Capitulo 5

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Él miró hacia atrás y yo agité la mano. Cuando me vio sonrió y vino hacia mi

- Hola

- Hola ¿a que no adivinas donde he estado? - exclamé alegre

Luigi me contempló con ojos brillantes

- A ver estás muy guapa ¿en un pase de modelos?

Yo me sentí muy alagada, pero era mejor no dejarse llevar por mi entusiasmo

- No, he estado en Caecy me han dado el trabajo, gracias a ti

- Entonces, ¿lo has aceptado?

- ¡Por supuesto! Me pagan un sueldo buenísimo, mi jefe es encantador y el trabajo muy interesante ¿Qué más puedo pedir?

- ¿Estas contenta?

Yo asentí y esperé en silencio con la esperanza de que me pidiera el número de teléfono o algo. Pero él no dijo nada, por lo tanto yo me arriesgué

- Luigi - dije. - Esto hay que celebrarlo te invito a comer; tú solo elige el sitio

Él sonrió

- Es la mejor oferta que me han hecho en todo el día

Luigi se puso al volante y me llevó a un pequeño restaurante cercano que ostentaba en la puerta un cartel con el nombre de Tonys. El comedor era cálido y acogedor y los manteles de cuadros blancos y rojos le daban un toque casero.

El camarero saludó a Luigi como si le conociera y nos condujo a la única mesa libre del local.

Después de un rato otro camarero se acercó a Luigi y lo saludó

- Me alegro de verte por aquí, amigo - dijo, dándonos los menús.

- Tomaremos el especial de la casa, Tony - dijo Luigi, y luego, dirigiéndose a mi, aclaró - El especial es un sándwich a la francesa... ¿Te parece bien?

- Sí, sí, pide lo que quieras, Luigi. Estamos celebrando un nuevo trabajo, lo que quiere decir que puedo permitirme el lujo de invitarte a lo que quieras.

Cuando Tony se hubo marchado, Luigi me preguntó:

- ¿Qué te parece la idea de vivir en Los Ángeles, Michelle? Viniendo de un pueblo pequeño, una ciudad como ésta debe imponer bastante, ¿no?

- No creas. Viví en Chicago hasta los doce años, así que ya sé cómo es la vida en una gran ciudad. Cuando mi madre murió, mi padre y yo nos trasladamos a Fenters, en Missouri, donde él había nacido. Allí, mi padre trabajó como profesor en el mismo colegio en el que se había educado.

- ¿Eres hija única?

- Sí, aunque no del todo, porque mi padre se volvió a casar cuando yo tenía trece años. Mi madrastra trajo hijos de su anterior matrimonio: una niña dos años mayor que yo y un niño un año mayor.

Luigi pareció advertir la nota de disgusto que empañaba mi voz.

- Yo creía que a todas las niñas les gustaba la idea de tener un hermano mayor. ¿A ti no?

Mi rostro se iluminó con una sonrisa.

- Sí, al principio me gustaba la idea, pero en cuanto lo vi, cambié de opinión. Nos caímos muy mal a primera vista. Después, él no hacía más que gastarme bromas pesadas, tirarme de las trenzas y robar dinero de mi hucha. Yo me vengaba diciéndole a todo el mundo que era un mariquita...Pero no me sirvió de mucho, porque cada día salía con una chica distinta

Luigi sonrió divertido.

- ¿Y tu hermanastra? ¿Cómo era?

- Guapísima. Ni siquiera podía andar tranquilamente por la calle; los chicos no la dejaban en paz.

Mentiras, Traición y Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora