๛ cinco.

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CHARLOTTE BRZENSKA.

—Iré al baño, ya vuelvo.

Me puse de pie y comencé a caminar en dirección hacia el pasillo de los ascensores, totalmente fuera del salón de eventos. ¿A quién quiero engañar? Ni siquiera sé dónde queda el baño, tampoco necesito ir, simplemente necesitaba salir de aquel lugar lleno de gente tan distinta a mi. Me sorprende la naturalidad en la que Jean habla con todos, aunque no debería, él nació en cuna de oro, está acostumbrado a todo esto... Quizás a mi se me hace raro por eso, es que no estoy acostumbrada.

En cierto punto de la noche logré ver a Mikasa Ackerman y ella también me vio, aunque creo que no estaba muy feliz de verme pues apenas cruzamos miradas, una mueca de desagrado se formó en su rostro, al parecer no le agrada que esté cerca de Jean. Sus ojos negros estaban clavados sobre él, y eso junto a su mirada de odio dirigida a mi lograron hacerme sentir algo incómoda, así que preferí meter la excusa de que necesitaba ir al baño y librarme un poco de toda la tensión que se estaba acumulando en mi cuerpo. Ahora que lo pienso, después de todo quizás si podría ir al baño y retocar un poco mi maquillaje.

Ahora el problema es encontrar el jodido baño.

Comencé a caminar por los pasillos echando un vistazo en cada esquina a ver si lograba encontrar los baños, pero nada. Escudriñé con la mirada rincón por rincón sin embargo nada me daba indicios de que el baño estuviese ahí y comencé a preguntarme seriamente si es que realmente había un baño en este lugar o no. Iba caminando demasiado absorta en mis pensamientos y cómo no, mi mala suerte hizo de las suyas y terminé chocando con el pecho de alguien y golpeándome la nariz.

Yo y mi mala suerte.

—¿Estás bien?

Puse una de mis manos sobre la punta de mi nariz en un vago intento de aminorar el dolor y luego caí en cuenta de que había chocado con una persona y que no había pedido las disculpas correspondientes, por lo que maldije internamente.

Odio mi mala suerte.

—¡Lo siento mucho!

Levanté lentamente la mirada y me sentí demasiado intimidada al hacerlo. Frente a mí había un hombre sumamente alto, rubio, de expresión cansada con unas pequeñas ojeras bajo sus ojos color miel. Su mandíbula estaba adornada por una corta barba y su mirada expresaba curiosidad. Era lindo.

—Tranquila, ¿estás bien? —asentí y sonrió, eso me tranquilizó un poco— Soy Reiner Braun, ¿y tú?

Me extendió su mano y la acepté, estrechándola con la mía. No lucía cómo una persona desagradable o algo así, al contrario, me transmitía muy buenas vibras.

—Charlotte Brzenska, un gusto.

Sus cejas se fruncieron una vez solté su mano y me sentí observada por él, estaba analizándome con la mirada y realmente ni siquiera trataba de ocultarlo o algo, haciéndome sentir más nerviosa de lo que ya estaba.

—Tú eres la chica que llegó con Jean, ¿no?

Ahora fue mi turno de fruncir el ceño, ¿en serio ahora iba a ser conocida cómo "la chica que llegó con Jean"?

—Sí.. Soy yo.

—Vaya, no creí que su novia fuese tan linda.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora