Me encanta despertarme con el calor de su cuerpo junto al mío y sentir la suavidad de su piel con mis dedos. Normalmente, empiezo en sus hombros y lentamente comienzo a descender recorriendo toda su espalda.
Lo sé, porque pasa todos los días, que cuando esté por la mitad de la espalda, ya está despierto, esperando al momento perfecto para darse la vuelta, abrazarme y besarme.
Pero no es hasta que dice “Te quiero” que me inunda la sensación de que he tomado la mejor decisión de mi vida dándole mi “Sí, quiero” a este ángel de ojos azules.
“¡Espera! ¿Qué es ese sonido? ¡No! ¡Otra vez no!” La alarma me despertó lanzándome sin piedad a mi fría cama, solo.
No me molesto en abrir los ojos. No después de saber que Scott no está a mi lado. Otra vez.
Desde aquella pelea, tres días atrás, no ha vuelto a casa. He tratado de llamarlo, pero no me ha cogido el teléfono. Le he dejado más de veinte mensajes, y no ha contestado ninguno.
Me obligo a controlar las lágrimas que se agolpaban detrás de mis párpados, amenazando con salir otra vez. Desde aquella pelea, no he dejado de llorar.
Abro los ojos, y me siento lentamente en la cama. Quería ver mi móvil, pero sabía que si no tenía ningún mensaje de Scott, me quebraría otra vez.
Respiré profundamente antes de desbloquearlo, poniéndome ya en lo peor, siempre es más fácil aceptar el dolor si estás preparado.
Conté hasta tres y deslicé el pulgar de mi mano izquierda y marqué los cuatro números de seguridad. Para ver que en la esquina superior derecha de la aplicación de mensajes había un circulito rojo con el número seis en su interior.
Por inercia pulsé el icono, y vi los primeros mensajes, mi padre, mi hermana, el banco… Scott… me había escrito un mensaje a las cuatro de la mañana. “Estoy bastante borracho, creo… Me jode que he salido para divertirme… pero solo puedo pensar en ti, ¿Qué me has hecho? ¿Podemos hablar cuando no esté borracho?”
Mi corazón dejó de latir un instante. ¿Qué debería responder? Podría decirle que vuelva a casa, decirle lo mucho que me tenía preocupado... Podría decirle que le extrañaba... Pero también podría decirle que no quería hablar con él en ese momento. Y ninguna de esas respuestas sería mentira.
Imágenes de nuestra discusión pasaban rápidamente frente a mis ojos, recordando cada palabra que Scott me había dicho esa noche como si él estuviera a mi lado, susurrándolas a mi oído.
"¡¿Cuando vas a dejarme en paz?!" me había gritado."¡¿Acaso no puedo irme a un bar sin que estés encima de mí, preguntándome a cada rato dónde y con quién estoy?!"
Jamás había llorado tanto como aquella noche. Cuando Scott cerró la puerta de un fuerte golpe, dejándome solo, lo único que pude hacer fue caer al suelo, sollozando débilmente hasta que se me agotaron las lágrimas. Esa noche me acurruqué en el sofá, con la esperanza de que, a la madrugada, un Scott arrepentido llegara, para poder perdonarle y dormir juntos el resto del día. Pero ese Scott nunca llegó.
No me había percatado de que mi teléfono vibraba en mis manos hasta que paró. Tenía tres llamadas perdidas. Antes de que pudiera salir de mi trance y ver de quién eran las llamadas, mi móvil comenzó a vibrar otra vez. Tomé aire y miré la pantalla. Scott...
Rechacé la llamada. Dejé que llamase las veces que quisiera, pero no le atendí. Sabía que debíamos hablar en algún momento, pero simplemente no podía. No podía rebajarme a responderle cuando a él le apetezca hablarme, luego de que cuando yo necesité hablarle para resolver las cosas, decidió ignorarme. Cuando se rindió había llamado cinco veces más.
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One shoots: Scömíche
FanfictionDebido a que Paloma y yo somos muy fans de Scömìche, y adoramos escribir, les dejamos una historia que ojalá les guste... y no se olviden de los pañuelos, porque nosotras lloramos escribiendo... asi que puede que lloren leyendo...