El sol se coló por entre la ventana de la habitación, molestando la vista de los dos chicos que yacían durmiendo sobre la cama. Parecía una escena apacible y enternecedora. Ambos parecían tener entre veinticinco y treinta años. Ambos se encontraban desnudos, cubiertos solamente por una delgada sábana. El chico se encontraba aferrado a la espalda de la chica, rodeándola con sus brazos por entre la cintura. Su cara se encontraba inmersa entre los cabellos ondulados y azulados de la chica, feliz sintiendo el aroma a rosas silvestres. La chica sonreía al sentir el calor en su espalda mientras se abrazaba a la almohada en donde apoyaba su cabeza.
Poco a poco el chico despertó inocentemente. Se quitó el pelo de la cara para observar mejor lo que estaba ocurriendo. Se encontraba en los mejores segundos de su vida: el instante previo a recordar lo que había ocurrido. El terror lo paralizó al notar que se encontraba desnudo, acostado junto a una chica desnuda. Le demandó a su memoria que le recordara con quién se había acostado, mientras poco a poco sacaba su otro brazo de la cintura. Ante el movimiento, la chica se volteó hacia él, mostrando su rostro apacible. El terror se multiplicó al reconocer de quién se trataba.
No pudo evitar gritar. Un grito ahogado que fue más que suficiente para despertarla. La chica se estiró plácidamente, sin percatarse de nada. Inconscientemente, estiró su mano hacia la mesita de noche en busca de sus anteojos. El chico, aterrado, solo se limitó a cubrir sus partes íntimas con las sábanas sin ser capaz de huir del peligro que se avecinaba.
La chica encontró sus anteojos. Se los colocó mientras se volteaba hacia el chico. Había notado una presencia, pero la consideraba como parte de su imaginación. Hasta que lo vio. Hasta que vio su rostro.
Su grito por poco y provoca un cataclismo. Un fuerte remezón se sintió por todo el alrededor, ahuyentando a las aves y animales cercanos. La gente, aterrorizada, solo esperaba el inicio del apocalipsis. El chico junto a ella la acompañó en el grito, desahogando el miedo que estaba sintiendo.
La chica de un salto, se bajó de la cama, llevándose consigo la sábana para cubrirse. El chico, sin nada con que taparse, no le quedó de otra que cubrirse con sus manos. Estaba ahí, de rodillas sobre la cama, aun gritando junto a ella, mientras ambos se veían mutuamente traumatizados.
-¡Coop!
-¡Millie!
Los gritos no cesaron. El chico temía que ella se atreviera a atacarlo. A culparlo de lo ocurrido, cuando ni siquiera él podía entender lo ocurrido.
-¡¿Qué demonios me hiciste?! –le gritó exasperada.
-¡Puedo explicarlo! –respondió preso de los nervios y el terror levantando sus palmas rogándole que se calmara. Esto provocó que su intimidad quedara al descubierto, provocando que ella volviera a gritar mientras se volteaba. Al notar esto, el chico se ruborizó como un tomate. Agarró una almohada, la cual usó para cubrirse. Le intentó regalar una torpe sonrisa a modo de disculpa.
-¡Idiota! –la chica, cargada de furia y vergüenza, se le tiró encima dándole manotazos y cachetadas.
-¡No! ¡Espera! –le rogó el chico intentando atrapar sus brazos para detener los golpes.
Sin notarlo, Millie soltó la sábana que la cubría en su arrebato. Se abalanzó desnuda sobre él en un intento de desquitar el terror de despertar en ese estado junto a él. Terminó sobre él, mientras que Coop logró agarrar sus brazos de sus muñecas, y la sujetaba con firmeza para evitar más golpes. Solo la almohada que cubría la entrepierna del chico separaba sus cuerpos desnudos. Coop no pudo evitar ruborizarse al sentir sus pechos encima de él. Millie se contagió del rubor al descubrirse tan cerca de él. De un tirón se soltó de su agarre, y se alejó hasta el otro extremo de la habitación, dándole la espalda.
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Los hermanos Burtonberguer
FanfictionLa vida de Coop y Millie cambia radicalmente cuando una mañana despiertan desnudos en una cama desconocida. Una relación quebrada por culpa de los juegos morbosos de terceros. Una herida siniestra que quedará marcada en la vida de ambos para siempre...