CAPITULO 2: ANUNCIO

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Mierda, mierda, mierda, mierda...

¿QUÉ RAYOS HABÍA SIDO ESO?

A pesar de repasar los hechos en su mente por n-enésima vez, seguía sin poder creer lo que había ocurrido hace algunas horas. Bueno, considerando que había tenido un día bastante jodido, tuvo que haber esperado que el final de este tendría que ser igual de malo o peor y el incidente reciente fue la cereza perfecta.

No todos los días era testigo único de un crimen (¿asalto? ¿intento de homicidio?) a horas impías de la noche, no era una oficial de policía; ni realizaba actos rescate y primeros auxilios, tampoco era médico o bombero como para hacerlo. Así que nadie podía culparla por estar sufriendo una crisis existencial en medio del pasillo del hospital mientras devoraba salvajemente paletas de caramelo sabor a limón, era una buena manera de pasar el tiempo en lo que tenía noticias del estado de Kim Dokja.

Por supuesto, no era su obligación estar al tanto, había hecho lo suficiente llamando a la ambulancia y asegurándose que fuera atendido, pero decidió quedarse para demostrarle al idiota que era una persona decente, aunque su estrés y cansancio también estaban jugando un papel importante sobre su consciencia. Además, le debía al hombre por haberle hecho pasar un buen rato luego de toda la mierda por la que estaba pasando, aunque el favor se lo devolvió con creces.

¿Tal vez podría hacer que quedara en deuda con ella? El dinero o alguna especie de ayuda futura sonaban atractivos en su situación actual, le salvó la vida, solo estaba siendo justa. Si se oponía por las pertenencias que tuvieron un final amargo a manos (ruedas) del tren, siempre podía usar el argumento típico de que las cosas materiales eran recuperables pero la vida no, y le mencionaría "casualmente" las horas de sueño que sacrificó por la "angustia" que sufrió su dulce corazón por él, que no eran del todo mentira.

¿Quién rayos estaría tranquilo después de casi haber sido espectador de una muerte frente a sus ojos y en primera fila? ella al menos no.

—Esto es un asco —

Sacó la décima paleta de su sudadera, rompió la envoltura de manera automática y con sus dientes destrozó el caramelo, esperaba que la luz que indicaba que el lector estaba en urgencias se apagará antes de que se le acabaran sus dulces, porque no estaba segura si podría mantener la calma sin ellos.

Afortunadamente, a los pocos segundos que el pasó por su mente, la luz se apagó y por las puertas salió un hombre mayor con bata.

—¿Cómo se encuentra Kim Dokja?—

El doctor la observó lentamente de abajo hacia arriba antes de asentir.

—Solo puedo comentarle que sufrió una fractura en el cráneo, no puedo darle un diagnóstico completo porque hasta que despierte sabremos qué tan grave fue el golpe—

Bien, el tipo estaba vivo, eso era lo importante

—Supongo que es muy pronto para que lo vea, ¿verdad? —

El hombre asintió ante su pregunta y se frotó ligeramente los ojos.

—Sé que le gustaría quedarse con él, pero no puedo permitir eso. Además, se ve cansada, le recomiendo que regrese a casa a descansar y vuelva más tarde, lo pondré en la habitación 901—

No se opondría a la idea, si tan solo no hubiera perdido el mejor transporte para irse a su hogar, ¿pero que más podía hacer?

—Muchas gracias, doctor —

Sus pisadas resonando por el pasillo fueron su única compañía hasta la salida del lugar, aunque fue solitario también fue cómodo, tenía que agradecer que el incidente ocurriera en un momento donde el hospital estaba desprovisto de gente, aunque la puso en aprietos por el regreso. No se sentía con ánimos de tomar un taxi ni de tomar un autobús, maldecía su suerte tener a su auto en reparación, por lo que la única opción que le quedaba era hospedarse en un hotel cercano.

Entre historias y memoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora