Vuelve la espuma, con su cuerpo desnudo
a besar la tibia arena.
Vuelve el rígido minuto
a marcar once con once.
Y la espalda de la luna
encorvada una vez más.
Vuelve el tímido goteo,
de la lluvia a lastimarme.
Y aquel rayo de luz
a usurpar mis sábanas.
Pero no vuelven tus labios...