🍁Capítulo 7🍁

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LOST

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LOST

—Capítulo 7—

A Gojō le latía un vena en la sien. Una vena fea que estaba a nada de explotarle y hacerle un agujero en la frente, podía sentir como su ojo temblaba cada cierto tiempo con un tic nervioso, en sus labios una mueca ofensiva torcía su expresión.

Una risotada resonó y esa vena latió con más fuerza llenando de luces su visión, así que Satōru hizo lo que cualquier persona sensata haría en la misma situación: apuñaló con el cubierto, sin piedad y salvajismo, la papa cocida que yacía en su bandeja, salpicando gotitas de la sopa toda rancia que aseguraban era comida saludable y no desechos tóxicos..

Los presentes que compartían la mesa, unos más conocidos que otros, dirigieron su atención hacia él con un respingo. El aura oscura que parecía manar de su cuerpo no era un chiste, y no había que ser un genio para saber que estaba de muy, muy mal humor, por lo que, con cautela, algunos mantuvieron su distancia. Pero Gojō no se fijó en ellos, no le importaban en lo más mínimo, ni ellos ni el bullicio a su alrededor. No, no, su atención estaba más allá, en otra mesa del comedor del refugio.

Sus ojos celestes detrás de los anteojos oscuros estaban fijos en Yūji… y en el imbécil a su lado. Un tipo idiota que se sentía tan confianzudo como para sentarse junto al chico y hacerlo reír; que no era como si no adorara esa risita, porque Yūji tenía  la sonrisa más encantadora que jamás había visto, pero… ¿cómo se atrevía? 

«Maldito bastardo cara de gusano». Ojalá lo fuera realmente, así Gojō podría pisarlo y hacer que escupiera todas sus tripas.

Como si pudiera escuchar sus pensamientos, Tōji miró en su dirección. Sus ojos se encontraron un segundo, entonces el hombre le sonrió, una sonrisa torcida y burlona, y luego, para total indignación de Gojō, se recostó en su lugar mientras estiraba un brazo, un musculoso brazo, ¿por qué tenía que ser tan grande? y posaba este en el respaldo de la silla de Yūji. Yūji, quien ni siquiera se inmutó por el gesto y continuó sonriendo y hablando con Tōji.

Quien podría escupir las tripas era Satōru. Pero quien pagó su furia fue su plato de comida, la papa que había estado acribillando ya se había desintegrado en la sopa desagradable, formando algo aún mas asqueroso que no tenía ninguna pinta de ser algo comestible, y aún así se obligó a tragarla porque la comida no se desperdiciaba, incluso si sabían a cenizas en su lengua.

—¿Si quiera es legal? —susurró él, el enojo vibrando en sus labios.

Nanami, quien se encontraba en la misma mesa, para desagrado de este, y frente al de cabellos claros, enarcó una ceja mientras daba un sorbo a su vaso de café al escucharlo balbucear. Siguió con la vista la dirección en la que Gojō estaba enfrascado, topándose con la escena que tenía a este tan venenoso. Aunque para el de cabellos rubios no había nada fuera de lo normal, solo Yūji y Sukuna comiendo, acompañados por Tōji.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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