prólogo

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Si todo tu mundo se desmorona en sólo cuestión de al menos, dos días, ves como la gente muere frente a tí, las calles llenas de lo que eran tus amigos, familias. Ya no se podía salir. No se podía estar dentro. ¿Que harías? ¿Te irías?

Era cuestión de tiempo para que murieras, hicieras lo que hicieras.

Algunos luchaban, corrían, huían. Otros solo se dejaban, no intentaban hacer nada.

Desde pequeña mi padre me enseñó a que pase lo que pase, no debí rendirme. Claro que no es muy fácil seguir esa regla cuando ves que todo eso que llamabas hogar se acaba, cuando ves como tú mismo padre es devorado.

Estuve oculta en un sótano durante dos días, comiendo putas manzanas. Hasta que decidí que huiría. Me iría porque no me dejaría caer. Huiría hasta morir, de hambre, comida por ellos, o de tanto correr. Daba igual. Tenía que irme.

La última ciudad ✅ ACTUALIZANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora