Esto no tenía mucho sentido. ¿Por qué la persona que me había incitado a que me acercara a Lindsay, a que le hablara, la visitara, y todo aquello; nos estaba mintiendo ahora? Además de que me había dado su número de celular... Dentro de muy poco lo averigüaría.
-Disculpe,¿ entonces el apellido de Lindsay es Cornalds?- pregunté una vez más sin poder entenderlo.
-Pues sí, señorita. ¿Cuántas veces voy a tener que repetírselo?.-
-Ninguna más... lo he comprendido.-
-Bien. Pues adelante entonces...-
La mujer nos hizo pasar el gran salón del orfanato, donde ya habíamos estado otras veces. Éste era amplio, y acogedor. Los colores de las paredes eran algo deprimentes. La fachada del edificio parecía ser un lugar sombrío, de esos típicos orfanatos de las películas; pero por dentro parecía todo lo contrario. Era un buen lugar para cuidar y proteger a los niños y niñas que no tenían familia. Aqui se sentirían cuidados y queridos. Aunque, Lindsay podría ser la excepción. Recuerdo aún cuando nos conocimos que dijo que aqui eran malos con ella.
Debería averigüar más a fondo de que trataba este lugar, y que era lo que Grenda quería ocultar.-¿Quieren un té, un vaso de agua tal vez?.-
-Un vaso de agua estaría bien.- dijo Félix con cara pálida.
De acuerdo a su rostro se lo notaba salido de órbita. Él también estaba sorprendido por lo que había contado la mujer que minutos después regresó con dos vasos de agua.
-Gracias.- dije mientras lo bebí de un sorbo.
-No hay por qué. Si me disculpan, llamaré a Lindsay.-
-Aquí la esperamos.-
Unos minutos más tarde, la mujer que se hace llamar Beatriz, salió de una habitación con Lindsay de la mano.
-¡Hola!.- exclamó ella a vernos a Félix y a mi, y se abalanzó respectivamente sobre nosotros para saludarnos.
-Hola Lindsay. ¿Cómo estás?.-
-Muy bien, ¿Y ustedes?.-
-Bien, también. Tenemos una sorpresa para ti.- dijo él señalándome.
-Mira... te hemos comprado un juguete.- Toma.- dije mientras le entregaba a la pequeña la muñeca rubia con vestido rosa.
-Es muy bonita... pero no puedo tenerla.-
-¿Por qué no?.-
-Pues... porque no. Yo soy feliz con mi pequeño auto amarillo.- dijo sacando de su bolsillo al mencionado coche.
-Pero, ahora puedes jugar con tu auto, y también con ésta muñeca.- dijo Félix intentando convencerla.
-Félix, no la necesito. Gracias por comprarla, pero yo no la quiero.- dijo Lindsay mientras gesticulaba con las manos para darse a entender mejor. Para tener seis años solamente, hablaba como una niña más grande. Y también parecía que pensaba como una niña más grande.
-Bueno. No te obligaremos. Solo queríamos que tuvieras algo nuestro, que compramos con mucho amor para tí.-
-Además, es muy bonita como tú.- dijo Félix.
La niña rió.
-Bien, pero solo porque me la compraron con mucho amor.-
-De acuerdo.-
Lindsay se acercó más hacia nosotros y nos obsequió con un beso en la mejilla.
-Bueno. Quedate con Félix aquí linda, yo necesito hablar unas cosas con Grenda.-