𝐋𝐚 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐕𝐢𝐜𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚

𝟐 - 𝐄𝐥 𝐣𝐚𝐫𝐝𝐢𝐧 𝐢𝐧𝐜𝐨𝐥𝐨𝐫𝐨

Los primeros rayos del sol tocaron la tierra como si la primavera nunca la hubiera mejorado. La ciudad de Yin Yan estaba pacíficamente ubicada entre las montañas de las montañas Mianyang. Los sitios de construcción alrededor de las casas casi habían desaparecido y el trabajo de construcción estaba casi terminado. Después de un invierno frío, llegaron las primeras semanas cálidas y en algunos lugares brotaban flores primaverales entre las rocas.

La primavera llegó mucho antes este año que el año pasado, pero eso solo podría estar bien con una persona que se escabulle por las habitaciones privadas de los pasillos del palacio. Se detuvo frente a una puerta y la abrió lo más silenciosamente posible. Luego cruzó de puntillas la habitación, donde había una gran cama en la pared, la mitad estaba vacía, pero una figura dormida yacía en el otro sitio.

La persona que se arrastró sonrió ante esta vista. Se había levantado muy temprano esa mañana, siempre con cuidado de no despertarla.

Ahora, después de un rato, había regresado y se había deslizado hacia la mujer dormida en la cama. Contuvo la respiración mientras miraba la pava, ella era hermosa. Incluso cuando ella estaba durmiendo y él no podía ver sus ojos plateados.

Se inclinó suavemente y le dio un rápido beso en la mejilla, luego salió de la habitación rápida y silenciosamente.

Tan pronto como se cerró la puerta, la pava empezó a parpadear y abrió los ojos. Con un gemido cómodo, se volvió del otro lado y se sintió a su lado, ñero el otro lado de la cama estaba vacío.

Ella levantó la cabeza sorprendida, el que solía acostarse a su lado todas las mañanas ya no estaba allí. En cambio, un trozo de papel adornaba la almohada.

De mala gana, lo tomó en la mano y leyó - Te espero en el patio Sur.

Todavía un poco somnolienta, se frotó la cabeza y pareció estar un poco confundida. De lo contrario, nunca le permitiría entrar al patio sur, pero a pesar de sus dudas, todavía confiaba en que él hablaba en serio y se levantó de la cama.

Después de ponerse una túnica limpia, salió de la habitación y recorrió los pasillos hasta llegar a una de las muchas salidas del palacio, que conducía al patio sur.

Frunció los ojos cuando la brillante luz de la mañana la cegó un poco. Como siempre, su mundo consistía únicamente en colores blanco y negro. A veces maldijo su daltonismo, pero otras cosas en la vida compensaron esos errores.

Mientras caminaba por un camino de grava, siguió mirando a su alrededor. Quería esperarla aquí, pero ¿dónde?

Su mirada cayó hacia adelante. De lo contrario, nunca se le permitió venir aquí, ella no le había preguntado por qué. Si él no quería decir algo, ella nunca lo presionaba más.

Ella estiró el cuello, desde aquí el camino corría hacia una zona libre que había estado formada por losas de piedra meses antes. Pero ahora había algo completamente diferente, volvió a entrecerrar los ojos para verlo mejor.

Un crujido detrás de ella la hizo sentarse y se dio cuenta.

Se sorprendió cuando dos manos le cubrieron los ojos por detrás.

Pero cuando escuchó un suave - buenos días - y él se acurrucó contra su espalda, rápidamente se calmó.

-Buenos días - respiró ella con una sonrisa y le puso las manos en la cara.

Luego la giró y ambos se miraron.

-¿Por qué tan misterioso? - Yin-Yu preguntó y acarició las alas del señor blanco, que todavía la sostenían por la cintura.

Shen sonrió - Sólo espera, cierra los ojos.

Ella lo hizo, ella confiaba en él ciegamente.

Luego la tomó de la mano, la volvió a dar la vuelta y la condujo por el camino.