Capítulo 63: La Decisión de Shira

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--¿Kyoko? ¿No es ella la prima que te atacó a traición junto al dios de la roca y la diosa del cosmos?--Preguntó Takeshi, el semidiós de la luz algo confuso sin entender el que hacía aquí, en sí tampoco yo lo entendía. 

--Lo es. Kaede ya se ha enfrentado a Kyoko dos veces, pero ahora está sola contra un equipo entero de semidioses, no sé qué planea si sabe que puede perder con facilidad. De entre todos aquí vosotros tenéis la mayor experiencia quitando a algunos pilares, además habéis estado más en la organización, esta semidiosa debería darse ya por vencida.--Admitió Hanae con total honestidad, aunque en primer lugar ella es la primera vez que ve cara a cara a nuestra prima en una batalla, jamás se había interesado por ella, mucho menos había querido verla o la mataría por todo lo que me hizo, y ahora no sé de lo que sea capaz. 

--Lo has adivinado Hanae, pero no tengo deseos de luchar contigo, piérdete. Tampoco vosotros semidioses, mi plan era de un una vs una, el sol vs la luna, para zanjar de una vez por todas este conflicto y que ella muera, demostraré que la luna está por encima del sol, al principio era muy débil y necesitaba que se volviera más fuerte, al nivel de una semidiosa nata, y gracias a vosotras podré al fin eliminar a la escoria que se metió en mi camino y deshizo todos mis planes de gloria.--Finalizó por decir de manera desquiciada la semidiosa de la luna, en sí su tono había declarado lo enfadada y furiosa que estaba conmigo, su odio era tan reluciente que no quería otra cosa más que aplastarme y eliminarme de la faz de la tierra, pero no por nada iba a dejarme vencer. 

--Creo que dejamos las cosas claras. No te vamos a dejar tocar a nuestra amiga, sabemos muy bien lo que ocurre entre Amaterasu y tu padre, por eso no te dejaremos pasar, ni lo intentes porque no te funcionará, y si debe haber una guerra que así sea.--Declaró Eva confiada dando un paso al frente y enfrentando miradas en un conflicto de frialdad, las dos parecían ser decididas en sus situaciones, pero mis amigos no me daban la espalda. Al contrario ellos querían mantener la promesa de estar conmigo siempre, y si eso significaba evitar que Kyoko se acercara lo iban a mantener. 

--¿Amiga? ¿Ella es vuestra amiga? Jajajajajaja jajajajaj, que gracioso, una semidiosa sintoísta es amiga y compañera de semidioses griegos, eso no puede ser posible. Con razón ella se volvió tan fuerte, pero los dioses griegos no son tan fuertes como los de nuestro Panteón, tienen mejores técnicas y habilidades, además que sus poderes están por encima desde hace milenios, hasta millones de años, pero soñar se puede hacer siempre.--Se reía mi enemiga con clara discordia y se burlaba de mis propios amigos, lo que me hacía temblar de rabia. Sin embargo la semidiosa de la luna, mi aliada se puso detrás de ella invocando un hacha en forma de luna y de un corte giratorio la mandó contra el suelo de una manera bastante ridícula, lo que la hizo enojar de verdad. 

--¡No vuelvas a burlarte de ella! ¡Tú eres una amargada, entre nosotros nos llevamos bien y somos una familia, no te atrevas a reprenderla sólo porque te caiga mal!--Exclamaba Sereny con cierta ira que detuvo por unos instantes a mi prima, quien se había quedado sorprendida por algún tema en específico. No obstante sus palabras no fueron suficientes para hacerla levantar y fijar su mirada en su contraparte, creo había detectado de quién se trataba y su visión no era buena, le iba a enseñar el terror que a mí misma me hizo pasar. 

--Con razón te me hacías familiar, eres una maldita mocosa malcriada. Eres la hija de Selene y Endimion, una de las tantas hijas antes de morir por su amado, quien lo diría, una diosa enamorándose de un mortal y al final se engendra a cincuenta hijas, pero la única que queda viva de todas ellas eres tú, Serenity, la última y única hija que escondió su verdadera identidad y que de mayor será la heredera al reino de la luna. No voy a mostrarme amable contigo, entre todos sois un lastre.--Mencionó seriamente mi prima sin importancia hasta levantarse con todo el cuerpo sin heridas de gravedad, por ello se estuvo acercando lentamente y quedar mirando sus ojos culpables frente a la maldad en todo su esplendor. 

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