1 de noviembre
La muerte siempre ha sido algo que la sociedad no ha sabido manejar; no se tiene el control de quien la conoce y cuando sucederá; además que la incertidumbre que se tiene respecto a que es lo que pasa después de la vida, ¿es el fin o el comienzo de algo nuevo? No importa cuántos años pasen, ni cuanto evolucionemos como sociedad, el miedo que todos compartimos persiste a través de los años, y no importa cuánto ignoremos este tema o no darle mayor relevancia a la idea que algún día nos iremos, cuando la muerte se vuelve a hacer presente, nos deja a todos sin herramientas, helados, dándonos un golpe tan duro que hace que nos demos cuenta de nuevo, que la vida es una cuerda floja, y que en cualquier minuto, un pequeño tambaleo nos puede hacer caer a un vacío que no sabemos si tenga fin.
Así es precisamente como nos encontrábamos, en una noche que se suponía seria para divertirnos y olvidarnos de todos los problemas, solo preocupándonos en tener algo de beber y bailar hasta que los pies te duelan; se convirtió en lo que todos esperaran que fuera: una noche inolvidable; lamentablemente, lo inolvidable no es siempre algo bueno, ni algo que quisiéramos recordar. La muerte de Sabine Warren nos hizo recordar que esta es la vida real, existe el peligro y no somos inmortales; su desaparición fue solo la llamada de atención, pero incluso con un secuestro que afectó nuestro calmado condado, nos permitimos olvidar como hacemos siempre ante una situación grave que nos rodea: en los primeros momentos permanecemos horrorizados y creemos que nunca seriamos capaces de superarlo; pero luego después de un tiempo, el mundo nos envuelve y volvemos a nuestra rutina, sonreímos y olvidamos que hace nada, ocurría una situación que mantenía nuestra piel erizada, los pelos de punta y los latidos de nuestro corazón acelerados. Pero entonces, ocurre... después de toda la calma que por fin logramos volver a tener, llega el nuevo golpe que hace que probemos lo que es el miedo de verdad; recordamos el primero y sabemos que solo era un pequeño aviso de lo que venía. Ya lo sabíamos, en el fondo; temíamos de lo que pudiera pasar, tal vez, la encontraban viva y volvería con su familia; o habría un segundo secuestro; o la encontrarían muerta. Creo que por esa misma posibilidad, nos decidimos a olvidar, todo sobre el caso de Sabine, todo respecto a las cosas negativas en el mundo, tan solo nos desconectamos de todo para que el miedo y la angustia no ocupen cada espacio de nuestra mente y hacernos recordar que todo el tiempo nos encontramos en peligro.
Después de un tiempo que se sintieron como horas, en los que estábamos todos rodeando la casa Alfa Beta, mientras unos estaban llorando, asustados e impactados, me atrevo a decir que ni los cuerpos policiales sabían muy bien cómo lidiar con la situación, es decir, por supuesto en el sentido técnico, seguían un reglamento que les indicaba exactamente qué hacer en ese tipo de situaciones, pero el estar presentes en vivo y en directo en esta clase de actos llenos de maldad y cinismo habrá hecho que los afectados no éramos solo los estudiantes posicionados del otro lado de la cinta policial. Apenas la ambulancia se retiró, fue como si el sonido de su sirena haya despertado a todos de un trance y nos dimos cuenta que era real; algunos chicos empezaron a gritar, otros le exigían explicaciones a los policías alegando que no se sentían seguros; mientras los policías intentan calmar lo más que pueden a la muchedumbre alterada, el decano —quien no me había dado cuenta estaba presente en la escena—, se posiciona en frente de la cinta policial, dándonos la cara, y moviendo los brazos pidiendo silencio, procede a decirnos que debemos irnos a las residencias de inmediato y que no tenemos permitido salir. También agrego que durante algún momento de la mañana nos dará un comunicado importante respecto a la situación, y que a través de los altavoces se nos dará el horario y lugar de dicha reunión. Unas chicas cerca de mi le dicen al decano entre lágrimas que pertenecen a una hermandad, que por lo tanto vivían en esa misma calle y les daba miedo que algo les pudiera pasar durante la noche; varios alumnos se unen a esta opinión aclarando que no se sentían seguros en ningún lado; viendo que las personas se volvían a alterar, vuelve a pedir silencio y aclara que cuerpos policiales estarán rondando el parque residencial donde nos encontrábamos, todas las residencias y además el campus; con respecto a las hermandades y fraternidades, a pesar que la policía estaría vigilando, el decano agregó que no había problema con que durmieran en otro lugar que no fuera su propia habitación; por ultimo dijo que la mansión Alfa Beta quedaba clausurada por investigaciones, por lo que todos los miembros de la fraternidad que no estuvieran bajo interrogación policial, tendrían que buscarse otro lugar donde dormir por esa noche en el campus.
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El Último Encuentro
Mystère / ThrillerEn el condado Kent, el asesinato de una de las estudiantes de la Universidad de Kent, perturba la tranquilidad de toda la población, activando todas las alarmas sociales. Brian Torres de 24 años se encontrará en el medio de la investigación de dicho...