Cuadro Rojo

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Solo…ayúdame…por favor…


¿Una maldición?

Quizá eso fuese, después de todo ¿Este que número de reintento iba?

Ah, ella maldecía por completo al idiota rubio semi dios con el cual tenía que lidiar en casi todas las rutas posibles.

Pero no importaba, decimo, o vigésimo.

No podía dejarla.

No cuando cada vez que la veía morir. Era más dolorosa que la anterior.

Porque cada vez que Illya moría, entonces...

Una parte dentro suyo le gritaba que no iba a poder vivir nunca libre así.

...

―¿Sella? Estas poniendo un rostro raro otra vez ―Sella parpadeó mientras que giraba el cuello viendo a su amiga de siempre, su compañera en todo, menos en ese maldito bucle. Envidiaba por eso a Leysritt, por no tener que ver una y otra vez el mismo final.

Pero.

Esta vez lo lograría, tenía un plan.

Aun no sabía por qué sufría de esto, de esta muerte continua, de este ciclo sin fin de resurrección antes de la guerra, pero.

Sabía cómo lidiarlo esta vez.

Sella miró sus manos unos instantes.

Abrazando con fuerza a Leysritt de la nada, ella se arrojó contra el otro homúnculo mientras que sonreía a Leysritt, la cual no cambió su expresión.

―Ten por seguro que ganaremos ―el tono alegre de Sella hizo que Leysritt levantara una ceja, pero aquello fue interrumpido por una risita detrás de la puerta de la habitación en la cual ambas criadas se encontraban.

Illya entró con una gran sonrisa mientras que corría hasta ambas, Leysritt y Sella para abrazarlas.

―¡Es obvio eso! Tengo al sirviente más fuerte de todos, no solo eso, sino que ustedes siempre estarán para ayudar ―Sella miró el rostro sonriente de Illya.

La inocencia, tranquilidad y confianza plasmada en el rostro de la joven.

Sella quedó viendo unos instantes mientras que se agachó para abrazar con fuerza a Illya, haciendo que esta se confunda.

―¿Sucede algo Sella? ―la voz de Illya fue apacible, como siempre, con ellas, con sus criadas personales, no, con sus hermanas mayores.

Su familia.

Illya amaba a ambas, por lo cual, el comportamiento de Sella poco después de que se había desmayado hace unas semanas no pasó desapercibido.

―Nada ―una respuesta vaga salió de la boca de Sella mientras que Illya sintió como el agarre a su ser se incrementaba― Solo estoy feliz de que estés bien, siento…como si hubiera tenido un mal sueño ―Sella habló con calma mientras que se levantaba y miraba a ambas homúnculos frente suyo.

Del cual no puedo salir…

...

¿Por qué?

¿Qué estaba mal?

¿Qué hizo que no pudo prever esto?

La sangre cayó al suelo mientras que su estómago era apuñalado por una espada hermosa y fina.

Una de las espadas de Gilgamesh.

Las lágrimas salieron del rostro de Sella.

No quería llorar.

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