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Noche vieja llega rápido, hay mucha gente en su casa y todas las personas hablan animadamente, su abuela también está ahí, seguramente con sus viejas amigas, también están amigos de su padre y de su madre, las mucamas tienen más de trabajo que de costumbre y los bocadillos vuelan, hay niños en la fiesta, ellos corren y se tropiezan para luego volverse a levantar, las niñas que llegan hacen un pequeño círculo y juegan algo que él no entiende, los demás niños solo se empujan entre sí o dan un discurso del porqué eso es malo, él prefiere perderse en su habitación ya que la planta baja y el patio están infestados de gente, en su mente todo ocurre como un apocalipsis zombie, nadie debe saber que esta ahí.

Observa por la ventana a los niños jugar, le recuerda a su estancia en la casa de la abuela por lo que se aleja con una mueca de fastidio y se recuesta en su cama, quiere dormir porque realmente le aburren las fiestas, no es que sea así en todas, pero no conoce a nadie ni ha encontrado a algún chico de su edad, apenas una niña que estaba más enfocada en seguir a un chico de 16 años que en ponerle atención. Se hace un pequeño ovillo buscando tranquilidad, su madre no sabe que ha desaparecido de la fiesta y apuesta a que su padre no se dará cuenta ni aunque pongan carteles de "se busca" por lo cual no debe de preocuparse por ello.

Entre el ruido y la música escucha como tratan de abrir su puerta, tocan segundos después y hace una mueca, no quiere que nadie lo visite, vuelven a tocar con insistencia, se levanta de mala gana y camina hasta la puerta abriéndola de golpe, sus ojos no enfocan a la persona hasta que suben a su rostro.

Jisung le da tres suaves golpes en la frente como si aún estuviera tocando y Minho se abalanza a él abrazándolo con fuerza. El menor lleva puesta la ropa de marca que le regalo, por poco lo confunde con los demás niños hasta ver su lindo rostro, no lo suelta, lo zarandea con cariño sintiendo las manos de Jisung en su espalda.

—Llevaba media hora abriendo y cerrando puertas ¿para qué quieren tantas?— pregunta con cierto tono quejumbroso, Minho sonríe y lo arrastra a su habitación.

—¿Qué haces aquí?— pregunta cerrando la puerta. Jisung hace una mueca.

—Habían tantos niños que pensé que no me verían así que solo entre, creo que alguien ya cree que soy su sobrino, me dio dinero como regalo de navidad.

Minho se ríe un momento sentándose en la ventana, el aire entra frío pero aún así Jisung hace lo mismo observando a los niños jugar, son mayores que ellos por lo que sería aburrido bajar. Se quedan un minuto en silencio observando afuera, falta poco para que empiece el año y Minho está feliz de estar con Jisung, es el primer año que iniciaran juntos, porque en los demás Minho estuvo viajando.

—Quitaron todos los muérdagos de la casa— dice Minho mientras observa los segundos pasar. —Papá insistió en ello, creo que fueron a dar a la basura.

—¿Por qué se besan bajo un muérdago?— pregunta Jisung con auténtica curiosidad, Minho sonríe y trata de recordar lo que ha leído sobre eso.

—Se cree que resuelven problemas de pareja— responde Minho. —Cuando la pareja se besa bajo el muérdago significa que ya se han reconciliado.

—Eso es... tonto.

Minho se ríe porque no concuerda con Jisung, para él es algo simbólico y lindo, algo especial para dar por terminada una pelea.

—Muchas cosas son tontas.

No hay más palabras fuera de eso, se quedan mirando al cielo oscuro esperando a que comiencen los fuegos artificiales, pero los minutos avanzan lento. Su meñique viaja buscando el de Jisung, le da pena porque se prometió madurar y decirse a sí mismo que no es bueno hacer ese tipo de cosas con un niño, pero ha roto tanto esa promesa a lo largo del año que está dejándola para el siguiente. Encuentra el dedo meñique de Jisung y se detiene, trata de tentar camino, si recibe un golpe regresará su mano, si no lo intentara con mas insistencia. Espera un par de segundos y no hay respuesta, toma algo de valor y busca sin ver los dedos de Jisung para entrelazar sus manos, no es él quién las hace encajar como un rompecabezas, es Jisung quien las junta como engranajes funcionando, Minho sonríe sin voltear, su vista está concentrada en el cielo.

—Comienza la cuenta regresiva— avisa Minho escuchando como todos los invitados hablan, falta menos de un minuto para que se acabe el año.

—Parece que se va a acabar el mundo— dice Jisung sacándole una sonrisa a Minho. —¿Es tan importante que empiece otro año?

Minho vuelve a reír, sabe que hay muy pocas cosas que Jisung considera importantes. Mira de nueva cuenta el reloj y solo espera a que termine, cierra los ojos esperando escuchar los fuegos artificiales. Siente los segundos pasar como palpitaciones pausadas.

10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2... Y cuando llega al número uno escucha todo como si estuviera bajo el agua, como si hubiera una barrera entre él y el sonido. Cuando cae en cuenta de lo que ocurre abre los ojos, Jisung cubre sus oídos con ambas manos, quizás no es intencional, tal vez solo buscaba una manera de girarle el rostro para besarlo con comodidad, porque eso es lo que hace; lo besa.

Los labios de Jisung están sellados al igual que los suyos porque el menor no es nada delicado, le causa gracia porque reconoce un acto inocente. Vuelve a tomar su mano separándola de su oreja izquierda y hace lo mismo con la derecha entrelazándolas.

Es su primer beso, el único que cuenta y quiere recordar, el que acepta con gusto y no le causa una sensación amarga, su primer beso es a los 13 años y eso es lo que siempre dirá.

Para cuando Jisung se separa su rostro parece un tomate, pero no el de Minho, él no puede darse el lujo de avergonzarse cuando no cabe en su propia felicidad, suelta sus manos para que el menor pueda cubrirse el rostro fingiendo que no parece una roja manzana, dirá que es por el frío si le pregunta, por eso decide no decir nada y disfrutar la bonita reacción de Jisung.

Life Love ❣︎ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora