padres se enfurecen con el mundo por la situación que les tocó vivir, se vuelven agresivos, malos, tal vez son maduros en la forma de pensar, pero no lo demuestran, ocultan sus sentimientos por miedo a que alguien más los lastime. Tú no, tú no temes salir lastimado, tú temes lastimar a los demás.

- ¿ Por qué lo dices? Sus palabras me sorprendieron, este hombre a pesar del poco tiempo de conocerme, me hablaba como si lo hiciera de toda la vida.

-Sonríes porque sabes que una sonrisa transmite felicidad, al igual que la tristeza transmite angustia y aunque la sientas no la demuestras. Amas la vida porque sabes lo que se siente no tenerla para siempre, tú despiertas cada mañana sabiendo que en unos días moriras, pero aun así la disfrutas, disfrutas la vida y no te quedas en un rincón llorando porque el mundo fue injusto contigo.

El me decía todo eso haciéndo que me sintiera la mejor persona, haciendo ver tan fácil todo lo que hacía para confrontar cada día, pero no lo era, era difícil.

-Te admiro Eitan, eres una gran persona y no dejes que nadie te diga lo contrario. Confrontaste tu situación y ese es un gran paso, ahora sigue hacia adelante y deja de mirar atrás, deja de recordar lo que perdiste y concéntrate en cumplir tu objetivo, hazlo por ti y por ellos, es lo menos que se merecen por haber criado a una gran persona como tú.

Tenía razón, debía hacerlo por ellos, y fue así desde el principio, desde que me enteré de mi enfermedad, luche por mi y luche por mis padres, para que supieran que todo el esfuerzo que hicieron en educarme valió la pena y que no lo iba a tirar a la basura solo por un pequeño tropezón, por una piedra que se me cruzó en el camino, iba a luchar hasta al final, hasta el último día que me quedara.

-Gracias. Fue lo único que puede decir, ante esas palabras que me reconfortaron, dándome lo que tanto pedí, FUERZAS.

IRREMEDIABLE DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora