No sé en qué punto me deje convencer al hacer esto. No sé por qué lo sigo haciendo. Pero de lo único de lo que si estoy cien por ciento segura es que esto deja mucho dinero de la forma más simple.
Me dedicaba a robar a personas adineradas. Si, a robar. No era la gran cosa, unos cuantos trucos y caían rendidos. La gran mayoría eran viejos mucho mayores que yo. Algunos viudos, divorciados o simplemente solteros en busca de un poco de compañía. No lo hacía sola, Liesel y yo eramos compañeras en esto. Ambas vivíamos en la calle y de algo teníamos que sobrevivir.
Una noche Liesel llegó con mucho dinero. Más de lo que yo había visto en toda mi vida. Y fue entonces cuando me lo dijo.- ¿Te acostaste con alguien a quien no conoces por dinero?- la regañé asustada.
- ¿Pero que cosas dices? Claro que no Aleida. Solo... Use un pequeño truquito - soltó sonando inocente.
- ¿Qué truco?- bien no confiaba mucho en su palabra. Y no porque no confiara en ella, es solo que llegaba a conseguir dinero de formas muy peculiares.
- Solo use un poco de gotas para dormir.
-¡¿Qué hiciste qué?!- grité alarmada.
- Tranquila ¿Si? No pasa nada, he sido cuidadosa - dijo restando le importancia.
Cuando contó cómo lo había echo no estaba creyendo lo que me estaba diciendo. Después me dijo que lo intentará, estaba que me moría de los nervios, pensando miles de cosas... y pues heme aquí, preparándonos para irnos a "trabajar".
- Pero qué hermosa estás Ale - alegó pícara mi compañera - con eso te llevarás a los mejores.
- No digas eso - dije terminando de arreglar mi maquillaje - mejor vamos, que se nos hace tarde.
El Tresor club. Una de las mejores discotecas de Berlín. Donde iban todo tipo de personas, como turistas, parejas, jóvenes hormonales entrando con falsas identificaciones y ,sobre todo, viejos adinerados.
Al estar ya fuera del lugar acordamos lo de siempre. Por qué si, teníamos unas cuantas reglas.
1- Adentro somos completas desconocidas.
2- Si alguna está en peligro enviara un mensaje inmediatamente para que la otra vaya a ayudarla.
3- No duramos más de una hora en la casa de la víctima. Así es, esto se trata sobre todo de mucha agilidad.
Esta última era la más importante de todas. Pues la cantidad de somnífero no hacía milagros, solo los dormía un pequeño lapso de tiempo. En eso tomaríamos lo que pudiésemos y borraríamos evidencia. Teniendo extremo cuidado con las cámaras de seguridad que generalmente este tipo de personas tenían.
Las luces neón del lugar me cegaron un momento, eran extremadamente brillantes. La música sonaba y cientos de personas bailaban en la pista. Caminé por todo el lugar, paseando en busca de algún posible objetivo.
¡Bingo!
Y ahí estaba él justo en la barra. Con un aspecto serio, intimidante, un porte imponente. Meneaba su bebida con desinterés, echando un vistazo a su alrededor.
- Uno doble, por favor - encargué al bar-tender.
Me le quedé viendo un momento, intentando que me mirara, pero nada. No me veía, solo seguía ahí parado.
Cuando me colocaron mi bebida hablé lo suficientemente fuerte para que me escuchara.
- Prost! - brindé alzando mi trago y bebiendo lo todo.
Nada.
- Hola - decidí hablarle o esto sería eterno y no lograría nada - ¿Esperas a alguien?