Esta mañana hemos vuelto a discutir por Mauro. No es una buena influencia para Sergio. Eso ya lo sabía de antes, pero ahora lo confirmo al haberme confesado que la noche de fiesta estuvo fumando porros con él.
¿Qué mierda tiene eso que todo el mundo lo fuma y no lo quiere dejar? No lo entiendo.
Sergio está raro últimamente conmigo... más distante. No sé qué le pasa, pero no es el mismo de antes. Sus contestaciones son lacónicas y ya no me dice tanto de vernos como antes.
Puede que se haya dado cuenta de que no pegamos ni con cola por nuestros estilos de vida, pero no puedo hacer nada para remediarlo. Somos completamente diferentes en todos los aspectos, pero eso ya lo sabíamos desde que empezamos, no es justo que se percate después de un año.
No puedo sacarme a Hugo de la cabeza y el ridículo que hice delante de él. Tengo su petición de amistad en las redes sociales pero no sé si aceptarlo o no, porque me da vergüenza.
Hugo tiene una cara tan bonita que parece que ha sido esculpida por ángeles. Es completamente mi prototipo de hombre. Sergio es justo todo lo contrario, pero tiene algo que me enamora y me tiene ciega, aunque no sepa exactamente qué es.
Se está volviendo muy tóxico y me ha pedido la contraseña de mis redes sociales para ver en todo momento lo que hablo y con quién. Me resulta agobiante, pero no quiero perderlo. Total, no hablo nada que lo haga enfadar.
No es el Sergio que conocí hace un año. Antes me sentía libre y sin cadenas y ahora es justo todo lo contrario: tengo que medir las palabras para que no se enfade porque tengo miedo a que me deje.
La situación ha dado la vuelta, y ahora él se ha convertido en Inma porque sabe que puede hacer conmigo lo que quiera, ya que estoy enamorada de él.
No quiero perderlo. Quiero ser más como él, dejar de ser la pija tonta que soy. Quiero saber más sobre el mundo de la calle. Quiero saber qué se siente al fumar un porro.
Le comento la situación a Sergio y le gusta la idea. No duda en ningún momento. Al notar su alegría me decepciono, porque sé que prefiere que yo entre en el mundo de los porros antes que tener que dejar de fumarlos.
Esa noche hemos cenado pizza en su casa y hemos comprado gomitas para ver una peli. Después de cenar, Sergio me mira sonriente y abre una cajita de madera donde tiene un trozo de hachís.
Se hace el porro con una destreza increíble y yo me vuelvo a sentir decepcionada al ver lo que él realmente es. Yo observo todo el proceso en silencio.
Se enciende el porro y le da una larga calada. Puedo ver su cara de placer mientras lo hace y suspiro con desencanto.
El olor es fuerte, pero no tan desagradable como el del tabaco. Le vuelve a dar una calada y me lo pasa.
Dudo en cogerlo, pero recuerdo que quiero descubrir qué se siente al fumar, puesto que mucha gente lo hace. Algo bueno tiene que tener.
Mis manos tiemblan por el desconocimiento de qué me va a pasar. Lo cojo y le doy una calada corta. No tiene mal sabor. Parece que estoy fumando un cigarro normal. No siento nada en especial.
Como he perdido el miedo, le doy una calada más larga y noto el humo entrando en mis pulmones. Exhalo todo y me quedo vacía.
Sergio me observa con una gran sonrisa en la cara. Él parece estar muy seguro de lo que estamos haciendo y creo que le gusta lo que está viendo.
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Fantasías ocultas
Teen FictionNunca había hablado de esto con nadie. Siempre lo había guardado para mis adentros pero, esta noche hay algo en mí que me obliga a contarlo todo. Siéntense y relánjese. La historia es larga. Comenzaré diciendo quién y cómo soy. Me llamo Celia Brene...