SEDUCIENDO A LA MUERTE +21 | YOONMIN |

Cap.31

POV JIMIN:

No sé exactamente cuanto tiempo pasó mientras estaba atrapado en la parte trasera de esa asquerosa casa rodante que apestaba a desesperación. Jungkook no se detenía, Suga lideraba el camino yendo al frente y Taehyung... El se encerró en la cabina de conducción solo para estar cerca de Jungkook, parece que solo le interesaba saber acerca de la integridad del tatuado fornido, a nadie le interesaba lo que le estaba pasando al anoréxico que siempre se quedaba atrás, hablando así de todos los aspectos posibles.

Recosté mi rostro sobre la almohada de la cama, ya bastante mareado de pensar en diferentes cosas al mismo tiempo; cerré mis ojos con lentitud tratando de encontrar algo que me alertara, pero eso no sucedió, la misma persecución se plasmó en el ambiente por más tiempo del que me pude imaginar, o solamente, tal vez por la situación el tiempo se congeló para mí. Miedo, ansiedad, taquicardia, temor y un dolor crónico en el estomago eran lo que me acompañaban durante el frío viaje, así que de esa manera mis ojos se cerraron por completo, agotados de vivir tanto estrés y desesperación en tan poco.

(...)

-Yo no lo voy a dejar tirado, no es un perro.- Escuché una voz muy familiar envolver mis oídos

-No podemos cuidar de él, es el más débil de nosotros y no es justo con su pobre alma el ser arrastrado con los escombros.- Otra voz no tan familiar respondió al argumento anterior

-No lo voy a regresar, es mío y no lo voy a soltar.- De nuevo la voz más familiar habló -Jimin, Jimin, despierta.-

Sentí unas delgadas y frías manos tocando mi cabello hasta alcanzar mi cuero cabelludo, el tacto volvió a calentar mi cuerpo de una manera casi térmica. Dejé mis ojos cerrados por un par de segundos más, por el único motivo de seguir sintiendo ese precioso tacto; abrí mis ojos a la misma velocidad que implementé para cerrarlos. Mis ojos se encontraron con Suga sentado en el suelo justo al lado de la cama, su rostro estaba al mismo nivel del mío, así que yo era un espectador en primera fila de su pálido rostro. Nuestras miradas conectaron casi de inmediato, la reacción de Yoongi fue sonreír enseñando sus dientes y apretó un poco mi cabello que enredaba los dedos de sus manos, así me acercó un poco más y planto un leve beso justo en medio de mi ceja y mi parpado.

-Que bendición es verte despertar.- Susurró cerca a mi rostro que estaba siendo acariciado por mechones de su cabello rubio -Vamos, levantare.- Se puso de pie

Seguido me senté en la cama para después frotar mis ojos con mis manos y acomodar mi despeinado cabello hacia atrás. Observé a Jungkook quien estaba justo detrás de Suga, el largo de su cabello estaba cambiado drásticamente, pasó de llegar hasta su mandíbula a llegar hasta más arriba de sus ojos; su mirada estaba un poco más vacía de lo usual, supongo que estaba bajo el efecto de alguna sustancia, y pegado a su trasero estaba Taehyung quien esquivaba mi mirada e intentaba no tener ningún tipo de contacto.

-Vamos a nuestra casa Jimin.- Estiró su mano para que yo la tomara, y eso hice sin pensarlo dos veces -Tengo que hablar con él, puedes ir a comprar las mierdas de las cuales estabas hablando hace un rato.- Jungkook asintió obediente a las palabras del mayor

Caminamos tomados de la mano hasta la salida, sin querer desvié mi mirada al baño que estaba completamente abierto, ahí estaba el cabello de Jungkook regado en el lavabo y el suelo, unas grandes tijeras acompañaban el desagradable escenario, pero eso no era lo único, unas delgadas hojas de cuchilla también estaban adornando el para nada sutil resultado del corte de cabello. Mi mirada se regresó al tatuado quien sangraba muy poco desde sus brazos, heridas que traspasaban la tinta negra de sus tatuajes. Por inercia mis ojos se abrieron de sorpresa, regresé mi mirada a Yoongi quien me recibió con una cálida sonrisa.
Salimos de la pequeña casa rodante para caminar bajo el cielo nocturno carente de alguna estrella y cubierto en neblina. Una energía tenebrosa se sentía latente en el lugar, caminamos hasta llegar a nuestra casa rodante que estaba un poco alejada de la otra. Entramos en silencio y caminé hasta la cama mientras el pálido rubio cerraba la puerta tras su espalda.