Fueron pasando los minutos y cada vez se volvía más sofocante, el calor, estaba atrapada en una ciudad desconocida y sin mar; ¡ah! El mar cuán hermoso era que mis pies sintieran el agua salada fresca, y fue ahí cuando recordé que odiaba ir a la playa y me di cuenta de que estaba hablando como un poeta del siglo XVIII; los minutos se hicieron horas y esas horas días. Y llegaba el momento de volver a Maldonado, no por siempre eso era lo que en verdad quería, pero no, sólo íbamos a buscar lo que faltaba y hacer compras. Mis papás decidieron seguir alquilando nuestra casa en Maldonado para no cortar de primera el vínculo con nuestra ciudad natal y que el cambio no fuera tan rotundo. Cuando entre a mi habitación otra vez sentí una angustia inmensa, ya no era mi cuarto, era una simple habitación, fría y obscura, sentí el vacío entre esas cuatro paredes blancas y me marché. Los días seguían pasando, ya que el tiempo, para la gracia de algunos y desgracia de otros nunca se detiene. El gran día había llegado. Primer día de clases. Me fue tan difícil conciliar el sueño la noche anterior, me desperté y llovía, no quería levantarme, sentía náuseas y miedo. Un nudo en mi garganta y mi estómago revuelto. Me mire en el espejo y no me pude contener. Ese uniforme no era el que siempre llevaba puesto, era distinto a aquella camisa blanca acompañada con su corbata azul marino y el cardigan, la pollera tableada gris, medias azules. Lo único que conservaba era mis country marrones un poco viejos demás todo nuevo, esto es extraño, pensé. No me había visto con un uniforme diferente desde hacía 10 años. Entre por la vieja puerta de aquél liceo con miedo y curiosidad. Para mi sorpresa no figuraba en las listas. ¿Algo mejor que eso? No, ser nueva, no conocer a nadie y encima no figurar en las listas quería irme. Todos empezaban a irse a sus respectivos salones y yo sentada en un banco con auriculares puestos sin preocupación alguna, la directora me llevó a un salón de arriba, nunca había estado en uno, estaba allí en frente a la puerta cuando me dijo " te llevaré al otro grupo, te gustará más" en realidad ninguno me gustará,me da igual, a no ser que me pueda llevar a Maldonado con mi verdadero grupo no me desgastare en responderle más que un simple "bueno". "Esta es la clase de geografía" fue lo primero que oí, luego risas y cuchicheos, alcé la mirada y me sentí más observada que el pulpo Paul. Y siguieron cuchicheando y mirándome ¿acaso no se dan cuenta de que puedo verlos? La pregunta que rondaba en mi cabeza, camine despreocupada y literalmente me tiré sobre el último banco de la segunda fila. Todos mirándome, otra vez, cuando levanté la mano y respondí la pregunta de la profesora. Así una y otra vez. Hasta que llegó el momento de la presentación. Típicas preguntas de un profesor al alumno. Llegaba mi turno y mis nervios y tensión iban aumentando, terminaba de hablar la chica que estaba sentada delante de mi y sería mi turno, pero irrumpió la puerta. Sentí alivio. Un chico entró, se cambiaba del otro grupo, no era muy alto, de cabello oscuro y me gustaron sus ojos no tenían ningún color en especial simplemente me gustaron, dicen que los ojos son la entrada al alma, estos impenetrables. Me sentí intrigada. Me presenté y la clase pasó a ser la intrigada y más porque no era de ese lugar. Miraron mis zapatos con desprecio, ellos vestían de vestir y zapatillas, me parecía patético.
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12 meses.
Random"Es tan increíble como en este intervalo de tiempo las cosas dan un giro de 180 grados, lo que sucede, las cosas que se conocen y se desconocen." Esta historia la voy a ir desarrollando poco a poco.