12.- Anillos de promesa

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La mirada de Kris se concentró en el techo de su cuarto, mientras la suave música de fondo sonaba en su teléfono, el cual yacía colocado encima de la repisa sobre su cama. Hacía demasiado calor así que todo el grupo estaba acostado en el piso de la habitación del humano, con almohadas sobre sus cabezas y las persianas bajadas; a su vez, el ruido del ventilador opacaba ligeramente la música.

Era consciente del cómo Ralsei yacía a su lado, acostado algo lejos para que la temperatura no les molestase. El Dark World era mucho más fresco pero él había insistido en que deseaba acompañarlos pese al clima.

Susie, por su parte, estaba en el otro extremo del cuarto, roncando ahogadamente en tono bajo.


Kris pensaba en lo raramente reconfortante que se sentía el encontrarse al lado de dos monstruos que lo consideraban su amigo, estaban callados al igual de él, sólo disfrutando estar en compañía los unos de los otros. Aquello era algo que pocos entendían, a él no le gustaba hablar mucho, no lo necesitaba... y sólo por eso no se sentía excluido cuando otros conversaban al frente.

Recordaba que lo que más le había molestado desde niño eran quienes intentaban incluirlo en todo, no lo entendían y sin darse cuenta lo forzaban a cosas que no quería, eran crueles. Kris tampoco entendía que lo hacían por empatía así que los había odiado.

Susie y Ralsei eran diferentes al resto, ambos entendían que para escuchar no sólo se necesitaba oír la voz de otros. Noelle también parecía entenderlo pero Kris no tenía verdadero interés en ella.


Ah, sí. Susie había querido invitar a Noelle pero ella había sido breve y respondió con que estaba muy ocupada en casa.

Sabría que no podría entender sus sentimientos así que ni siquiera lo intentó, siempre que intentaba 'ponerse en el lugar del otro' terminaba fallando y sintiéndose estúpido. En verdad había tomado una buena elección al revisar las cosas de Ralsei sin su permiso, de no haber encontrado antes la carta no hubiese entendido la confesión en la fiesta.

Recordar aquello le resultó agradable y cálido, como si aquello pudiese anestesiar cualquier mal pensamiento.


Volteó a ver a Ralsei, quien estaba viendo al techo con los ojos entrecerrados, sin sus lentes puestos. Él sintió su mirada y volteó, parpadeando curioso antes de sonreír.


Estaba pensando en lo que ocurrió en la fiesta... — Murmuró en voz baja, para evitar despertar a Susie. — Estoy feliz de que no te hayas sentido presionado con eso, era lo que más me preocupaba de todo.

"Pensé que me escondías algo peor, siempre espero lo peor".

Y, bueno, no sé cómo decirte esto pero... — Ralsei suspiro y se sentó en el suelo, mirándolo hacia abajo. — No sé si sea egoísta de mi parte pero quiero que pase lo que pase sigamos siendo amigos, me es muy difícil imaginar un futuro donde ni siquiera nos hablemos, no podría soportarlo...


La voz de Ralsei perdió fuerzas en la última frase y sus ojos parecían algo húmedos, pero su expresión todavía aparentaba calma, cómo si entendiese que al fin y al cabo esa era una decisión que dependía de ambos.

"Mis padres me abandonaron, mis padres adoptivos pelean y mi único hermano también me abandonó..." pensó Kris, incapaz de entender por qué aquel recuerdo le oprimía en el pecho. "Ralsei no puede dejarme".


Kris también se incorporó. — Siento lo mismo.

Los ojos de Ralsei reflejaron sorpresa al mirarlo, aunque dicha emoción pareció ser sustituida por alivio y felicidad.

¿E-En serio...? — Pese a la escasa luz, vio el rostro del monstruo tornarse rojizo. — Mira, pensaba darte... e-esto. — Buscó en los bolsillos de su ropa, sacando dos anillos. — Los gané en uno de los juegos de la feria, ya sabes, cuando Susie se ofreció para ir conmigo por el otro camino. Pensé que sería un bonito detalle.


Le entregó uno de los anillos a Kris, quien lo miró más de cerca. Eran de metal y estaban pintados de dorado, pero el material parecía ser resistente y se veían bien a simple vista.

Se lo colocó y miró su mano, no le gustó el cómo se sentía ya que no estaba acostumbrado a llevar ningún accesorio así que se lo quitó un par de segundos después.


Está bien, no tienes por qué usarlo, Kris. — Habló Ralsei comprensivamente. — Puedes guardarlo y de igual manera significará mucho para ambos.


Pese a sus palabras, Kris se levantó y buscó en el último cajón de la cómoda junto a su cama. Había varias cosas juntas pero logró encontrar el medallón de corazón que le había regalado Asriel cuando eran niños y, sin pensarlo mucho, le quitó la cadena dorada que tenía y lo lanzó de vuelta entre las cosas.

Volvió hacia Ralsei y se sentó, pasando la cadena a través del anillo para así colgárselo en el cuello. Así era mucho más cómodo, además que podía meterlo por dentro de la ropa si lo deseaba.


También te queda muy bien así... — Lo halagó Ralsei, con ojos brillantes de la emoción. — Yo sí lo usaré en el dedo si te parece bien. — Extendió su mano y colocó el anillo, para seguidamente extender el dedo meñique hacia él. — Siempre juntos, sin importar lo que pase, ¿Sí?


Se quedó callado unos segundos, pero en vez de responder decidió acercarse a Ralsei para abrazarlo y cerró los ojos, disfrutando de la comodidad de su cuerpo contra el suyo. Él correspondió, cruzando las manos tras su espalda y acariciándolo con suavidad.

"No me abandones tú también".

Un Príncipe Encantador ¦ #FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora