♡《 Capítulo 1》♡《 Parte II》♡

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♡《 Capítulo 1》♡《 Parte II》♡


Estaba nuevamente embarazada, cuatro años después de tener a Angela.

La felicidad no era algo que pasará por sus ojos en ese momento, solo trataba de mantenerse en pie y se sintió bastante cansada esa mañana. La mujer que una vez fue increíblemente hermosa, una cantante con un futuro brillante, prometedor. Ahora, estaba destrozada y desgarbada al saber que su esposo, el hombre que le robó a su hermana, ahora de forma satírica estaba siendo robado por otra mujer.

Ella sabía que la causa de todo su sufrimiento era él, pero -mierda, si que lo amaba-.

Se movió lentamente de la silla y caminó desde el jardín hasta la casa muerta de dolor por lo pesado que era llevar al bebe y ese día habían colocado será sobre las escaleras de madera.

Chiara subió los escalones, se quedó mirando el gran cuadro de ella en su faceta gloriosa, al lado de su esposo y con pena una lágrima rodó por su mejilla. Cuando sintió que se le desgarró la panza, había rotó aguas. Por la impresión y tras mirar el líquido caer entre sus piernas, se tambaleo. Su pie resbaló y cayó rodando por las escaleras de caracol hasta el primer piso. Roldvalt que estaba en el estudio, escuchó el traqueteo y se subió los pantalones para salir a ver porque había tanto alboroto.

Como su anterior esposa, Chiara murió dando a luz y el bebe como tardaron tanto en sacarlo; la acompañó al cielo. En realidad, eran gemelos.

Los médicos habían avisado que serían unos varones. Los herederos de la familia Roldvalt y la salvación de la decepcionada mujer.

Al ser así, habían enviado a Aedus y Easton a un internado masculino en el exterior. Tal vez, era para no poner más preocupaciones sobre Chiara que no quería verlos.

Sin demora regresaron a la mansión Roldvalt, inmediatamente después de la muerte de la rubia.

Su padre que estaba bebiendo en su despacho, los recibió a ambos niños que ahora, tenían diez años.

-Espero. No me decepcionen.

Ambos estaban aburridos en el velorio de la mujer y por lo bajo hablaban -Creo que nuestro padre se ha resignado a dejarnos la herencia.

-Por fin, se murió esa perra. Estaba tan empeñada en deshacerse de nosotros que no vio donde pisaba- Aedus como siempre con su humor negro y Easton sonrió.

Una niña de cuatro años entró agarrando la mano de la nana.

Era preciosa, parecía un pequeño ángel. Su cabello dorado le bajaba hermosamente haciendo bucles suaves y los ojos azules se dirigían al ataúd de su madre.

Los dos gemelos estaban curiosos por la pequeña que se parecía a su lasciva madre. Sin embargo, ahora, esa niña era una muñeca frágil.

Solo dio un vistazo al ataúd y se dio media vuelta para irse -¡Señorita, Angela!

La niña corrió de la nana y se detuvo frente a los dos gemelos que la observaron atentamente. No tuvieron la oportunidad de conocerla hasta ese momento.

Como una polilla hacia la luz, se acercó a ellos y con sus manos le agarró la cara a uno-¿Aedus?

Luego fue hacia el hermano y también tomó su rostro -¿Easton?

Ella nunca los había visto y los reconoció fácilmente. Había un cuadro en la pared que dividía las habitaciones de los dos, donde estaban impresos en el papel fotográfico.

Suavemente se inclinó un poco como las princesas de sus cuentos para dormir-Bienvenidos a casa.

La nana se detuvo y conociendo a los dos señoritos, se disculpó -Señorita, Angela. Vamos a su cuarto de juegos. No debería molestar a los señoritos.

-Si-. Dijo obediente tomando la mano de su nana, pero luego se regresó tambaleando -Están invitados a mi fiesta de té. Si quieren venir.

Tomó las manos de ellos dos y sonrió con dulzura- Está bien- dijo Aedus y su hermano se sorprendió un poco por la respuesta. Él era terriblemente impulsivo y temperamental a diferencia de su hermano Easton.

La niñera de Angela suspiró, aliviada de que ellos dos no la rechazaron haciéndola llorar. Era muy difícil calmar a la niña.

-¡Siéntense, por favor!- La chica tenía un pequeño carrito donde ponían las empleadas comida para que ella la usara en sus fiestas de té.

Los dos se sentaron a esperar con perfectos modales, abriendo el botón de sus trajes como lo indicaba la etiqueta y ella con gracia vertió el té.

-Entonces... ¿Qué piensas de la muerte de tu madre? -preguntó Easton sin rodeos, olvidando que ella era solo una niña. Aedus bebía el té en las pequeñas tacitas metiéndose en su papel de invitado.

-¿Mi mamá? Ella me odia porque no soy niño-Se colocó una tiara de esmeraldas que tenía en el tocador y se la organizó en el espejo - ¿Ustedes dos también me odian porque soy niña?

Estaban encantados con la preciosa muñeca que era su hermana, un poco perdidos en los ojos azules. Sin duda cuando creciera sería una mujer extremadamente hermosa como su madre, incluso más hermosa que esa mujer. Tenía la herencia genética de dos personas que alcanzaban por lo alto la divinidad.

Perfecta. Pensaron los dos.

-¡No!- Respondieron al unísono. Se miraron mutuamente las caras porque en un principio tenían la intención de venir a molestar a la hija de esa prostituta. Hacerla llorar un poco.

Sin embargo, terminaron embelesados por lo bella que era. La inocente y fina criatura, ese hermoso ángel.

De ahora, en más su Angela.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora