Capítulo 4

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- ¡TRAER AL OTRO! - vocifero a nadie en particular mientras saco mi espada del cuerpo inerte que yace a mis pies

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- ¡TRAER AL OTRO! - vocifero a nadie en particular mientras saco mi espada del cuerpo inerte que yace a mis pies.

-Ese era el último, Su Majestad- expresa uno de los guardias que están custodiando el coliseo donde me encuentro.

- Bueno quiten todo este basurero -dicto mientras me dirijo hacia la salida- Ah y tu - apunto hacia uno de los carceleros- Limpia esto -aviento la espada ensangrentada a sus pies.

Hoy ha sido un día muy monótono, lo único que me entretenía era jugar con los reos, pero parece que ya me los he cargado a todos, posiblemente he estado aburrido toda la semana en la que Emily iba de visita con sus padres.

-Que fastidio - exclamó en voz alta mientras me voy acercando a mi despacho- lo único divertido que podía hacer se terminó - digo a la vez que entro a la estancia.

-Será porque mataste demasiado rápido a esos pobres sujetos- escucho decir una voz muy conocida para mi lastimosamente.

-Francis, ¿Cómo fueron tus vacaciones? No es que me importe - digo con evidente sarcasmo de por medio- Y no, no son “pobre sujetos” ellos cometieron crímenes dentro del reino y pues la suerte no les sonrío- termino de explicar para después tomar asiento en mi despacho.

-Aja claro, solo vengo a entregarte esto- expresa a la vez que me tiende una carta.

- ¿Una carta de Cromanoff? - Pronunció después de observar bien la carta y su sello- me pregunto qué querrá Gregorie…

Al abrir el sobre, caigo en cuenta que es una invitación para asistir al bautizo de Zachary, que se celebrará en el palacio real de Cromanoff.

-No es la diversión que esperaba, pero al final de cuentas algo es algo- digo para mi mismo- Francis dile al costurero que me haga un traje para la ocasión.

-Si, Su Majestad- se gira para retirarse, pero se termina regresando- Casi lo olvido, la Reina acaba de arribar de su viaje.

-Excelente, voy a ir a verla en un segundo -declaro para que después Puntresh salga de la habitación.

Emily, mi querida esposa.

Realmente mi relación con ella sucedió demasiado rápido que ninguno de los dos supo en qué momento ya estábamos como marido y mujer.

Si soy franco, todavía no sé por qué le pedí matrimonio.

Cuando la conocí, si me pareció una beta muy particular e interesante, pero nada más, hasta diría que es algo insulsa siendo sincero.

Es buena y todo lo demás, pero nunca he sentido una conexión verdadera como pareja con ella, tal vez se deba a su baja estirpe, bueno eso no importa ya.

Termino de organizar los papeles que tenía en el escritorio y salgo del despacho para ir a ver cómo le fue con mis suegros, los Malhore.

La familia de mi esposa no quiso dejar su casa aún después de nuestra boda, por lo cual, siguen viviendo en mi próximo aditamento, el miserable reino de Mishnock.

El Juego Prohibido del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora