La sombra

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Jack.

Había decido no ir a la última clase ya que mi padre me había llamado.
Pensaba en mil excusas para sacarla de todo esto, no podía hacerle daño, no a ella.

En frente de la gran puerta negra lo pensé unos segundos, toque suavemente con mis nudillos y aquella puerta se abrió sola.

Su lugar de trabajo era una gran habitación, pero cuando abrías aquella puerta era del tamaño de una gran casa con paredes grises, sofás de cuero, cuadros de la familia, una gran escultura de el que estaba impecable. El llevaba su traje para jugar golf mientras sus piernas estaban encima de su mesa y el comía una manzana verde.

—Hijo!!—Me dijo sonriendo, pero pude notar aquella sonrisa falsa, parecía no recordar de dónde provengo y que se todo.
—Henry—Le dije aquel hombre mientras me sentaba en su despacho.
—Dime que me tienes buenas noticias.
—Pues tome una decisión, cumpliré mi obligación, pero de otra forma.
Le dije con aquella firmeza que hasta a mi me sorprendió.
—Con que la cumplas para mi esta bien, solo te puedo decir que tu tiempo corre querido hijo.
Asentí y decidí marcharme de aquel lugar, un segundo más y estaríamos los ďos luchando como dos bestias.
 
     Ella abrió la puerta y se exaltó al verme, parecía contenta, pero a la vez parecía molestarle.

Llevaba puesto un gran sweater negro, un pantalón muy holgado y sus cabellos sueltos.

Me acerqué y la apreté contra mi pecho para darle un beso en sus labios. De reojo pude ver que ella nos miraba. Sentía su rabia y odio, pero también sentía su envidia.

—Hola Amber—Le dije mientras entraba a la habitación de Alice y ella solo sonrió con falsedad.
—Si necesitas algo tocas la puerta—Le dijo Alice a Amber.
   
Me acosté en su gran cama mientras la admiraba viéndose en su espejo y hablando de las ojeras que tenía, pero lucia tan hermosa todo el tiempo.
 
Alice

Podía sentir su mirada sobre mi.

—¿Por qué llevabas tantos libros en la biblioteca?—Me pregunta el y mi piel se eriza, ¿Cómo sabía que estaba en la biblioteca?.

No lo ví en ningún momento....

—Que raro, no te ví en la biblioteca.
—Pasaba por ahí y te ví con una montaña de libros, ¿sobre qué es tu tarea?, tal vez pueda ayudarte—Su mirada era tan fría que me ocasionó terror.

—Ay si eres chismoso—solté entre risas y me subí encima de el, colocando mi cabeza en su pecho.

Su corazón latía con tanta velocidad, que era asombrosa, si fuera el me asustaría que un día dejara de latir de la nada.

El alzó mi rostro y paso su lengua por el exterior de mis labios, los mordió y en sus hermosos ojos podía ver la picardia mientras el sonreía.
Vaya sonrisa!!! Era un poema.
Me subí un poco más y mordí su labio y luego los abrió para unir nuestros labios para devorarse, y si, nos besamos. Aquellos labios con los míos tenían tanta química. Mis labios lo necesitaban cuando no estaba.

Nuestro beso dulce paso a un beso lleno de fervor, podía sentir que el estaba tan duro y eso me generaba excitación. Pase mi mano por su miembro y lo apreté. El soltó un gemido, abrió sus labios para decir algo, pero yo comencé a desabrochar su pantalón y parecía que pensábamos lo mismo.

—Mételo en tu boca por favor!!!—Me lo pidió de la forma más sexy y directa.

Me miraba con picardia y yo a el.
Baje su bóxer y me encontré con aquel monumento que estaba entre sus piernas, tan duro que parecía una piedra.

Pase mi lengua por su punta con sensualidad, baje mi lengua recorriendo en círculos su miembro mientras su respiración era irregular. Comencé a besarlo suavemente mientras sus gemidos cortos inundaban mis oídos. Entrando y saliendo de mi boca. Aumentando cada vez más, si, yo quería que llegara a el gran orgasmo. Sus ojos se giraban mientras sus labios estaban entre abiertos.
—No pares Alice!!—mordió su labio y yo continúe con su miembro en mi boca, como si fuera tu helado favorito, al que lo saboreas lentamente para disfrutar mejor su sabor. Pero entre más rápido lo hacía, más se excitaba, más lo disfrutaba y más caliente se ponía.

Al volver a tocar rápido su miembro con mi lengua en círculos, el soltó un gemido y explotó, como los volcanes cuando hacer erupción. Mientras yo lo tragaba como si fuera la bebida más sabrosa que se pudo inventar.
Pase mis dedos por mi boca y el se mordió el labio.

—Ven acá—Me dijo empujandome hacía el para besarme.
Sus dedos estaban entre mis cabellos.
A su lado me sentía protegida, pero por otra parte de mi no, otra parte de mi me gritaba que debía huir de allí.
—¿Cómo fue que sucedió todo esto?—Le pregunté con mis ojos cerrados.
—No lo sé, esto no estaba en mis planes.
Dicho esto trago en seco, me movió para el otro lado de la cama.
Se levanto y abrocha sus pantalones.
¿Había dicho algo malo?
—Te vas?
—Debo hacer algo, nos vemos antes de dormir, digo, mañana—Me dijo rápido.
Que raro era este chico.
Y así como vino, se fue.
 

*****

    —Creo que le caigo mal a este chico...bueno, a mi también me cae mal para ser sincera.
—¿Por qué lo dices?
—Antes de irse me miró horrible y a Harry le esbozo una sonrisa.
Harry se acerca a mi.
—Vamos a ir a comer, te unes?—Asentí y me dirigí a cambiarme rápido.
 
Muchos preguntas corrían por mi mente. Estaba en un punto donde todas las ideas estaban desordenadas, ¿sabría Jack sobre lo que tengo con Amber?.
 
   Ya en nuestra mesa del restaurante Yummy. Amber se sienta al lado mío y al frente tenemos a Harry iluminandonos con sus claros ojos verdes mientras nos sonríe.

—¿Desde cuando tu y Jack?—Me pregunta Harry con una patata en su boca
—Desde aquella noche que nos encontraste besándonos—Le dije sonriendo y el comenzó a reír con picardia.

Sentí la mano de Amber tocar el muslo de mi pierna suavemente y mi piel se erizo con solo sentir su tacto  debajo de la mesa, luego pasar sus dedos por encima de mis bragas jugueteando, me excitaba, pero me sentía la persona más horrible del mundo por permitirle esto. Volteé a verla y me envolvía con sus ojos marrones y esa mirada hermosa que tenía.

Volteé hacía la ventana y estaba el, estaban esos ojos fulminandome con la miradas, una mirada inexpresiva, como si está ve, si deseara acabar con mi vida.

Amber comenzó a toser inexplicablemente.

Se levanto y fue corriendo al baño a vomitar y fui detrás de ella.

Las luces estaban encendidas con una intensidad tan alta.

Ella estaba ante mis ojos arrodillada ante el inodoro, pero me desconcertó  lo que veía.
Estaba pálida, sus ojos estaban blancos y de su boca salía un mar de sangre.

Intenté acercarme, pero la puerta se cerró a mi paso.

—Amber abre!!!!—Grité desde afuera sin entender nada.
La puerta del baño se abrió y parecía como si no hubiera pasado nada, pero seguía igual de pálida.
—¿Estás bien?—Le pregunté angustiada y solo asintió mientras salía del baño.

Al salir del baño me encontré con los ojos de Jack clavados sobre mi.

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Mi primer orgasmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora