Capitulo 10✝️

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5 años atrás.

Retrocediendo.

Dalton.

-—¿Y eso cómo te hace sentir?

Lo miró ignorando la gran sonrisa que crecía en su rostro.

Me preparo para su respuesta, la cual nunca llega. Bajo la libreta para volver a repararlo.

Sus manos están apretadas contra las esposas que lo mantienen cautivo, la sangre baja con sumo cuidado en un sendero que llega desde su cabeza hacia su boca, cubriéndole la mayor parte del rostro mientras sonríe, enseñando sus dientes manchados con su propia sangre.

— Jaece —pronunció su nombre—. Si quieres que te libere, debes cooperar.

—Bien cooperaré —responde.

Suspira, volviendo a formar una sonrisa en sus labios.

- Me siento bien, creo que nunca me he sentido mejor.

Lo miro levantando una ceja mientras controlo mi ira al oír su respuesta. Sé que no puede ver mis expresiones gracias a la venda que cubre sus ojos.

— Asesinaste a sangre fría, a tu amiga de toda la vida y dices que te sientes bien.

Hablo con voz calmada, no quiero que note cuán desesperado e iracundo estoy.

—La misma a la que te follabas, Dalton, sabes que mencionó tu nombre antes de morir.

Aprieto con fuerza el bolígrafo en mi mano, exigiéndome un control que no poseo. Miró a mamá sentada con pose calmada, escuchando todo.

—¿Sabes, Dalton, puedo sentirlo, estás perdiendo el control? Dime, ¿te dolió su muerte? — suelta una carcajada un poco siniestra — ah, no me digas, ¿estabas enamorado?

- Esto no te está ayudando en nada, Jaece, sigues sumiéndote en las sombras.

Miro cómo sus labios efectúan una mueca mientras trata de liberar su mano, lo que hace que se lastime más las muñecas contra las esposas.

—La tomé del cuello, ella intentaba resistirse, fue en vano - susurró lo último. — Con mi daga la traspasé una y otra vez hasta que en su cuerpo no se encontraba vida alguna —continuó causándome un escalofrío—. ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Acaso crees que debe haber una razón para todo, no seas patético, Dalton?

Suelto la libreta sin poder controlarme, me dirijo hacia la mesa agarrando con furia la daga y me acerco a él con manos temblorosas.

— Lo hice por ti, Dalton, ella era una distracción, te hacía débil.

Mi mano izquierda se convierte en puño al tiempo en que contengo las ganas de molerlo a golpes.

Papá da un paso hacia Jaece listo para quitarle las vendas, a lo que yo niego. Sus ojos son como ver a la muerte.

Sus ojos manipulan. Te hace hacer y ver lo que él quiere y no son cosas buenas, él no es bueno.

Miro el momento exacto en el que Jaece fija sus ojos en mí después de que las vendas son retiradas.

— Piensas matarme, hazlo, agarra con fuerza la daga y entiérramela en el pecho.

Suelta una risa burlona cuando camino hacia mi asiento soltando la daga.

Recojo la libreta y trato de encontrar un poco de paciencia.

—Nunca te ha gustado mirarme a los ojos, Dalton, crees que soy lo peor y tú eres el bueno — frunce el ceño —. Mírate en un espejo joder, eres igual que yo.

Lo miro directamente a los ojos, ignorando el leve temblor en mis manos mientras admiro sus ojos grises.

—No soy como tú —hablo con firmeza.

— No eres peor, estabas ahí el día en que la asesiné. La mirabas mientras se desangraba, te vi y no hiciste nada, la dejaste morir, Dalton, eres un asesino.

Tiro la libreta al piso mientras me levanto, estrellando la silla contra la pared.

— Eres un bastardo que no tiene el don de sentir —pronunció tratando de herirlo, pero sé que nunca pasará.

— ¿Sentir es un don o una maldición? — pregunta con una sonrisa perversa —. No me digas, acaso estás llorando, Dalton.

Paso las manos por mi mejilla al notar la lágrima que rueda por esta.

— Los Peterson no son débiles, tú no mereces ser un Peterson.

Aquello es lo que más me dolía, siempre era lo mismo. Él es un maldito inestable, un monstruo, pero para el yo no era digno de cargar con el apellido Peterson.

Y lo que más me partía el alma es que dice la verdad.

Miro a mamá, quien suelta un suspiro junto a papá, quien se levanta de su asiento y camina a la salida. Dexter, por otro lado, mantiene la mirada fija en su teléfono.

Camino con pasos lentos hacia mi madre, la perfecta Janet, una mujer que, a pesar de estar en una familia que no admite tener sentimientos, ha sabido demostrar el amor que siente a través de sus gestos y amabilidad.

Reacciono cuando paso sus manos sobre mis hombros, dándome un cálido abrazo.

Me separo cuando oigo a Jaece dar una carcajada a la nada mientras mi madre me mira preocupada.

— Jaece, cariño — mamá se dirige hacia él tocando su rostro con cuidado.

—Estarás bien lejos de tus demonios, donde la oscuridad no pueda encontrarte – susurró.

Siempre han dicho que las madres no tienen hijos favoritos, pero se equivocan. Jaece Peterson es la luz de los ojos de Janet y si estaba dócil eso no duraría mucho tiempo, porque cuando su medicamento pasara volvería a ser el monstruo con sed de sangre que era.

Solo había alguien capaz de controlar ese ser.

Ella era capaz de todo por él, pero juntos eran una explosión. Eran el caos hecho persona.

Pero esta vez el monstruo se había vestido de oveja y con ello había olvidado todo.

A Través De Las Sombras [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora