Universo de Marcas
Continuación de "Lo que significa ser amigos" (Capítulos de Marcas)
Los límites de amistad para Kenma y Kuroo son difusos y flexibles.
Los besos siempre es mejor practicarlos y ¿Quién mejor que tu amigos más cercano para ello? ¿Y...
Notas: Esta historia es la continuación de un par de capítulos de la historia MARCAS "Lo que significa la amistad" de como se llego a esta situación, por si lo quieren leer.
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Había aproximadamente 233 cosas que me fascinaban de Kenma. Cosas que no sabia nadie, ni siquiera él. La lista estaba numerada, clasificada y alfabetizada y la rememoraba de vez en cuando para que no se me olvidaran algunos de esos detalles, que aunque, aparentemente minúsculos, era más importantes a veces que cualquier necesidad básica. Como respirar.
La primera de las cosas de la lista era sin duda el que a Kenma se le arrugaba la nariz cuando estaba concentrado. El puente de la nariz era delgado y estrecho y la punta resaltaba respingona arrebolaba cuando se frotaba inconscientemente con las mangas de la sudadera. Todo un espectáculo era verle sostener la Psp entre las manos con la vista fija y tranquila, aparentando una calma tensa que podía engañar a cualquiera... pero no a mi. Si te fijabas en el resto de las facciones eclipsadas por el ansia de sus ojos irisados, como si fuera aquella menina del fondo, la que no miras, allí estaba la piel fruncida de su nariz. A veces podía, si iba con cuidado, despacio y en sigilo, acercarme a la zona, como un cazador furtivo, y posar mis labios en el pliegue de la piel. Lo que hace que me mire enfadado mientras junta las cejas y su cara parece mas delgada, más severa y menos cansada. La dosis suficiente de su atención supone el chute diario de serotonina, que te acelera el corazón sin llegar al infarto, te eriza la piel sin irritarte y te eclosiona mariposas en el estómago sin dejar que estás se te coman por dentro. Pero como todas las drogas, siempre quieres más... y un día, el ansia se apodera de ti y no puedes evitar, es que tampoco quieres porque se ha convertido en una necesidad, el querer un poco más de él. Es extraño sostener ante ti el motivo del declive de tu vida y ansiarlo como deseas el agua en mitad del desierto. Mirarle a los ojos durante las suficientes fracciones de segundos como para saber que has pasado el límite, que llega el infarto... Así que te lanzas por el precipicio de las emociones y esperas, con más fe que certeza, de que aguante el miocardio el tiempo suficiente como para disfrutarle suficiente, como para notar la rabia de un beso robado que junta labios resecos y fruncidos. Pasas la lengua recogiendo las ganas que se escurren y envuelves con saliva todas los insultos que sabes que la boca del contrario puede formular. Músculos que sirven para encontrarse húmedos a la mitad entre un cuerpo y el otro. Una vía de escape de un amigo idiota que está obnubilado por un amor no correspondido y que se engaña así mismo hablando de amistad mientras se llena la boca con la lengua ajena y desea tocar con la suya otro cuerpo.
- Kuroo... - Jadea - Te he dicho que no me gusta que hagas eso de improvisto - Lo sé - Las sonrisa se me pinta, la burlona de siempre pero que gira levemente hacía arriba. Un signo claro y evidente de la sobredosis de endorfinas. - Estaba concentrado - Bufá y tiene aún las cejas fruncidas. - Lo sé - De escayola e inamovible, le encaro con mi sonrisa persistente.