Quédate conmigo

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Era una oportunidad que el cielo le estaba concediendo, indudablemente ver a un Chifuyu solitario en el área de esparcimiento le parecía una bella y oportuna coincidencia justo cuando ese mismo día no le había informado a Kazutora que acudiría a las instalaciones.
Se arregló un poco el cabello pasando sus largos dedos entre los mechones de cabello negro que poseía, y luego de carraspear su garganta caminó hasta su motivo de interés.

— ¿Y Hanagaki?

— Hey, hola — sonrió el rubio con una agradable mueca.

Keisuke tomó asiento a un lado de Chifuyu en la banca de madera, lugar que por la ausencia de Takemichi se le facilitó tomar, en esa banca ambos solían pasar tiempo platicando de banalidades o simplemente observar las calles aledañas, además de que Chifuyu acostumbraba  practicaba bordado.
En ese día el de cabellos largos había tomado por sorpresa a Chifuyu quien se encontraba solo.

— Es que sueles estar acompañado todo el tiempo de Hanagaki, a veces es difícil acercarse a ti.

— ¿Y porqué Takemichi sería un impedimento? — sus manos ya más hábiles no dejaban de entre tejer las hebras de hilos para ir formando un lindo patrón sobre la tela, algo que mantenía a Baji bastante entretenido.

— No quiero incomodar.

— Nunca me incomodarias, es mas, las veces que sean necesarias deberías de hablarme, aunque a veces te veo por ahí con Kazutora y te entiendo, siento lo mismo, no quisiera incomodar.

— Hazlo, me agradaría hablar más contigo, como ahora — sonrió el de los colmillo mientas su cabello se ondeaba con la fresca brisa de otoño, estación que estaba por terminar — Por cierto, ¿que bordas?

— Es un gatito.

— Tengo un gato, se llama Peke J, es adorable, en realidad, alimento gatos callejeros, me encantaría poder tener a todos pero mi madre no me lo permitiría, así que solo los procuro.

— Tendría un gato si me lo permitieran — suspiró un tanto desanimado.

— ¿Te parece si cuando salgas de aquí cuidamos gatos callejeros juntos? — se atrevió a preguntar el de cabello negro, de inmediato observó cómo una sonrisa iluminaba el rostro ajeno, eso debía ser un sí.

— Por supuesto.

El atardecer caía sobre la ciudad, y eso significaba que Baji debía regresar a su vida normal, pero esa ves ambos estaban de acuerdo en estar más tiempo juntos, ni siquiera se sentía extraño o incómodo, más bien era agradable esa fraternidad que habían formado en ese pequeño lapso de tiempo, ambos lo sentían, habían hecho una conexión casi inmediata desde la primera vez que se habían visto.

El rubio no dejaba de pensar, que se sentía bien tener a alguien más aparte de Takemichi con quien pasar el tiempo.

Chifuyu invitó al otro quedarse unas horas más en su habitación, de todas formas, Takemichi tomaba sus siestas en ese horario, Keisuke aceptó.

— ¿Y como es tu vida afuera? — preguntó Chifuyu ya estando ambos sentados sobre el tapete que estaba entre las 2 camas de la habitación — casi nada o poco sé sobre tu día a día.

— En realidad no es muy interesante que digamos — mencionó con cierta torpeza, no quería demostrar que esa pregunta lo hacía sentir importante, porque sí lo hacía y sentir ese enrojecimiento en sus mejillas tampoco lo ayudaba mucho, le restaría importancia a sus siguientes palabras para lucir desinteresado — a veces suelo llegar tarde a clases, pero intento no hacerlo muy seguido porque mi madre se entristece si bajó mis notas, así que... procuro no fallar, después si es día de reunión con la ToMan, acudo. Si no, suelo pasar mis tardes aquí o alimentando gatos callejeros.

✨ 𝓢𝓽𝓪𝔂 𝓦𝓲𝓽𝓱 𝓜𝓮 ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora