Capitulo XXXII

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Esto no tenía mucho sentido. ¿Por qué la persona que me había incitado a que me acercara a Lindsay, a que le hablara, la visitara, y todo aquello; nos estaba mintiendo ahora? Además de que me había dado su número de celular... Dentro de muy poco lo averigüaría.

-Disculpe,¿ entonces el apellido de Lindsay es Cornalds?- pregunté una vez más sin poder entenderlo.

-Pues sí, señorita. ¿Cuántas veces voy a tener que repetírselo?.-

-Ninguna más... lo he comprendido.-

-Bien. Pues adelante entonces...-

La mujer nos hizo pasar el gran salón del orfanato, donde ya habíamos estado otras veces. Éste era amplio, y acogedor. Los colores de las paredes eran algo deprimentes. La fachada del edificio parecía ser un lugar sombrío, de esos típicos orfanatos de las películas; pero por dentro parecía todo lo contrario. Era un buen lugar para cuidar y proteger a los niños y niñas que no tenían familia. Aqui se sentirían cuidados y queridos. Aunque, Lindsay podría ser la excepción. Recuerdo aún cuando nos conocimos que dijo que aqui eran malos con ella. 
Debería averigüar más a fondo de que trataba este lugar, y que era lo que Grenda quería ocultar.

-¿Quieren un té, un vaso de agua tal vez?.-

-Un vaso de agua estaría bien.- dijo Félix con cara pálida.

De acuerdo a su rostro se lo notaba salido de órbita. Él también estaba sorprendido por lo que había contado la mujer que minutos después regresó con dos vasos de agua.

-Gracias.- dije mientras lo bebí de un sorbo.

-No hay por qué. Si me disculpan, llamaré a Lindsay.-

-Aquí la esperamos.-

Unos minutos más tarde, la mujer que se hace llamar Beatriz, salió de una habitación con Lindsay de la mano.

-¡Hola!.- exclamó ella a vernos a Félix y a mi, y se abalanzó respectivamente sobre nosotros para saludarnos.

-Hola Lindsay. ¿Cómo estás?.-

-Muy bien, ¿Y ustedes?.-

-Bien, también. Tenemos una sorpresa para ti.- dijo él señalándome.

-Mira... te hemos comprado un juguete.- Toma.- dije mientras le entregaba a la pequeña la muñeca rubia con vestido rosa.

-Es muy bonita... pero no puedo tenerla.-

-¿Por qué no?.-

-Pues... porque no. Yo soy feliz con mi pequeño auto amarillo.- dijo sacando de su bolsillo al mencionado coche.

-Pero, ahora puedes jugar con tu auto, y también con ésta muñeca.- dijo Félix intentando convencerla.

-Félix, no la necesito. Gracias por comprarla, pero yo no la quiero.- dijo Lindsay mientras gesticulaba con las manos para darse a entender mejor. Para tener seis años solamente, hablaba como una niña más grande. Y también parecía que pensaba como una niña más grande.

-Bueno. No te obligaremos. Solo queríamos que tuvieras algo nuestro, que compramos con mucho amor para tí.-

-Además, es muy bonita como tú.- dijo Félix.

La niña rió. 

-Bien, pero solo porque me la compraron con mucho amor.-

-De acuerdo.-

Lindsay se acercó más hacia nosotros y nos obsequió con un beso en la mejilla. 

-Bueno. Quedate con Félix aquí linda, yo necesito hablar unas cosas con Grenda.-

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora