capitulo 7

58 4 0
                                    

Me encontraba sentada en el porche de mi casa, era un lugar pequeño color blanco con muchas plantas (colocadas por mi) alrededor. Tenía los audífonos puestos pero aun así ninguno de estos emanaba música, no quería ponerla. Tenía las hojas del proyecto en mi mano tratando débilmente de memorizarlas, mi cabeza estaba pegada a uno de los muros de la pequeña barra de madera que lo rodeaba.

-Ojos cerrados

-No ruido

-concentración

Tache todos estos puntos de guía de mi nota mental para poder llegar a memorizar el contenido que ahora era mi responsabilidad.

-¡Hey!- escuche a lo lejos. Una de las ventajas de tener audífonos puestos y fingir que escuchas música es esto, no escuchar a las personas. Sentí que alguien me tomo del hombro así que rápidamente voltee, pegue un brinco debido al tremendo susto que me había provocado

-Lo siento, te llame desde la cerca pero al perecer no escuchaste… así que decidí pasar- dijo un joven sonriente. Tenía unos inmensos ojos color negro, era sumamente pálido y tenía un cabello ligeramente claro. Era alto y delgado, por sobre su cabellera un lindo gorro color rojo y pantalón negro con camisa blanca. Era un joven muy apuesto. Me quite los audífonos y sonreí.

-¿Hay algún problema si me siento aquí?- pregunto, señale con la mano en aprobación

-¿Quién eres?-

-Huuum…. ¿Quién soy? Aun no lose. Pero viviré frente a ti- levanto su dedo índice y señalo, seguí su dedo y divise un camión de mudanzas. Había una joven pareja sacando cajas de distintos tamaños de cartón.

-¿Son tus padres?- le cuestione sin quitar la mirada de aquella linda pareja

-Dentro de lo que cabe- me contesto subiendo y bajando sus cejas. Sus mejillas marcaban unos adorables hoyuelos.

-Soy Emma-le comente tendiéndole la mano, la tomo y la beso en la parte superior de esta

-Mucho Gusto Emma. Soy Jasón-me sonroje ante su acto de caballerosidad. Sonreímos al mismo tiempo, quite mi mano delicadamente al sentir el nerviosismo apoderarse de mí.

-¿Estabas ocupada?- me pregunto fijando su vista en los apuntes al lado de mis audífonos

-Sí, bueno no en realidad- me corregí – La verdad es que solo estaba repasando mis anotaciones. Tengo algo así como una presentación- los tome y los doble por la mitad.

“Jasón ven acá” se escuchó a la lejanía. Ambos volteamos y la señora que ahora se hacía llamar madre de Jasón tenía una enorme caja de cartón sobre sus manos apoyándose en una rodilla.

-Cielos ¡mírala!... no te parece absurdo que las madres siempre te pidan ayuda pero todas y cada una de las ocasiones siempre terminen con la misma frase “nunca haces nada”- dijo imitando una gangosa voz femenina.

-Creo que es parte del trabajo de ser madres-

-Bueno Emma- dijo poniéndose de pie y sacudiendo la parte trasera de su pantalón –Fue un placer haber interrumpido tu increíble sesión de suma inteligencia, pero tengo que ir a ayudar a mi razonal familia- me secundo agachándose. Me quede pasmada sin saber que hacer pero después de una milésima de segundo reaccione y bese su mejilla al mismo tiempo que el joven besaba la mía.

-El placer fue mío señor interrumpe sesiones de increíble inteligencia-

-Hasta luego chica- me grito desde la lejanía, había cruzado recién el cerco que ahora nos separaba

-Hasta luego chico- susurre sonriéndole. Tome mis papeles y entre a mi casa.

Nota mental  “no estudiar con los ojos cerrados fuera de mi casa”. Pase por el gran pasillo principal y me encontré con el gran espejo que mi madre había pagado en una venta de garaje. Sería una buena idea practicar frente a algo y así poder bloquear estos oscuros pensamientos y mala actitud de mi increíblemente bajo cerebro. Me plante  frente el espejo, cerré los ojos unos 5 segundos, tome un largo suspiro y aclare mi garganta.

-Muy buenos días. En presencia nosotros somos el instituto Matthew Brent, esperemos que esta nuestra exposición sea de su agradable gusto…

Seguí hasta terminar todos mis diálogos. Cuando por fin lo termine la última frase me observe desde el magnífico reflejo de la realidad alternativa. Solté una sonora carcajada y no deje de reírme hasta que mis rodillas flaquearon y me hicieron caer el piso. Aun así no deje de reírme, tome mis apuntes y los coloque por sobre mi pecho. Cerré los ojos y repase todo de nueva cuenta en mi cabeza. Estaba preparada, lo había logrado. Estaba lista para hacer una memorable y esporádica presentación en honor a Charlie. Me puse de pie y camine hasta el refrigerador, saque leche y me serví todo un vaso, saque chocolate liquido de la nevera y me hice rápidamente una malteada.

-Por Emma- me dije sonriendo brindando por mi propia persona justo antes de empinar todo el vaso y tomar todo su delicioso contenido.

La última carta de CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora