Hellevator

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Sus ojos curiosos y tímidos recorrían el lugar, fijándose en cada una de las personas que se encontraban en aquel cuarto lleno de luces y bebidas alcohólicas.

Era la primera vez que Sunoo visitaba un antro gay (en realidad, era la primera vez que el chico visitaba un antro), y ahora no sabía qué hacer. O sea, sabía que estaba allí para experimentar, pero algo le decía que era mejor quedarse allí escondido hasta que la experiencia llegara sola.

Uno de los meseros se acercó hasta él, sonriéndole cálidamente mientras le preguntaba si quería empezar su noche con un trago suave, como cortesía de la casa. Sunoo asintió y el chico se alejó para ir hasta la barra en busca de su bebida, dejándola en su mesa unos segundos más tarde: —Es un daiquiri, perfecto para empezar —le explicó antes de alejarse.

Sunoo lo probó y vaya, su lengua se durmió al instante. Era lo mejor que había probado alguna vez, ¿Dónde había estado antes que nunca lo había probado? Lo tomó despacio, disfrutando del sabor agridulce que el trago le ofrecía, moviendo su cabeza al ritmo de la música que se escuchaba en el lugar.

Quizás media hora más tarde, cuando estaba comenzando a considerar irse a su casa, un mesero dejó un vaso en su mesa: —Un White russian de parte del rubio que está en la barra —Sunoo guío su mirada hacia allá y de pronto, su garganta se cerró y sintió que el habla se le cortaba. El hombre era eso: un hombre, no como aquellos adolescentes idiotas que solían molestarlo y lanzarle "piropos" con tal de llevarlo a la cama. Era alto y refinado, con su cabello entre castaño y rubio, con su mirada oscura posada sobre él mientras bebía un whisky y tamborileaba sus dedos sobre la madera de la barra.

Era extremadamente sexy, y Sunoo se sintió tan afortunado de tener a alguien como el rubio interesado en él.

—¿Te doy un consejo? —escuchó la voz del mesero, quien todavía estaba parado frente a él. Sunoo asintió y el chico le sonrió—. Si fuera tú, no desaprovecharía una oportunidad como esta. Acepta, no te arrepentirás, te lo aseguro.

Cuando el mesero desapareció de su vista, Sunoo posó su mirada en el vaso que tenía sobre la mesa y suspiró antes de tomarlo para dirigirlo a sus labios. El sabor casi lo hizo gemir, estaba delicioso. Sus ojos se levantaron para buscar al rubio en el lugar que lo había visto, pero ya no estaba, y antes de que la decepción lo invadiera, Sunoo sintió como alguien tomaba asiento a su costado.

Su corazón saltó en su pecho cuando el olor del hombre invadió en sus fosas nasales, y sintió su estómago revuelto cuando se encontró cara a cara con él.

—Hola —murmuró, con un tímida sonrisa en sus labios. El mayor le devolvió la sonrisa, girándose para llamar al mesero y pedirle una botella de vodka. Sunoo llevó su mirada al vaso y volvió a beber un trago, quizás para tomar algo de fuerza y no huir de la noche que le esperaba.

Sintió una caricia en su oreja y al girarse, el rubio lo miraba de forma curiosa. Parecía hipnotizado y eso hizo que Sunoo se sonrojara.

—Te ves muy joven para estar aquí —diablos, su voz era magnífica—, ¿Cuántos años tienes?

—Diecinueve —murmuró, inclinándose ante el toque del mayor.

—¿Eres un jovencito curioso? —preguntó despacio, sin dejar de acariciarle la oreja—, ¿vienes en busca de una experiencia para contar?

Sunoo negó: —Quiero conocer a un hombre de verdad —las caricias que el rubio le daba cesaron por unos segundos, antes de que Sunoo volviera a hablar—. Necesito salir de mi rutina y dejar de estar con chicos inmaduros que no saben lo que quieren. Yo quiero a alguien que sea decisivo y pueda satisfacerme.

El rubio se giró en su asiento y llenó su copa, tomándola de un sólo trago. Y luego, volvió su mirada hacia él, sonriéndole—. Entonces, siendo así, me presento: soy Sunghoon, tu hombre para ésta noche.

Desde allí, lo siguiente que sucedió en aquel lugar se volvieron recuerdos borrosos; sólo se recuerda soltar una risa cuando Sunghoon tomó su mano y acercándose a su oído, con voz baja y sugerente, le preguntó: —¿Quieres jugar al elevador conmigo? —no lo entendió, por supuesto, pero Sunghoon respondió a sus dudas, ésta vez dejando un pequeño beso en el mentón de Sunoo—. Ya sabes: yo entro, y tú subes y bajas.

Para cuando se dio cuenta estaba a horcajadas sobre el regazo del mayor, en el asiento trasero de una bonita camioneta. Parecía ser un punto ciego de una calle poco transitada, y eso sólo logró que Sunoo desatara todos sus encantos para seducir al hombre que acariciaba su espalda desnuda mientras lo besaba sin descanso.

Sunghoon lo empujó un poco para desabotonar su pantalón y luego, se levantó un poco para poder quitárselo, quedando sólo con ropa interior y haciendo lo mismo con Sunoo, quien sintió erizarse cuando sus erecciones se molieron juntas. Caricias, besos, mordidas y palabras sucias cubrieron el interior de la camioneta mientras dos de los largos dedos de Sunghoon jugueteaban en su interior para prepararlo. Su boca estaba abierta, soltando gemidos y jadeos mientras sus manos se aferraban a los hombros del mayor, quien tenía el rostro enterrado en su cuello jadeando por la excitación.

—Las puertas del elevador están abiertas para mí —dijo burlón, quitando sus dedos del interior de Sunoo con sonido obseno—, es hora de entrar.

Sunoo se separó un poco mientras Sunghoon se estiraba para tomar un condón de la billetera y antes de que lo pudiera abrir, Sunoo se lo quitó para él mismo abrirlo dispuesto a colocarlo en el pene de Sunghoon. Sintiendo como el mayor se tensaba ante su toque, se tomó el tiempo necesario para elevar (más) la excitación de Sunghoon. El rubio tenía sus garras hundidas en la cadera de Sunghoon, sintiendo su cuerpo temblar de anticipación.

Fue increíble. Sunoo (literalmente) se quedó sin palabras para describir la sensación que era tener a Sunghoon profanando su interior mientras sus manos se aferraban a su cadera. El hombre se encargó de encontrar su punto sensible para complacerlo mientras sus labios mallugaban sus pezones, recibiendo ayuda de sus dientes y su lengua. Sunoo gimió cuando un golpe en su próstata lo hizo temblar, llevando sus manos hacia el respaldo del asiento para sostenerse mientras comenzaba a mover sus caderas, causando que los gemidos de Sunghoon cubrieran su oído. El mayor levantó sus caderas y ambos gimieron al mismo tiempo, disfrutándose en conjunto.

Totalmente cansado, con su cuerpo complacido y deshuesado permaneció jadeante contra el hombro del mayor, con ligeros espasmo recorriendo su cuerpo como resultado del fantástico orgasmo que había atravesado.

Sunghoon lo separó un poco para tomar su mandíbula y conducirlo hacia su boca, en donde le robó la respiración con beso.

—Entonces —murmuró Sunghoon, su cabello húmedo del sudor y sus labios rojos contrastando con su pálida piel—, ¿he logrado que salgas de tu rutina, lucero?

Sunoo río despacio, jadeando cuando sintió que el mayor entraba sin protección, al desnudo, con sus caderas comenzando un movimiento lento. Sus paredes, débiles y sensibles, se sintieron estremecer cuando el pene de Sunghoon comenzó a engrosarse en su interior.

—Creo que no estaría mal salirse un poco más —murmuró, imitando a Sunghoon y comenzando a moverse sobre su eje. Sunghoon río con un gemido escapando de sus labios, sosteniendo la cadera de Sunoo mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas.

—Ahora, estamos a punto de encerrarnos en el elevador del infierno.

Sunoo gimió, complacido y decidiendo seguirle el juego al mayor. Su noche era joven, ¿por qué no disfrutarla?

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2022 ⏰

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